20▼"Ataque"

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   Con un movimiento brusco, Jackson sintió cómo sus labios se separaron cuando hubo un toque violento pero silencioso en la puerta del departamento. Bastaron unos segundos para que Bennett se levantara como si hubiera estado alerta las últimas horas, desde que sus pies tocaron los territorios españoles. Después del toque, bastó un silencio para que los atentos ojos de Jackson le indicaran que se escondiera en alguna parte. Aunque no sabía en dónde debía esconderse con exactitud, por dios, era una profesional. Entonces él caminó hacia la puerta, con la mirada puesta en el pomo plateado, temeroso de que sin su consentimiento comenzara a girar desde afuera. Pero no lo hizo. 

   Fuera de las paredes amarillentas del hotel se asomaba la media noche. Con sus tonos azulados y los puntos blancos diamantinos que resaltaban las sombras oscuras en aquel anochecer lento y pacífico. Los árboles se mecían con su resplandor verdoso en tono mortecino que se acercaba al negro puro como el pelaje de un gato que todo el mundo cree embrujado por los hechizos de criaturas fantásticas. Las calles se inundaban con los faroles dorados, tan débiles y vacíos que daban demasiada diferencia con el amanecer y su crepúsculo. 

   Cuando abrió la puerta, reconoció de forma instantánea a una mensajera del cuartel mayor. Llevaba un sobre en la mano, y aunque la mayor parte de su rostro estaba cubierto, la máscara de seda le permitía ver a la perfección sus ojos y sus facciones femeninas asomándose con un pálido tono de aire funesto. Michael sintió cómo aquella desconocida persona le dejaba el sobre en una de sus manos. 

     —Epíthesi.

   Griego: ataque. Aquel era uno de los códigos que se utilizaban para identificación. Jackson miró la manera en que desaparecía detrás de las escaleras en espiral que se asomaban en los costados de cada planta. Poco después ya no la miró y el edificio quedó en su silencio sepulcral, que era bastante normal porque habitualmente no hay almas despiertas a media noche. 

   Aquella alma escondida había mirado dentro de la habitación para asegurarse de que Michael —él no tenía nombre concluso, así que era el líder del grupo setenta y tres— estaba completamente sólo, salvo su hermana pequeña que dormitaba con el cloroformo ya tardío en pasar sus efectos. Y se marchó sin otra palabra mencionada bajo la máscara. 

   En un sólo movimiento, Jackson cerró la puerta tras sus espaldas mientras contemplaba la hoja cuidadosamente doblada que había portado la mensajera. Un sello rojo estaba colocado en el centro, justamente donde debía abrirlo, y debajo el número setenta y tres con una L a su lado. Tal vez el cuartel central entero sabía en dónde se encontraba. Sólo esperaba que no supieran con quién. 

   De pronto, escuchó cómo un par de pies tocaban el suelo con un ruido lo suficientemente fuerte como para hacerlo sobresaltar. Pensó que el sobre misterioso le había idiotizado. Pero sólo había sido Bennett, que se escondió en alguna parte del techo, sosteniéndose con el umbral de la puerta y haciendo un puño sus manos para no caer fácilmente. La chica era silenciosa, por supuesto. Porque él no se percató de la presencia sobre su cabeza. 

   Se miraron fugazmente, con pena cargado sobre sus iris. 

   ¡Demonios! ¿ahora qué?, pensó Bennett al saber que no se concentraba mirando a Jackson. Y pensar que esos dos se besaron casi con amor hacía unos minutos. Michael sólo pudo menear la cabeza mientras sonreía; la chica era graciosa a todas horas, sólo bastaba mirarle para percatarse de el gran lío que se formaba dentro de su cabeza. Como si sus ojos fueran aguas diáfanas de río, podría saber todo lo que pensaba sin tener telepatía. 

   Nerea casi se sentía humillada cuando Jackson comenzó a reír por lo bajo. Parecía una completa tonta, sólo mirándolo y pensando tantas cosas. Se obligó a relajarse, tratando de saber lo que decía la carta. Michael abrió el sello, después se asomó un papel diminuto del tamaño de la palma de su mano. Parecía recortado sin importancia. 

73:L, comunicado. Rusia: España.

Ataque al mayor. Peligro. Límites de Europa: cerrados. 

   —Carajo...

   Murmuró Jackson, con un gesto de molestia e irritación. No podían salir, tampoco recibir más noticias. Tal vez buscaban a Bennett. 

   Estaban atrapados. 





Ella es mi Libertad × [Michael Jackson]Where stories live. Discover now