ATAQUE

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Cedric y su hija estaban enfrascados en una partida de Gobstone.

El atardecer estaba sobre ellos pero en el patio trasero de la casa las risas pueriles eran las que destacaban. Las prendas del castaño estaban cubiertas de manchas de pintura lo que evidenciaba que la partida estaba casi perdida. Su hija se había convertido en un contrincante feroz.

Cho los miraba desde la puerta de la cocina, desde hacía unos minutos estaba allí en silencio perdida en sus recuerdos, inmersa en su pena.

¿Dónde la habían llevado sus ansias de revancha, su rencor, su deseo insano de justicia por mano propia, sus deseos por lograr que esa intrusa pagara por cada lágrima derramada desde que él se había ido de su lado? ¿Dónde había quedado esa jovencita soñadora, gentil, dulce y sincera?

Sería posible que aquellos sentimientos oscuros pudieran opacar los momentos vividos con su hija? Jane debería ser motivo suficiente para dejarlos de lado pero un fragmento de su corazón herido no la dejaba, no la soltaba, la mantenía cautiva.

-mami, estoy a punto de ganar la partida - hizo el último movimiento y su padre adquirió una nuevo color lo que logró sacarle una carcajada sincera a Cho.

- has educado un monstruo Cedric - se burló.

-jajajajajaja, ella ha heredado tu cerebro-admitió orgulloso- mírame creo que no podré sacarme las manchas en varios días.

-papi, la revancha será cuando quieras -arremetió la niña mientras se ponía de pie, arreglaba su cabellera oscura como la noche y se encaminaba hacia su madre- te extrañé mamita- le dijo mientras la abrazaba.

-yo mucho más princesa- le respondió y besó su cabeza- enseguida cenaremos-avisó y juntas pasaron a la cocina.

Una hora después la pequeña Jane se despedía de sus padres pues se iría a pasar unos días con su abuelo Amos, el único que le quedaba. Consecuencias de una guerra sin cuartel.

Cedric recogió toda la mesa y se dispuso a lavar los trastos sucios, Cho le alcanzó una copa de vino que él bebió mientras terminaba su tarea.

-Eso no era necesario- le reprochó Cho mientras se sentaban juntos en la hamaca del porche- para eso están los elfos.

-lo sé pero quería hacerlo- Cedric pasó un brazo por los hombros de ella y respiró profundamente.

-¿qué está mal?- se interesó su esposa.

-todo y nada a la vez- fue la escueta respuesta que esbozó.

Cho bebía en silencio su copa de vino blanco mirando las estrellas cuando giró su cabeza y el cuello de Cedric estaba a su alcance, sin dudarlo respiró profundamente y lo besó. Sintió la tensión en el cuerpo de su marido, él la abrazó más contra suyo. Ella puso la mano contra su pecho y se cobijó en él.

-¿Quieres hablar?- él movió su cabeza en una negativa- ¿la viste entonces? - Cedric asintió sin pronunciar palabra mientras vaciaba la copa.

La mano libre de Cedric acariciaba el hombro de Cho lentamente, creaba círculos con su pulgar por la tersa piel que estaba a su alcance para luego bajar por el contorno de su cuerpo hasta quedar en la cadera. Ella sonreía satisfecha.

El castaño susurró contra su oído- te ví diferente, hermosa de una manera distinta durante la cena, estuve conteniendo mis ganas de besarte cuando te tuve cerca.

Demasiado heridaWhere stories live. Discover now