Capítulo 31

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♥ RIP grandpa Payne... ♥ 

Tras un largo y dificultoso viaje en coche en el que tuve que desviarme bastantes veces para no terminar con el agua en el cuello, llegué a casa de mi primo. Aparqué el coche justo en frente de su jardín, esperando en el interior por varios minutos con la esperanza de que la intensidad de la lluvia disminuyera, así dándome una oportunidad para salir corriendo a refugiarme en el hogar del pelirrojo.

No fue así.

Tras un largo rato de espera decidí cubrirme la cabeza con la chaqueta, ya que salir al exterior con un triste y miserable paraguas resultaría inservible. Debo añadir que las ráfagas de viento habían desplazado ya varios contenedores de basura.

Recé mentalmente para que no le ocurriera nada a mi coche, o por otro lado tendría que volver a Doncaster andando. Y no me apetecía, sinceramente.

Cogí una gran bocanada de aire y sin tener tiempo a pensármelo dos veces abrí la puerta y salí de un salto, comenzando a correr hacia la entrada de la casa.

Piqué al timbre diversas veces a una velocidad vertiginosa, aguantando mi chaqueta con la otra mano sobre mi cabeza.

-¡Ed! –Le llamé mientras el agua me calaba hasta los huesos-. ¡Ed, abre la jodida puerta!

Varias risas se escucharon desde el interior y escuché pasos acercarse, por lo que dejé de llamar y me agarré la chaqueta con fuerza para que no saliera volando.

La puerta se abrió a los pocos segundos, Gemma por detrás de ésta vistiendo con la sudadera azul de Ed. ¿Qué narices…?

-Oh, Louis –frunció el ceño con gesto de sorpresa, casi formulando mi nombre en forma de pregunta-. Pasa, pasa, ¡te estás empapando!

-No me digas… –mascullé, corriendo hacia dentro.

Debo añadir que tenía un humor de perros en aquellos momentos.

Al entrar vi a Ed caminando hacia nosotros por el pasillo con su típica expresión chulesca, soberbia y a la vez indiferente. Típico de él.

Vestía con una camiseta de manga corta de color rojo que permitía la vista de sus brazos tatuados y unos pantalones tejanos anchos y desgastados, todo muy… a su estilo.

-Eh, morena –llamó a Gemma-. Ves al salón, ahora te acompañamos. Louis y yo tenemos que hablar.

La chica me miró por un par de segundos y luego asintió, comenzando a caminar hacia el sitio indicado. Mientras tanto, yo dejé mi chaqueta empapada en el colgador de la entrada.

Tenía unas ganas inmensas de llorar, de que alguien me abrazara y me dijera que todo iba a ir bien. Y eso, con Ed, no iba a ocurrir en la vida. Lo miré tratando de mantenerme firme, apretando los labios para que me dejaran de temblar.

-Ed… –comencé a hablar, pero mi voz se quebró antes de que pudiera pronunciar una segunda palabra.

-Joder –suspiró al notar mi estado-. Vamos, no me digas que vas a llorar.

Negué con la cabeza, incapaz de decir nada. De repente la vista se me comenzó a nublar y las mejillas empezaron a arderme, el nudo de mi garganta aumentado de volumen considerablemente.

-Vaya mierda –escupió entre dientes relajando su postura, cosa que agradecí-. Vale, va. Ven.

Abrió los brazos ante mí, dándome a entender que ya tenía un hombro en el cual llorar… literalmente. Fue un gesto muy, muy raro en él, pero no fue rechazado.

East Of Heaven ~ Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora