«CAPÍTULO CUATRO»

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Capítulo cuatro: La llamada.

El rubio empezó a seguir a Alex a una distancia predeterminada para que esta no se dé cuenta de su presencia. Se sentía como un acosador, pero realmente era una chica muy misteriosa y él era un chico muy curioso, no quería quedarse con preguntas sin responder.

"¿Por qué Alex caminaba tan sola hacia su casa?" Era una de sus preguntas.

La chica se metía entre callejones y más callejones. Al parecer no vivía en una zona muy habitada, lo que le daba más misterio a su personalidad.

Descuidadamente Jacob pisó un charco haciendo un sonido ahogado.

Alex inmediatamente giró su cabeza pero no encontró persona alguna. Arqueo una ceja y alzó la cabeza.

Un cuervo.

"Tal vez haya sido eso" pensó.

Jacob salió de su escondite y a trató de volver a seguir a la chica, pero desgraciadamente la había perdió.

Despeinó su rubia cabellera y empezó a caminar sin rumbo alguno, hasta que una pequeña tienda de música le llamo la atención.

—Anairam—leyó en el letrero—. Que extraño nombre. Tal vez sea japonés... o francés—pensó en voz alta.

No lo pensó ni un segundo más y entró.

Un fuerte olor a guardado le invadió las fosas nasales haciéndolo arrugar la nariz. Había todo tipo de instrumentos antiguos, lo que le resultó una gran fascinación.

A Jacob siempre le habían encantado los instrumentos musicales.

Le parecía extraño que no haya nadie atendiendo.

Miró hacia todos lados, hasta que una batería de color carmesí le llamo la atención. La miró con detenimiento y se acercó a ella por curiosidad.

Estaba media cubierta por una manta color amarilla.

La tiró hacia el suelo dejando que una pequeña capa de polvo saliera de ella. Tosió un poco y se acercó hacía la batería, acariciándola cuidadosamente.

—Es hermo...

—¿Qué estás haciendo?

Jacob se sobresaltó al escuchar esa voz en su espalda.

—A-Ah... discúlpame y-yo... Y-yo no quería...

Nervioso, alzó la mirada para encontrarse con la dueña de la batería y tal vez la de la tienda. Sus ojos azules se encontraron con los ojos marrones de la castaña.

—¿Alex?

—Me sigues todo el camino y luego agarras mis cosas sin permiso—espetó con cierta molestia.

El chico sintió como sus mejillas se calentaban.

—¿Te diste cuenta?

—No soy tonta—dijo mirando a otro lado—. Además... si vas a terminar en la clase tres tienes que estar alerta en todo momento.

Jacob sintió ese nudo en el pecho nuevamente.

—¿¡Qué demonios ocurre en la clase tres!? —gritó ya cansado de tanto misterio asustando a Alex.

—Te advertí que no te acercaras a mí. Aunque supongo que... igual ya era tarde.

—No entiendo ¿De qué me estás hablando?

La chica lo miró unos segundos y suspiró relajando sus facciones contraídas. Nadie en la escuela le había contado y si no lo hacían pronto las cosas se pondrían de mal en peor.

Who is Dead?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora