3. Una tarde libre

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Hola regresé después de que Wolverine finalmente pudiera morir y debo decirles que lo siento, ya expliqué en otro de mis libros porqué me ausenté tanto tiempo, espero mushashonas les guste el capi, me esforcé mucho. Bien...

Joder que había mentido con eso de salir por 'un poco de aire'. En este lugar ni siquiera se puede respirar, el aire es tan caliente y tan... Asfixiante.

Horrible, en pocas palabras.

Estoy sentada en una mesa con la vista al mar, he pedido un plato con camarones, hacía tiempo que no comía mariscos, que por cierto están deliciosos y más acompañados con esta deliciosa piña colada que por supuesto y para olvidar mis penas, tiene alcohol.

Hay muy pocas personas en la piscina y aún menos en el mar.
Donde más predominan las personas es en el restaurante donde, por supuesto, hay aire acondicionado. Las mesas están llenas y por esa razón no estoy ahí metida como todos los demás.

Después de aclarar mis pensamientos y comerme estos camarones podré regresar a la habitación, mientras tanto, debo quedarme aquí, a sufrir con el calor.

Doy un sorbo a mi bebida cuando escucho que alguien se acerca a mí.
Ligeramente giro mi rostro y me encuentro con un chico, castaño, alto, musculoso y bronceado. Luciendo una tierna sonrisa en sus labios mostrando su dentadura ligeramente torcida.

—¿Está ocupado? — pregunta, claro en español, doy gracias a que hablo español.

—No —contesto con una sonrisa, el chico recorre la silla y se sienta a un lado mío.

—¿No eres de por aquí? —pregunta con un acento caribeño. Yo, en cambio dándole un mordisco a un camarón niego con la cabeza.— déjame adivinar, Americana.

—Rusa —corrijo con una leve sonrisa.

—Claro, eso explica lo hermosa que eres. —mi sonrisa se amplía, aunque es una sonrisa sarcástica.

—Y supongo que lo siguiente que dirás es que te acompañe a tu habitación, yo diré que no y te golpearé.

—¿Disculpa?

—Vamos, sé que no tienes buenas intenciones, así que te doy tres segundos para que te vayas. —el chico se levanta y comienza a caminar de regreso.

—Zorra.

—Gracias —bien, el muy maldito me quitó mi apetito por camarones, supongo debo regresar a la habitación, donde claro, está Steve y aún no se que siento por él.

Tenían que ponerme ésta misión, de todas, ésta.

—Ya estoy aquí —al fin, aire, aire fresco.

—Estoy en la habitación. —me dirijo de donde proviene esa masculina voz, y lo veo, nuevamente sentado viendo la televisión.

—Te ves muy relajado.

—De hecho, lo estoy, ¿vienes? No entiendo nada de lo que estas personas dicen pero es divertido, hablan sobre un tal Ramón.

—'Don Ramon' —corrijo sentándome a su lado, conozco la televisión Mexicana, graciosa, pero aveces tediosa y tonta.

—Eso.

Misión Vacacional [Romanogers] Where stories live. Discover now