Parte 18: Viernes

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El viernes fue un día normal, hasta llegar a ser aburrido.

Las clases no estuvieron para nada entretenidas: ni bromas, ni risas, ni siquiera alguna bronca.

Cualquier cosa que hiciera de ese día algo más interesante o ameno hubiera sido bien recibida en la clase.

Pero no paso absolutamente nada, sospechaba que la presencia de Malcom en todas las clases, amedrentaba un montón a los que normalmente las preparaban y que eran de su manada: Yordan, Aaron y Derek.

A la salida, antes de que llegaran los chicos le dije a Malcom

- ¿Sabes?, me estoy empezando a cansar de que vengas a clase, ya no pasa nada interesante. Los chicos se portan bien, no hay broncas en clase, ni bromas, NADA, son un auténtico tostón.

Él se río, me di un par de golpes en la espalda y dijo

- Creí que te molestaba que armaran tanto, pero es cierto que es muy aburrido.

Los chicos llegaran donde nosotros estábamos para empezar a hacer la ronda.

Salíamos todos juntos del instituto e íbamos dejando uno por uno a los chicos en su casa o cerca.

Al final sí que nos habíamos hecho amigos, por lo menos con los menos pesados, aunque a los tres pesados seguía sin aguantarlos.

Al llegara a casa mi madre había preparado de comida, algo especial pues hacía mucho que no lo preparaba.

Brócoli gratinado. Era un plato preparado con brócoli cocido, cortado en trozos grandes bañado en salsa besamel con bacón muy bien frito y cortado muy pequeños y con queso por encima y metido al horno para que el queso se pusiera dorado.

Malcom no lo vio con mucho entusiasmo al principio, pero luego acabó repitiendo y pidiéndole la receta a mí madre.

Esa tarde aparte de hacer mis deberes y recoger la ropa que mi madre me había planchado, intente hablar con Seth por el ordenador en video llamada (o como se diga, se veían), pero sólo conseguí encontrar a Leah.

- Hola Sara, Seth esta de patrulla.

- Hola Leah, Bueno, tranquila. ¿Qué tal estás tú? - dije intentando sonreír pero por dentro estaba muy triste.

- Bien ¿y t... - no la dejaron terminar.

Seth acababa de llegar y la había casi tirado de la silla.

- ¿Cómo estas, nena?, Malcom me contó lo que paso en el instituto. ¿En serio crees que no te encontrarían en el armario?

- Te digo lo mismo que a ellos me gusta meterme en los armarios. - Los dos nos reímos - estoy bien ¿y tú?

- Vamos a decir que bien. No porque me pase nada, sólo me gustaría estar contigo.

Suspire como tonta como siempre que me decía alguna cosa de esas.

No sólo hablamos de eso, también me preguntó por los estudios, la vida en general. Yo a él le pregunte también por esas cosas.

Estuvimos hablando hasta que mi madre me grito y nos asustó, nos despedimos muy a nuestro pesar.

Cuando baje para cenar, mis hermanos y sus parejas y por supuesto mi sobrina, que me atacó por la espalda como siempre, estaban allí. Todos nos sentamos en el salón en lo que mi madre terminaba la cena.

El motivo de su presencia, el cumpleaños de mi hermano Alberto y... a mí se me había olvidado por completo. "Soy la peor hermana del mundo"

Como había muchas personas en casa, Malcom decidió irse a la suya, pero dejó a algunos de sus lobos cerca de mi casa y un par en la habitación.

La cena fue entretenida y con lo que contaba mi cuñada todavía más; yo por otro parte me había quedado un momento mirando a mí sobrina.

Me había puesto nerviosa, desde que Malcom había sugerido que podían intentar llegar hasta mí, atravesar de otras personas cercanas.

No quería pensar, pero por otra parte, me rondaba constantemente por la cabeza, la posibilidad de que lo intentarán con Paula.

Al terminar de cenar y despedir a mis hermanos, me subí a la habitación, allí ya estaban los dos lobos que estarían esa noche conmigo.

A mitad de la noche me desperté con un escalofrío que me recorrió la columna.

Al abrir los ojos no vi nada, hasta que me di la vuelta y miré al baño.

Había una figura negra apoyada en el marco de la puerta, me asuste tanto que grite.

Antes de que la figura pudiera siquiera darse cuenta, Malcom, mi madre y mi hermano abrían la puerta, al encender la luz vi que sólo era Tre.

Mi madre empezó a gritar histérica, mi hermano le gritaba a mí madre para que se calmara y Malcom grito por encima de los dos.

- ¡¡¡CALMEN SE!!! -los dos de callaron - él es... Morgan, es uno de mis hombres.

Malcom me guiño un ojo y miró colérico a Tre, que se encogió asustado, me miró arrepentido y vocalizó.

- Lo siento.

Todos salieron de mi habitación, yo me volví a tumbar y espere, intente quedarme despierta hasta que volviera a entrar pero me quede dormida antes.

Una Quileute másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora