5. Té y café

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Holi divas, me ausenté porque me dio un derrame en mi ojo derecho, un derrame muy feito y me prohibieron tecnología, espero les guste:

En el momento en que Steve puso a un lado las cobijas, me desperté.

Había desarrollado esa clase de sexto sentido en mi estancia en la KGB, en cada movimiento, mi cuerpo estaba alerta y aunque un par de cobijas no hicieran daño, mis ojos se abrieron de golpe y me respiración se detuvo por un segundo. 

Después recordé que Steve era el causante del acto. Escuché sus pasos y lo vi asomarse por la ventana. El sol aún no salía. Él se gira un poco y me pilla espiándolo.

Una sonrisa aparece en su rostro.

—Buenos días —menciona acercándose a mi lado de la cama. Después se sienta en una orilla y coloca su mano sobre la mía.

—Hola. —digo mirándolo. No entendía por qué había puesto su mano sobre la mía. Pero como una excusa para poder zafarme de la situación decido levantarme.

Retiro mi mano de la suya para poder hacer las cobijas a un lado. Después sin mirarlo me pongo de pie. 

—¿Ocuparás la ducha? —pregunto girándome a él. Esta vez no me miraba, se dedicaba a ver atentamente hacia las sábanas.

—Puedes entrar tú primero si quieres.

—Gracias.

No responde, me dirijo al baño y me ducho. Quería estar limpia para nuestra llegada a la capital y al posible lujoso hotel que nos esperaba. Al terminar opto por ponerme unas sandalias de tacón con un vestido flojo y cómodo. Nos esperaba un viaje de aproximadamente cinco horas y no me gustaría ir incómoda con un vestido demasiado ajustado.

Usualmente habría optado por ponerme un pantalón o un pans, pero con este calor, la idea me era sencillamente sofocante.

Cuando salí Steve seguía sentado en el mismo lugar donde se había quedado, en la misma postura. Lo único que esta vez cambiaba era que miraba a la terraza apreciando el primer rayo de sol. Cuando me escuchó salir, se puso de pie y sin decir ni pío entró al baño.

Escuché como el agua de la regadera caía mientras yo acomodaba nuestras cosas en la maleta. Cuando Steve salió del baño todas nuestras pertenencias se encontraban en su respectivo lugar dentro de la maleta, él optó por cambiarse con la ropa que había dejado afuera y terminando con ello, ambos sin decir una palabra salimos de la habitación con nuestras respectivas cosas, dejando por hecho el no volver a aquel lugar durante un largo tiempo.

El auto era uno lujoso pero pequeño. Tenía placas de Veracruz, y un estilo costeño, tenia capota, llantas deportivas y estilo deportivo, aunque solo tenía dos asientos y la cajuela.

Introducimos nuestras cosas y emprendimos el viaje en silencio.

Cuando el sol finalmente logro salir completamente, así mismo ocurrió con las palabras de mi compañero. Finalmente se atrevió a reproducir una oración.

—¿Quieres desayunar algo? —me preguntó sin voltearme a ver, tenía sus ojos atentos al camino y sus manos pegadas al volante.

—¿Qué tienes en mente? —le pregunto con una sonrisa y aunque sabía que no me miraba, intenté forzar con la mirada a que lo hiciera.

—¿En México existe la Casa del Waffle

—Noup. —respondo negando con mi rostro y mirando al frente.

—¿Taco bell?

—Noup.

—¿Donut Factory?

Misión Vacacional [Romanogers] Where stories live. Discover now