Tomó mi mano y me condujo hasta la habitación con una sonrisa traviesa.
Tiré de su brazo para acercarlo hacia mà y asà poder abrazarle. QuerÃa tocarlo, querÃa recorrer cada parte de su piel y sentir ese ligero pero dulce aroma.
Mordió mi labio inferior tirando levemente de este y nos besamos sin ningún pudor, jugando con nuestras lenguas y saboreando cada centÃmetro de él.
Nos separamos por falta de aire, sintiendo cada uno las respiraciones del otro.
- Siéntate -me ordenó señalando la cama.
- ¿Quieres jugar? -cuestioné mientras levantaba una ceja y recorrÃa su increÃble cuerpo desnudo con la mirada.
No dijo nada, se limitó a observarme con esos ojos castaños y obedecà sentándome en el borde de la cama.
Su esbelta figura se acercó y me empujó haciendo que mi espalda rebotase contra el colchón.
Comenzó a gatear con lentitud por mis piernas hasta sentarse en mi cintura y me cogió ambas manos para colocarlas en sus nalgas.
- Los chicos pueden venir en cualquier momento -añadÃ- ¿está bien hacer esto?
- ¿Crees que realmente eso me importa ahora? Además -se acercó a mi oÃdo, podÃa sentir su respiración en mi piel- ¿no crees que eso lo hace más excitante?
Agarré su trasero con fuerza clavando mis dedos en él.
- Namjoonie -gimió- ya sabes que hacer.
Di el primer golpe y arqueó la espalda, abriendo su boca lentamente y reteniendo cualquier sonido.
Di el segundo y hasta un tercer golpe, cada vez más fuertes, dejando en su nalga la marca roja de mi mano.
Finalmente dejó escapar un grito ahogado en placer que hizo vibrar mi miembro. Verle asà me estaba excitando.
SabÃa que lo disfrutaba, yo era el único que conocÃa esa faceta suya que se ocultaba detrás de su increÃble bondad.
Nadie más conocÃa al verdadero Kim Seokjin.