Capítulo 5

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1 mes y dos semanas después

Adrien se tiró cansado al sofá blanco. Observaba a través de sus ventanas el atardecer de la ciudad de París, exhausto por un día más de trabajo. Se acostó en el sofá con el objetivo de dormir un poco. Cerró los ojos lentamente, exhalando un poco de aire.

Por fin, un poco de paz...

...

Hasta que...

Un fuerte gritó se escuchó por toda la casa. El ojiverde abrió los ojos de inmediato.

Reconocería ese grito en cualquier lugar.

Se alzó urgentemente y salió de su habitación desesperado. Corría por los pasillos hasta llegar a una puerta de madera color capuchino, abriendola con brutalidad. Buscó a la inconsciente exasperado, y cuando se la encontró...

No...

No.

No no no

¡No no no no no!

-¡MARINETTE! -gritó escandalizado. -¡NO NO NO NO NO NO!

Corrió hasta ella a toda prisa. Tomó la mano de la chica con esperanza.

El pulso.

Su pulso.

Tocó la muñeca con el dedo índice y corazón. Tiene que estar viva. TIENE QUE SEGUIR VIVA.

El holter mostraba un ritmo casi inapreciable, al igual que al tocar la muñeca de Marinette. Estaba aterrorizado, su querida amiga se moría. No podía rescatarla. No lo logró.

-No te rindas Adrien. -le aconsejó Plagg.

El joven soltó la mano de la malherida y observó sus propias manos. Sangre.

Sangre.

Sangre...

...

SANGRE

Analizó el lugar con miedo. Un gran charco del fluido escarlata en el suelo. La cama de color beige ya no parecía de ese color, si no de un rojo oscuro, goteando por las esquinas. No podía estar ocurriendo eso. ¡AÚN NO! Sus iris no mostraban otra cosa que pánico, reduciéndose bastante su tamaño. Temblaban demasiado, igual que el resto de su cuerpo. Lágrimas caían de su rostro. Largos y anchos cursos de agua resbalaban por sus mejillas. No podía articular palabra. Ni siquiera podía moverse. Sus pupilas perdidas en las ensangrentadas manos. Sangre de Marinette. Sangre de su querida Marinette.

La perdió. La perdió por completo. No le quedaban esperanzas algunas. No le quedaba nada de ella. NADA. Inseguro de si rezar por su vida. Por la vida de su íntima. Su importante amiga. Pero... ¿Qué debía hacer? No estaba para nada seguro de que volviera.

No volvería su sonrisa.

No volvería sus miradas.

No volvería su voz.

No volvería la figura que tanto admiraba.

No volverían las bromas felinas.

No volverían las visitas al balcón.

No volverían los abrazos.

No volverían los consejos para conquistar a Ladybug.

No volverían sus hermosos ojos celestes.

No volverían las partidas de videojuegos.

No volverían las quedadas.

No volvería a reír de su timidez.

Gracias por cuidarme (Adrienette/MariChat) #PremiosLadybug2016#PremiosWaltTV2016Where stories live. Discover now