54. Compromiso

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Al día siguiente...

Me despierto un 12 de agobiada en una escala del 0 al 10. Dormir con Ethan en esta cama es un verdadero suplicio. No sé por qué duermo tan mal si la cama de mi residencia es igual, supongo que será porque ya no estoy acostumbrada a dormir aquí...

Según la luz que entra en mi habitación, calculo que serán cerca de las 11 de la mañana. Despierto a Ethan dejando besos por su pecho y su cuello y no tarda en abrir los ojos.

—Te quiero mucho pero he dormido mal de cojones—susurra.

Me río sin poder evitarlo y parece que se molesta aún más. Escucho los pasos de mi madre cerca de mi habitación y salgo de la cama. Voy al baño y me encuentro con ella en el pasillo.

—Buenos días mamá.

—Buenos días cariño, ¿qué tal habéis dormido?

—Mal, no recordaba mi cama tan pequeña.

—Podríamos traer un colchón de esos inflables.

—¿Tenemos de eso?

—No, pero puedo pedir uno.

—Vale, gracias.

Después de ducharme vuelvo a mi habitación envuelta en una toalla y veo que Ethan sigue dormido.

—Despierta Ethan...

—Mmm...

—Si te despiertas podremos aprovechar el día...

—Tengo sueño.

—¿Has venido para pasarte todo el día durmiendo?

—Son las jodidas 12 de la mañana, he dormido una mierda y...

—Conseguiré un colchón de esos inflables, ya he hablado con mi madre.

Se frota la cara con las manos y me mira con una mueca de enfado. Sé por experiencia que un Ethan cansado es un Ethan insoportable así que no sé si será mejor que le deje durmiendo.

—¿Qué cojones quieres que hagamos?

—No entiendo cómo tener sueño puede transformarte de esta manera.

—¿De qué manera?

—Mira, haz lo que quieras. Quédate todo el día durmiendo, yo tengo cosas que hacer.

—¿Qué se supone que tienes que hacer?

—¿Vienes o no?

—Paso.

¿Qué? ¿Cómo que pasa? Sinceramente pensaba que no tardaría en disculparse por su mal humor y vendría conmigo. Su actitud y su última respuesta hace que me hierva la sangre.

—Recuerda que estás en mi casa. Si no quieres hacer planes conmigo entonces no sé qué coño haces aquí.

—Muy bien.

Observo atentamente como se viste y mi boca se abre ligeramente al ver que coge su móvil, su cartera y sale por la puerta.

—¿A dónde te crees que vas?

—A que me dé el aire.

—¿Se puede saber qué te he hecho para que estés así?—digo intentando controlar el tono de mi voz porque sé que mi madre nos está escuchando.

Atraviesa la puerta principal de mi casa y agradezco que mi madre nos esté dando un poco de intimidad.

—No me apetece estar contigo ahora mismo.

Mi futuro y élDonde viven las historias. Descúbrelo ahora