Capítulo 19: Perdido

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Mientras corría iba recordando a Pradera, supe que había pasado ya por estos lugares, estaba bastante cerca de mi pueblo, quizá incluso vería a mi mamá.

Algo cálido se apoderó de mi pecho, similar a lo que sentía por Rosy, y muy diferente a la vez. Vería a mi mamá. ¿Cómo estaría? ¿Estaría? Eso me dio un poco de miedo, el agujero de la soledad tembló en mi interior, recordándome que ahí estaba y ahí estaría siempre.


Pradera corría a mi lado. Durante la noche habíamos hablado, se había acercado bastante a mí, había rozado su mejilla con la mía y había ronroneado. ¿Cómo no recordaba eso? Cuando pasé por el lugar lo hice, eso me trajo un cargo de conciencia. ¿Cómo le explicaría lo de Rosy? Me había apresurado tal vez pero para nada me arrepentía, era el colmo, probablemente iba a quedar solo. Estaba loco por Rosy, pero no iba a volver con ella, no merecía su perdón.

"Antes de que te vayas quiero unirme a ti".

Me paré en seco al recordar las palabras de Pradera.

Estaba cerca de un acantilado que daba a un río. Una muy alta caída. Me acerqué a ver, tratando de recordar qué pasó luego de que ella dijera eso, pero por alguna razón no podía. Puse mis manos en mi cabeza con frustración porque encima empezaba a doler un poco.

"Eso me encantaría." Mis propias palabras resonaron.

Respiré hondo y cerré los ojos. Entonces quizá ya estaba casado, pero de algún modo perdí el anillo que supuestamente daban. En eso detecté un aroma, uno peculiar, uno que ya conocía. Mi corazón se aceleró y la rabia empezó a correr por mi sangre.

Volteé y ahí estaba. El sujeto de ojos negros con tres de mi especie bajo su control seguramente. Más viejo, más acabado, pero él, al fin.

Empecé a gruñir de inmediato.

—¡¿Cómo me has encontrado si ya no tengo rastreador?!

Sonrió con burla.

—Eso crees... Aunque no era necesario tampoco, los muchachos ya conocen tu aroma, no era difícil suponer hacia dónde te ibas a dirigir. Ya conoces este lugar.

—¡Claro que lo conozco, por aquí pasé! ¡¿Por qué ustedes también lo conocen?!

—Te ayudaré refrescando tu memoria.

Los tres evolucionados avanzaron hacia mí y volví a gruñir con fuerza, alistándome para pelear si era necesario.

—Aléjense —amenacé entre dientes.

—Dos H.E desprevenidos corrían creyendo que estaban ya fuera de peligro —empezó a contar el hombre—. No sabían que nosotros estábamos cerca.

Mi cabeza dio una punzada haciéndome soltar un corto grito y apretármela. Traté de no dejar de gruñir, los de mi especie se habían detenido pero me tenían rodeado. El recuerdo vino a mi mente causando otro dolor, esta vez más prolongado.


Pradera sonrió tras mi respuesta, se empinó y juntó su frente a la mía. Me gustaba tenerla así de cerca, me hacía sentir bien. Sin embargo ese aroma vino y la hice a un lado, poniéndome delante de ella como escudo protector y empezando a gruñir.

Ahí estaba el tal Héctor, ya me había aprendido su nombre, con tres evolucionados de miradas frías y dos humanos más.

—No puedes irte así no más, nuestros estudios no han terminado —dijo.

Gruñí más fuerte.

—Sobre todo a esa H.E rara y defectuosa —agregó otro—. Si nos dices por qué es así, los dejaremos ir.

Ojos de gato AcruxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora