Capítulo 15: Descubrimiento inoportuno

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Me alistaba para dormir, desataba la corbata. ¿Cómo rayos era? Caramba. Respiré hondo y sonreí al sentir el aroma de Rosy en mí, el corazón volvía a latir fuerte cuando pensaba en ella, la corriente me recorría y se arremolinaba en mi estómago. Me encantaba.

¿Pero qué estaba haciendo? Estaba loco. Había querido hacer cosas raras, y al parecer muy íntimas con ella. ¿Besar su cuerpo? Si ni siquiera verlo era de buena educación y moral. Eso no era bueno, me propuse no volver a caer, quizá ella actuó normal, pero quién podía decir si quizá la había preocupado u ofendido sin saber...

Un toque en la puerta me hizo salir de mis pensamientos.

—¿Ocurre algo? —pregunté sin abrir. Ya sabía quién era, claro.

—Ay, ¿puedo pasar? —quiso saber Tania, parecía preocupada.

Dudé unos segundos si abrir o no, finalmente recordé que ya le había dicho que era novio de Rosy, así que ya sabía que no se podía acercar más de lo debido... Aunque había querido sentarse en mí al venir en la camioneta, y no la dejé...

—Vi un bicho en mi habitación, me asustan mucho. Es uno peligroso.

Arqueé una ceja. ¿Un bicho peligroso? Bueno, los había, pobre bicho. Le abrí y sonrió, estaba con ese pijama casi traslúcido, pero mis ojos no se desviaron.

—Muéstrame.

Se encaminó a su habitación y la seguí.

—¿No te aburriste estando sentado durante casi toda la fiesta?

—Bueno, no duró mucho, pero sí, un poco. Es que Rosy se fue así que ya no tenía nada que hacer.

—Las novias no hacen eso.

Llegamos a su puerta e hizo señas para que entrara.

—¿Y qué es lo que hacen?

Entré y di algunos pasos, buscando el olor a bicho.

—Ellas duermen con sus novios, y hacen más cositas.

Le dediqué una mirada de extrañeza por un par de segundos y continué con la búsqueda.

—¿Como qué cosas?

Se acercó.

—Tocarse, besarse...

Fruncí el ceño.

—No voy a decir qué es lo que hago con ella. Y tengo buenas noticias, no olfateo ningún bicho, ya debe haberse ido. Iré a dormir.

Pareció decepcionada pero no le tomé importancia.

—Ok, descansa. Algo más —fui hacia la puerta sin hacerle mucho caso—, nosotros solemos tener varias parejas a lo largo de nuestras vidas, así que, aunque tú nunca hayas besado antes ni hecho nada, ella sí.

La miré unos segundos. Encogí los hombros y salí tras una simple despedida.

Ya había supuesto que ella había besado a otros, si los humanos solían hacerlo. Aunque no podía negar que pensarlo me producía una muy fea sensación, como que me quemaba el estómago, como que me fastidiaba en el pecho... Un sinfín de cosas.


***

Tras despertar por culpa de gritos desgarradores en mis pesadillas en la madrugada oscura, volví a caer víctima del sueño...

Rosy estaba sobre mí, nos besábamos, gozaba de su calor, la tocaba, estaba perdido en su aroma. Ella me tocaba también, y sin perder más tiempo, su mano se fue a explorar hasta ahí abajo, haciéndome gemir contra sus labios.

Ojos de gato AcruxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora