Capítulo 40

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— Vuelen. — dije sin quitar mis ojos de la reina. — Vuelvan. — grité esta vez para que sólo ellos escucharan.

No éramos los suficientes para enfrentar sus gigantescas tropas que se propagaban por toda rendija del mundo mortal.

Volamos rápidamente hacia las puertas del cielo entrando uno detrás de otro y al último yo.

Todos los ángeles estaban horrorizados por lo que pasaría en el mundo mortal, porque sabían que si era así de poderoso no tardarían en llegar aquí.

Nuestras respiraciones agitadas no les transmitían tranquilidad, sin embargo, Jared hacía mejor trabajo que yo en el momento. Jared calmaba a la multitud con sus palabras, últimamente era un perfecto líder para nosotros, y los ángeles lo sabían.

— Guarden la calma, por favor. — Jared se hizo escuchar encima de toda la multitud. — Todos diríjanse al estrado, andando.

Los ángeles aún asustados, se encaminaron al coliseo.

Mi cuerpo estaba estático, mis ojos perdidos entre la fosa de los mortales. Los demonios no se movían, o al menos no los que rodeaban a su reina.

— Emma. — llamó Jared. — ¿Qué viste? ¿Qué pasa?

Mis ojos viajaron a los de él, pero guardé silencio. Esto era malo, peor que malo.

— Tengo, tengo que ir. — dije nerviosa por los sucesos.

Nos dirigimos al estrado y observé las caras de miedo de todos mis habitantes.

Me llené de valor. Estas personas dependían de mí y esta vez no les fallaría, al menos no hasta que mi tumba se sellara.

Los murmullos eran fuertes, y todos cuchicheaban sobre lo que pasa en la Tierra.

— Silencio, por favor. — dijo Jared.

Y al instante los murmullos cesaron.

Miré a todos y mi expresión volvió a la normalidad. Sabía que tenía que arriesgar los únicos recursos que nos quedaban, pero la noticia tenía que ser contada.

— ¿Qué pasa en la Tierra, Emma? — preguntaron unos ángeles en diferentes tiempos.

Observé a toda la multitud con un semblante serio, y el apretón suave que me dio Jared me animó a contar a los ángeles lo que pasaba.

— No sé la razón, y no entiendo el por qué de la situación. — comencé a relatar. — Cuando los vengadores y yo bajamos... Y escuchamos una segunda explosión, que obviamente no podía provenir de un mortal, nos dimos cuenta que la tierra corre un gran peligro ahora.

Todos quedaron confusos.

— Los... demonios han arribado la T
tierra de los mortales. — dije por fin haciendo que todos guardaran un silencio sepulcral y abrieran los ojos como platos. Me puse nerviosa por alarmar a toda la comunidad. — Por favor, regresen a sus casas, esto se tratará con los representantes de cada sección.

Terminé y rápidamente los ángeles se movieron a sus casas. Solté un breve suspiro. Los representantes de cada sección se reunieron conmigo.

— ¿Demonios? — comenzó uno.

— Sí, lo sé, es difícil de creer. Pero es solo la verdad, aunque sigo sin entender porqué están en la Tierra, hace demasiado tiempo que no se presentaban, me pregunto qué fue lo que los tentó a venir. — dije muy pensativa.

— ¿Están invadiendo toda la Tierra? — preguntó un ángel.

— Por lo que parece solo vienen a la parte del sur. — dijo Crescente.

— Lo que significa que alguien los incitó. — terminó Jared con la suposición.

— ¿Sugieren que alguien los llamó? — dudó el ángel de la verdad.

— No necesariamente. — toqué mi barbilla pensativa. — No los llamaron sino que algo los atrajo aquí.

— Porque les recuerdo que sólo están en nuestra sección... sólo en el sur. — dijo Mason.

— Tal vez se enteraron de que no había un líder en el cielo y pensaron que su camino estaría libre para dominar a los mortales. — susurró Karla diciéndolo más para sí misma que para todos, pero aún así, todos escuchamos su suposición.

Todos la miramos inhertes.

— Es, es solo una sugerencia, no es que esa sea la razón. — dijo nerviosa.

— Pero eso es lo más probable. — dije frunciendo mi ceño y con mi cabeza trabajando.

— ¿Y qué es lo que vamos a hacer en caso de que esa sea la razón? — dijo Milton.

— No somos suficientes para enfrentarlos. — dijo Zayd recordando cuántos eran, y venían más. Eso lo podía asegurar.

— Sólo los vengadores pueden luchar, los demás no saben cómo. — dijo Jared.

— ¿Emma? — dijo Karla al ver mi expresión aturdida y perdida.

No teníamos opción y sabía que la idea era nula para todos, pero sin recursos, con pocos ángeles vengadores y los demás con el miedo implantado no tendríamos mejor opción y tenía a las personas correctas para hacer este tipo de cosas. Los ángeles aceptarían sin dudar una sola vez.

— Hablen a los demás, tengo una idea. — subí rápido al estrado y todos fueron a buscar a los ángeles que estaban resguardados en sus casas seguramente con sus familias.

Pero yo tenía a mi familia, ellos eran mi familia, y la familia se protegía, no importaba cuánta sangre se tuviera que derramar, no importaba cuanta gente tuviéramos que asesinar y con cuantos demonios tuviéramos que enfrentar.

Tenía una promesa, una promesa que no pensaba romper.

Todos llegaron y guardaron silencio cuando me levanté entre todos para hacer mis explicaciones.

— Nuestro personal no tiene los suficientes recursos para enfrentar tal horda de esa cantidad. Ustedes no pueden luchar porque no están entrenados para esto, sin embargo, los vengadores y yo podemos hacer el trabajo. Pero aún así no somos suficientes para enfrentarlos. — observé las caras horrorizadas de mis ángeles. Y odiaba ver a los más pequeños tener esa cara.

— ¿Emma? — llamó bajo Jared, pero no le respondí.

— Tengo una única opción, pero antes quiero decirles que entrenar a todos para que estén listos, llevaría mucho tiempo, en el cual, muchos mortales morirían. — estaba lista, pero, sabía que los ángeles llenarían su cara de alivio para cuando supieran la idea. — No hay que temer. — seguí. — Conozco a mortales que saben luchar.

La sala se llenó de caras confusas.

— Pero aún así los mortales no son arma suficiente para vencerlos siendo mortales. — dijo un ángel de la audiencia.

— Lo sé. — dije. — Es por eso que reclutaremos mortales para que se unan a la batalla, y así podremos vencer a los demonios. No hay mejor opción. — observé la cara de todos y ninguno parecía estar en desacuerdo.

— Los que estén a favor digan sí. — dijo Jared tomando mi mano.

La sala estalló con un sonoro "Sí".

Mortales convertidos en ángeles y sabía bien a quienes debería reclutar.

Emma, la caída de un ángel (Saga Genus #1)Where stories live. Discover now