Capítulo 8

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Mamá...

Desde que desapareciste papá se ha vuelto muy distante conmigo...

Sé que me sigue queriendo, pero ya no me trata como antes...

Ya no somos esa alegre familia que no tenía ni un momento triste...

He intentado ignorar esa soledad que sentía...

Pero al final me consumió, y lo que realmente mostraba al mundo era esa falsa sonrisa que me servía de máscara. La imagen del chico perfecto al que todos idolatraban. 

Ya no era el mismo, no quería mostrar mis sentimientos, mis deseos, mi verdadero yo... A nadie. No sabía si debía confiar o simplemente callar. 

No tenía a nadie a quien contarle mis problemas, pues no salía de casa a menos que fuera para trabajar o para acudir a las clases extraescolares, así que comencé a pensar que lo mejor era rendirse. Dejar que las cadenas que me impedían vivir como yo ansiaba me ataran para siempre a esta mansión que llamo hogar.

Pero no pude. Mi orgullo no lo permitía. La esperanza prevalecería en mí. Podía conseguirlo. Debía seguir intentando. Me levantaré todas las veces necesarias, sin importa lo frágil que mi alma se encuentre en esa ocasión.

Quería ir al instituto. Necesitaba salir de esa casa por lo menos unas horas cada día. Insistí, hartando a mi padre y escapando para llegar a mi objetivo. Fallaba constantemente, me cachaban en las escaleras, o en la puerta de la mansión. A veces me preguntaba...

¿Por qué continúo deseando esto?

¿Tanto lo necesito?

¿No sería más fácil olvidar todo y quedarme con esta insulsa vida?

¿Qué es lo que me impulsa a no darme por vencido de una vez por todas?

No conocía la razón, pero ya no me importó, porque al fin conseguí lo que me propuse.

Convencer a mi padre.

Sí, lo logré. Me consintió el capricho de ir al instituto; supongo que será debido a tanta persistencia con la que luché.

Y allí la conocí. 

Conocí a Marinette, una chica a la que veía como una compañera al principio. Se comportaba muy rara a mi alrededor, tartamudeando y siendo mucho más torpe de lo que es cerca mía.

Nunca adiviné por que era así, tal peculiar comportamiento que nunca viera. Supuse que era tímida y por eso no se acercaba mucho.

Después conocí a Ladybug, la nueva heroína de París, el primer día de clases. Yo también soy un superhéroe. Me llamo Chat Noir y soy el compañero de Ladybug.

Me enamoré perdidamente de ella. Tan bella, valiente, fascinante... Era la chica de mis sueños. Yo siempre la coqueteaba e intentaba impresionar, pero mis intentos fallaban constantemente. Creo que ya amaba a otra persona, y eso me molestaba un poco.

Con el paso del tiempo, la mansión obtuvo un ambiente más frío que antes. Ya casi no tenía contacto con papá, y ni me molestaba en tenerlo porque ya sabía que a el no le gusta que le interrumpa sus horas de trabajo, que son todo el día.

Caí en una profunda depresión que oculté de todos; no quería preocupar a nadie. 

Ja. Perfecta excusa para algo insignificante, tan desestimable como yo.

Todos me quieren por la imagen que obligado enseño. Nadie aprecia mi verdadera forma de ser, mi forma de expresarme.

Nino buscaba la forma de animarme, y aunque yo fingía una sonrisa, no se conformaba con ella, nunca lo hacía. No podía hablar de ello, con solo pensarlo ya me hundía aún más de lo que ya estaba.

Gracias por cuidarme (Adrienette/MariChat) #PremiosLadybug2016#PremiosWaltTV2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora