#14: Momento de película

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Capítulo 14

Cepillé rápidamente mi cabello, lo até en una coleta alta y salí de mi habitación, dirigiéndome a las escaleras.

Sinceramente, al entrar a mi habitación luego de llegar a casa y haberme visto al espejo, me di cuenta de que la lluvia de verdad me había hecho un desastre. Cabello empapado, blusa traslúcida, pantalones con barro, y mis zapatos... peor. Luego de ducharme, lavar cien veces mi cabello y secarme por diez minutos, terminé por decidir que mi vestimenta serían mis pantalones holgados favoritos, una de mis camisolas de dormir largas y pantuflas.

¿Lo malo? No encontraba por ninguna parte mis pantalones holgados.

¿¡Dónde rayos se habían metido!? Dudaba que de un segundo a otro, al pantalón le hayan salido patas y se haya ido corriendo al país de Nunca Jamás. Lo dudaba demasiado. Tal vez debía llamar a la FBI de Nunca Jamás, reportando estúpidamente a un par de pantalones que se fugaron de la cárcel. Sacudí mi cabeza y saqué ese idiota pensamiento de mi cabeza. Dios, qué bobería lo de Nunca Jamás.

Y, finalmente, al aburrirme de buscar y no encontrar mis preciados pantalones, decidí ir a la sala de estar en camisón y pantuflas. Sumándole un chaleco negro por si de repente me entraba el frío. Iba bajando las escaleras cuando, de repente, escucho un grito. ¿Qué rayos...? Provenía de la cocina, así que fui lo más rápido que podía hasta allí y abrí la puerta fuertemente sin pensar.

Y Dios, Juliano parecía el rey de las palomitas de maíz. Estaba ahí, él, con palomitas de maíz desparramadas por todo el lugar, incluyendo sus pelos, mientras sostenía desconcertado el paquete de popcorn entre sus manos. Intenté reprimir una carcajada, pero terminé soltando la más grande de las risotadas.

-Dios, ¿qué te pasó?- pregunté entre risas.

Él me miró frunciendo el ceño.

-Las palomitas explotaron... ¿Por qué?- cuestionó perdido y mató con la mirada al paquete de pop-corn, a pesar de ya estar muerto. Reí internamente.

-Ya, mejor a ordenar, Juliano- dije yo y empecé a limpiar el desastre de la cocina.

Sinceramente, la cocina estaba hecha un total desastre. Tendría que quedarme allí a limpiar aproximadamente por una semana y con suerte ya no habría palomitas de maíz en el piso. ¿Exageración? De acuerdo, sí.

-No me llames así- dijo Julian, frunciendo el ceño.

-¿Juliano?- cuestioné yo y él asintió- ¿Por qué no? A mí me gusta.

El simio se sonrojó levemente.

-De acuerdo...- murmuró y me ayudó a limpiar la cocina, así logrando acabar más rápidamente.

Cuando acabamos de limpiar el desastre, preparé esta vez YO el pop-corn, para prevenir el probable accidente que podría presentarse nuevamente por culpa del simio Juliano. Luego de que las palomitas de maíz estuvieran listas, las eché en un recipiente y ambos nos dirigimos a la sala de estar.

-¿Y? ¿Qué película te apetece ver?- preguntó él mientras yo me sentaba de piernas cruzadas en el sillón, con el recipiente sobre mis faldas.

Me quedé pensativa por unos segundos. Me apetecía ver una de terror, pero luego no podría siquiera ir al baño tranquila. Una de comedia podría ser, pero odiaba reír tanto, me hacía sentir drogada. Una romántica quizás, pero odiaba tantas cursilerías, a pesar de todo. ¿Qué clase de película? Una de misterio sería lo mejor.

-¿Tienes alguna de misterio?- pregunté volviendo de mi mar de pensamientos.

Pero Juliano no respondió. Sus ojos color vómito estaban muy concentrados en una cosa y sólo una cosa... ¿Por qué mierda me estaba mirando las piernas? Arqueé una ceja, lo cual Juliano no vio, y finalmente la única manera de que se centrara en buscar alguna película, fue levantarme del sillón, caminar hasta él y darle un golpe en la cabeza.

-¡Oye!- se quejó él mirándome a los ojos.

¡Y así se despierta de un trance a un simio con retraso, damas y caballeros! Pero luego llegó el otro extraño de sus trances. Se quedó allí, mirándome directamente a los ojos, sin bajar la mirada.

-Y-yo... t-tengo la película aquí...- dijo él nerviosamente.

Estoy frente a un tartamudo, pensé irónicamente.

-¿Una de misterio?- cuestioné un tanto fría. Él asintió y yo esbocé una pequeña sonrisa- Genial.

Puso la película en el DVD y, con el control remoto, le dio PLAY a la película de misterio. Se llamaba "Efectos Secundarios". Según Juliano, a su madre le gustaba bastante ver esa película.

Íbamos a la mitad de la película, cuando se me apetece algo de comer. "Pero claro, Oriana, si no has comido nada desde que te fuiste al parque" me recordé mentalmente. Y luego, me llamé torpe por no recordar que tenía unas palomitas de maíz comestibles a mi lado. Dirigí mi mano al recipiente, en busca de palomitas pop-corn, sin quitar la vista de la televisión, y en lugar de encontrar comida, me topo con una mano. Quedé en shock. ¡Por Dios, una mano en la comida! ¡Qué miedo!, pensé. Y luego, la claridad vino a mí: era la mano de Julian.

Me relajé al saberlo y nuevamente me puse nerviosa al pensarlo.

Estaba. Tocando. La. Mano. De. Julian. Serrano.

La sangre se me vino a la cabeza y quedé con las mejillas ardiendo. Joder, Oriana, saca la mano del recipiente. Pero algo me impidió sacarla, pues al momento de querer hacerlo, la mano de Julian le dio un suave apretón a la mía, haciéndolo sentir dulce y tierno.

Más roja me puse todavía.

Volteé a ver a Julian y noté que miraba el piso, con la cara colorada, y nervioso. Me miró de reojo al sentir que lo observaba. Dios, ¿cuándo esta escena se había vuelto en una con tanta tensión y nervios?

-Oriana...- susurró suavemente él y se acercó a mí lentamente.

En realidad, mi mente no funcionaba en ese momento, por lo que no entendía muy bien qué era lo que pasaba por mi cabeza. Intentaba entrar en razón, pero me era inútil, ya que sinceramente... yo también me estaba cercando suavemente a él.

Por Dios, ¿¡qué rayos estaba pasando por mi cabeza!?

Y en menos de diez segundos, estábamos frente a frente, nuestras narices rozándose, y estábamos a punto de dar el siguiente paso, cuando nuestras frentes chocan fuertemente, por culpa de mis gafas, haciendo que nos separemos con un dolor de cabeza.

Y ahí fue cuando había llegado el momento en que mi mente empezó a funcionar.

-Oh, perdón Julian, me tengo que ir, me dio sueño- fingí un bostezo-. ¿Ves? Ya me voy a dormir. ¡Buenas noches!- y fingido esto de mi parte, sin esperar respuesta, salí corriendo a mi habitación, evitando que Juliano notara mi muy fuerte sonrojo.

Llegué a mi habitación, encontrándome con Dusty encima de mi cama. Apoyé mi espalda contra la pared, y me dejé caer hasta el piso.

Había estado a punto de besar a Juliano el simio Serrano. ¿Qué rayos andaba mal conmigo?

Viviendo con la nerd | Orian | AdaptadaTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon