Capítulo 47

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Mis sentidos se pusieron alertas

— Hay un demonio. — le dije a Leik. — Y no está con Verno.

Leik se puso espalda a espalda con Pamela, quien se había vuelto una experta en la lucha en combate hombro a hombro y ella y Leik eran la mejor pareja para luchar juntos.

Jared y yo veíamos alrededor para percibir hasta el mínimo movimiento.

Mientras que ellos vigilaban me acerqué a Verno, quien yacía en el suelo con icor por todas partes. Saqué la daga de su herida y vi que aún no moría por tanto icor que emanaba de su herida.

Concentré mi poder y me sorprendí al ver que funcionaba incluso en demonios y reyes de ellos, como lo era Verno.

Verno abrió sus ojos exaltada y se puso en alerta rápidamente tomando su daga. Pero lo raro era que su alerta no era para nosotros, si no para la parte norte del bosque, dándome la espalda.

— Verno, ¿estás bien...? — me tapó la boca con un dedo y sin bajar su guardia.

— Él está aquí. — repasó el bosque con tan sólo la mirada. — Lo puedo sentir, escucho su icor viajar por sus venas. — cerró los ojos y una brisa sopló su pelo haciéndola ver aún más hermosa que lo que sus rasgos le beneficiaban.

Después de unos momentos de tener los ojos cerrados e inspirar hondo, abrió los ojos de golpe y observó una sola parte sin parpadear ni un solo instante.

Lo que hizo que la alarma sonara en mi cabeza era que miraba en dirección de donde yo venía. Y si el ser que decía ser hermano de Verno seguía el rastro que había dejado para Mason y encontraba nuestro lugar, todos estarían perdidos.

Mason...

Mason.

¿Emma?

Un demonio va en dirección hacia allá, ten cuidado.

Voy para allá.

Dejé de hablar en la mente de mi hermano y cuando miré a Verno vi que una figura se posaba a unos 10 metros de donde estaba ella. Y justo en el lugar donde ella observaba anteriormente.

Era un demonio sin duda, pero su parecido con Verno era inigualable. Los mismos rasgos pero más duros y el pelo de él era blanco grisáceo. Su estatura era mayor que la de Verno y sus ojos eran negros, junto al ojo derecho había un tatuaje en forma de espiral hacia arriba.

Vestía una chaqueta negra con el torso desnudo y unos pantalones ajustados casuales, en su espalda, colgaba una espada, y tenía guantes que dejaban al descubierto sus dedos. Todo el aspecto de un demonio juvenil.

— Eso no fue gracioso, Baruck. — dijo Verno con su arma baja y mirando venenosamente.

— ¿Disculpa? — dijo él más en tono de pregunta que un lamento sincero. — Pero que bajo has caído, hermanita. — se burló de Verno mientras caminaba lentamente a ella sin acercarse demasiado.

— ¿Yo caer bajo? Y tú de seguro estás muy alto en cuestión de lealtad a tu bando. — dijo Verno irónicamente. — Eres un traidor, por eso mi padre no dejó que gobernaras Edom, por eso siempre me elegía a mí. — Verno sonrió de lado cuando vio la mirada de veneno en su hermano. — Él siempre se avergonzó de ti.

— ¡Eso es mentira! — gritó furioso acercándose peligrosamente a su hermana. — ¡Tú lo engañaste con tu fachada de niña buena!

— ¡Yo no engañé a nadie! — gritó de vuelta Verno encarando a su hermano. — Tú siempre tuviste envidia y querías hacer creer que yo era alguien débil.

— ¡Eso es porque eres alguien débil! — se burló Baruck en su cara, acercándose más y mirándola desde arriba para dar a entender su puesto mayor. — Eres tan débil que tuviste que correr antes de que te encontrara.

Unos truenos resonaron en todo el lugar el cual cayó en un árbol y comenzó a incendiarse.

— Estoy a punto de demostrarte qué tan débil soy. — dijo Verno sin quitar la mirada de su hermano, retándolo para que se atreviera a contradecirla.

Baruck frunció el ceño mirando mal a su hermana, y entonces una flecha voló cortando el aire de tensión y se encajó en el cuello de él, abriendo paso con su filosa punta.

Miré hacia la dirección de donde provenía la flecha y pude ver a Dani con el arco en mano y aún en posición de defensa. Cuando vio que su blanco había sido una presa fácil sonrió de lado y sacudió su pelo marrón y ondulado dejando la tensión de lado. Todos habían mejorado sus habilidades, pero Cres se había enfocado en Dani para hacerla su aprendiz en cuanto al arco.

Detrás de Dani y Cres venía Mason junto a Karla y Zianya. El pelo corto y oscuro completamente lacio de Zianya se agitaba con la brisa que hacía a todos entrecerrar los ojos para poder ver mejor.

Baruck se quejaba por la flecha en su cuello y Verno lo seguía de cerca hasta que finalmente lo tomó por las solapas de su chaqueta y lo acercó a su cara. Sus narices respingonas eran idénticas.

— Lárgate antes de que pida el favor de que te maten. — lo soltó haciendo que Baruck tropezara y cayera de lleno al suelo, pero de un salto se levantó y recompuso su postura.

Y así, finalmente, desapareció como si nunca hubiera estado presente y en la cara de Verno se formó una mueca de desagrado, pero sus cejas no dejaban de estar fruncidas.

Los demonios que venían aliados con Verno aparecieron rugiendo y rodeando rápidamente a su reina, quien se encontraba alejada de nosotros por unos cuantos metros.

Todos nos miraban con veneno en los ojos pero ellos no sabían que nosotros no habíamos atacado a Verno, sino lo había hecho su hermano, que por cierta razón, tenían una rivalidad entre ellos dos.

Ahora mi tarea era investigar tres cosas acerca de Verno.

La primera, la razón por la que había venido, porque era claro que ella quería verme personalmente por una única razón, y sabía cómo atraerme.

La segunda, qué había pasado con su padre Asmodeus y la historia de Lilith.

Y la tercera, por qué su hermano trataba de matarla y discutían acerca del padre de los dos. Tal vez era la rivalidad típica entre hermanos, pero esto estaba lleno de odio, dudaba mucho que su rivalidad y la envidia de Baruck a Verno fuera normal.

Todos los ángeles se pusieron a mis lados, dispuestos a atacar por si a alguno de los demonios se les ocurría atacar sin recibir órdenes de su líder.

— Tranquilos. — dijo Verno mirándonos. — Ellos no hicieron nada. — miró un momento detrás de ella en donde su hermano se había ido y una brisa golpeó de nuevo.

— ¿Qué pasó entonces, Verno? — se acercó un demonio posando su mano en el hombro de Verno y viéndola con preocupación.

Su voz se me hacía demasiado conocida, la recordaba de cuando querían secuestrar a Jared en el lago. Verno lo llamó Aroc.

— Baruck. — dijo Verno seriamente haciendo que Aroc la mirara horrorizado.

— Lo encontraremos, Verno... Lo prometo. — tocó el hombro de Verno y ella lo miró a los ojos seriamente.

No lo harás.

Emma, la caída de un ángel (Saga Genus #1)Where stories live. Discover now