La venganza.

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≪¡Cómo todas las ocasiones declaran contra mí y espolean mi tardía venganza! ¿Qué es el hombre si su principal bien y la adquisición de su tiempo es solo dormir y comer? Una bestia, nada más≫

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¡Cómo todas las ocasiones declaran contra mí y espolean mi tardía venganza! ¿Qué es el hombre si su principal bien y la adquisición de su tiempo es solo dormir y comer? Una bestia, nada más.

Hamlet, William Shakespeare.

Acto IV, Escena IV.

  Los dos hombres se quedaron paralizados como si fuesen cadáveres.

—Nunca vi algo igual, González. —El teniente Rodríguez frunció el ceño—. ¡Te lo juro, nunca vi algo igual! ¡Y mirá que ya vi más de la cuenta!

—Ni yo, teniente. —El sargento Facundo González efectuó un gesto de asco—. Ni yo... Y creo que Morales tampoco.

  Ambos contemplaron con sorna al novato, que en ese momento hacía arcadas planeando por encima del wáter de la víctima, sobre el que ya había hecho aterrizar el desayuno.

—¡Y un domingo, para peor! —se lamentó el sargento—. ¡Domingo y día de clásico!, ¡qué mala suerte tenemos! Todo Montevideo va a estar en el estadio y nosotros encerrados acá con este olor asqueroso. Los fiambres deberían ser más considerados, che.

—No te podés quejar —y, señalando al muerto, Rodríguez continuó—: Peor suerte la tuvo ese. Miralo bien: ese loco ya no va a disfrutar de más partidos de fútbol...

—Es cierto, teniente, ¡tiene toda la razón! — El otro policía asintió enérgicamente con la cabeza—. Pero a mí me parece que ese debía de ser de Nacional para jodernos el fin de semana. Es una fija.

—En eso estoy de acuerdo con vos. —Giró sobre sí analizando la estancia—. Mirá el lujo que hay en este sitio, el fiambre de mierda sabía darse la gran vida. ¡Con lo que nos cuesta a nosotros llegar a fin de mes!... Cristales, antigüedades, cuadros de pintores famosos. Y son originales, seguro. Aunque de poco le sirvieron, ¿verdad? Ahí está, jodido sobre el piso.

—No se me queje, teniente, que usted tiene sueldo de teniente y una sola hija —le replicó el sargento, moviendo los brazos para reafirmar las palabras—. Imaginesé los malabarismos que hago yo con cuatro botijas... Cambiando de tema, jefe, es un buen detalle que el asesino le haya metido los huevos en la boca... Un buen detalle para nosotros, lógicamente, una buena pista.

—Bien lo decís, amigo, para nosotros. —El teniente le palmeó la espalda—. No creo que a ese le haya gustado atragantarse con los huevos.

—Se nota que se los hicieron comer mientras estaba vivo —se horrorizó el sargento en tanto un estremecimiento lo recorría poniéndole la piel de gallina—. Venganza, es una fija.

—Bueno, bueno, González. —Y lo atajó poniendo la palma de la mano en vertical—. Primero tenemos que estudiar el resultado de la autopsia... Aunque tiene toda la pinta, ¿para qué te lo voy a negar?... Decime, che, ¿no le encontrás cara conocida?

El suicidio de la escritora frustrada y otros cuentos (terminada).Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin