Capítulo 72

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Jared

Corríamos por los matorrales con sigilo, las carrozas entraban en el castillo como la primera vez que entramos al mismo, teníamos todo listo y las formaciones eran geniales. No sabíamos comyo, pero el techo estaba completamente reparado como si no hubiera sucedido nada de nada hace 4 días.

- Es una lástima que su techo haya quedado tan lindo de nuevo. - dije con sarcasmo. - Ahora.

Nerea saltó junto a su grupo y después le siguieron todas las chicas, incluyendo a Verno. Los chicos ésta vez se encargarían de los guardias y los principales me seguían a mí saltando con las chicas.

Helen, Pamela y Zianya tomaron sus manos y volaron alto para después darse paso a romper el techo y los que seguían aterrizando en el suelo y formando la posición que Verno les había indicado.

Los demás y yo bajamos en picada haciendo la formación que habíamos acordado. Todos nos miraban con terror de nuevo. Debieron saber que vendríamos por ellos otra vez, esto no se acababa hasta que Emma saliera con nosotros.

Todos formábamos equipos de 3 ángeles, unos eran mixtos, otros eran mujeres y otros más sólo hombres.

Las súcubos fijaron su mirada venenosa en las chicas y gruñeron en su dirección. Las chicas sonrieron retándolas a que se atrevieran a tocarles un pelo.

Los demonios que se encontraban dentro del castillo nos miraron con su ceño fruncido, pero lo raro era que ni las súcubos ni los demonios se movieron de sus lugares, sólo observaron y todo el lugar estaba rodeado por ellos. No había ni un solo rincón que no tuviera ésas criaturas.

- Qué sorpresa hermanita. - dijo Baruck apareciendo en el pie de las escaleras vestido muy elegante. - De haber sabido que querías venir hubiera mandado una invitación para ti y tus amigos. - dijo sonriendo.

- Déjate de bromas, Baruck. - lo reprendió Verno amenazándolo con la mirada. - Lo que menos quiero es saber de ti, entréganos a...

- Oh basta, basta, basta. - dijo cortando lo que Verno iba a decir. - Hoy es un día muy importante, no quiero pelear contigo, hermanita. - Baruck sonrió y miró a sus sirvientes. - Por favor, traigan unas sillas para nuestros invitados, no los vamos a dejar de pie. - los sirvientes salieron dejando las sillas en nuestros lugares y se retiraron sin más. - Pónganse cómodos por favor, siéntanse en casa y disfruten del show. - dijo y todos los demonios y las súcubos que ahora miraban a Baruck se sentaron volviendo a la normalidad.

Nosotros fruncimos el ceño y nos miramos entre nosotros. ¿Baruck estaba pidiendo paz por hoy? De ninguna manera. No hasta que Emma saliera con nosotros.

Estaba preparado para abalanzarme y atacar a Baruck pero la mano de Verno se posó en mi hombro y negó con la cabeza dándome a entender que no era un buen momento.

- No ahora, Jared. - me dijo acercándose a mi oído. - Si lo haces no encontrarás a Emma, Baruck tiene que presentarla para que puedas llevarla con vida. - dijo Verno.

Por un lado tenía razón, sino no podría llevarme a Emma.

- Tercera llamada. - nos dijo Baruck con su gran sonrisa y nos hizo una señal para que tomáramos asiento.

Finalmente y resignados lo hicimos. Baruck ensanchó su sonrisa y una orquesta a lo lejos comenzó a tocar una canción instrumental que hacía que los músculos se relajarán.

- Damas y caballeros. - dijo Baruck con voz neutra. - Tengo el maravilloso gusto de presentarles a Emma, - señaló a lo alto de la escalera. - la reina de Saitor.

Las luces iluminaron la cara de Emma y ella lució una hermosa sonrisa. Todos aplaudieron y ella sólo miraba al público saludando.

Mis músculos se tensaron.

- ¿Qué? - dije con lágrimas en mis ojos.

- Jared. - dijo Verno en tono de advertencia. - No, es lo que Baruck quiere, no caigas en su trampa.

De mis ojos salieron unas lágrimas más. Emma lucía un vestido ajustado del color de las perlas, una pequeña tiara en su cabello rubio y unas pulseras en sus manos, sin embargo sus ojos estaban irreconocibles, más negros que antes si eso era posible, de ellos salían venas como si se aferraran a su rostro y su cara se había deformado como si la hubieran sometido a cirugía, pero eso no fue lo que me hizo soltar lágrimas, sino los moretones que rodeaban todo el cuerpo de Emma.

- Emma... - susurré sin poder creer lo que mis ojos veían.

Ella bajó las escaleras completamente y tomó la mano de Baruck con una gran sonrisa y le dio un beso en la mejilla, fue ahí donde mi alma cayó a mis pies.

Me paré de mi asiento y la miré mejor cuando las luces iluminaron su cara, ella tenía sus venas cargadas de icor, de tal manera que se marcaban en toda su cara, tal y como si su naturaleza fuera ser un demonio.

- Emma... - dije está vez haciéndome sonar por entre la orquesta.

Ella fijó su mirada en mí y borró la sonrisa de su rostro. Sus ojos se llenaron de lágrimas y en el mismo segundo en que aparecieron se esfumaron, pero ya no tenía la misma sonrisa de antes. Se quedó viéndome con los ojos muy abiertos.

La orquesta dejó de tocar y ella se tambaleó hacia atrás como si la hubieran empujado, soltando la mano de Baruck y haciendo que Verno se lanzara a atacar a su hermano.

Fue cuando se desataron los golpes entre las súcubos y los demonios. Mi vista seguía clavada en Emma, ella tocaba su pecho y me miraba con horror, después se volvió a tambalear y cayó en las escaleras mirando mi cara de nuevo como si yo le estuviera haciendo algo.

- No te quedes ahí, haz algo. - bramó Verno mientras tomaba su espada y la encajaba en la pierna de su hermano.

Parpadeé un par de veces y corrí hacia Emma, ella levantó su vestido horrorizada y corrió a tropezones cuesta arriba de las escaletas. Estaba huyendo de mí.

Finalmente se paró antes de llegar hasta arriba y yo llegué a su escalón y la observé con detenimiento y confusión.

- ¡No te quedes viéndolo, ataca! - le ordenó Baruck y ella sólo me veía con ojos asustados.

- ¡¿Qué se supone que estás haciendo?! - me gritó Verno mientras luchaba contra un demonio. - ¡Sácala de aquí!

Asentí y la tomé de la mano para guiarla a la salida, pero ella ponía resistencia y gritaba por auxilio, ¿qué rayos le pasaba?

- ¡De ninguna manera! - gritó Baruck lanzando lejos la espada de Verno. - Et factus est impetus.

Conviértete y ataca.

Y Emma lanzó un bramido de dolor para dar paso a su transformación y su cuerpo adquirió la misma forma que la había visto transformada por primera vez.

- ¡A él! - le gritó Baruck señalándome.

Verno tomó su espada de nuevo y se la encajo en la pierna de nuevo.

Emma lanzó un gruñido y se abalanzó contra mí.

Emma, la caída de un ángel (Saga Genus #1)Where stories live. Discover now