Archivo no. 002

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El Agente Especial Ronald Carter subió las escaleras que llevaban a la sala donde usualmente tenía las juntas por las mañanas, conocida como la Sala H, y que ahora contenía a la posible responsable del atentado al edificio de la 54 que al parecer se empeñaba a muerte en hablar con él.

Cuando llegó al edificio en cuestión se dio cuenta de que el Equipo de Desarme de Explosivos había terminado de desarmar todos los elementos que los perros habían encontrado, y la sospechosa había sido tomada en custodia. Sin embargo, cuando regresó al Cuartel General se enteró que de alguna manera ella también había persuadido a sus agentes de que la llevaran ahí. Por el pasillo se encontró con Jeremy Davis, quien había llevado a cabo la operación.

—¿Cuál es el estado, Davis?

—Es peor que un dolor de muelas, señor —dijo entregándole una carpeta que sorprendió a Carter por su ligereza. Dentro sólo estaban los archivos correspondientes a la operación de hacía unas horas, pero nada acerca de la mujer en cuestión. Miró interrogante al otro hombre, que se encogió de hombros.

—Primero fue una batalla para lograr que se dejara tomar las huellas. Insistía en que no la tocáramos, y cuando logramos que se quedara quieta —Jeremy hizo una pausa, levemente frustrado. El joven agente tenía poco tiempo en la fuerza, pero siempre había tenido un desempeño notable. Que no hubiese podido tomarle las huellas a alguien constituiría una clara burla ante sus compañeros cuando se enteraran de lo sucedido—. No tiene huellas digitales. Sus yemas están completamente lisas, como si se las hubiera lijado. Asegura que se lo hizo mientras trabajaba en su jardín.

—Claramente —observó mordaz Carter.

—Las muestras de ADN que le tomamos tampoco demuestran antecedentes en el sistema.

—¿Al menos tienen un nombre? —exclamó irritado. Ese día ya había sido lo bastante difícil como para encima tramar con criminales fantasma.

—No, señor —respondió apenado Jeremy—. Dice que sólo hablará con usted. Aunque con la expresión que tiene cada vez que lo dice, creo que espera que usted sea un tipo de Edward Hoover.

El comentario hizo sonreír a ambos. Carter abrió la puerta de cristal a su derecha y entró en la sala. En ella ya se encontraba su compañera, la Agente Especial Portia Turner, haciéndole preguntas a la sospechosa sentada en el otro extremo de la mesa.

—¿Usted plantó las bombas en el lugar? —inquirió la agente con voz firme.

Silencio.

—¿Es consciente de que los cargos de terrorismo y posesión de explosivos podrían darle de cinco a treinta años en prisión?

Isabella siguió sin contestar nada, impertérrita. Carter notó que Portia trataba de ocultar su frustración, pero ésta comenzaba a hacerse evidente. Cuando advirtió su llegada, se retiró a un extremo de la habitación para cederle su lugar.

—Me dijeron que deseaba hablar conmigo —anunció mirando a la mujer de gris—. Soy el Agente Especial Carter, subdirector de la brigada antiterrorismo.

Isabella lo escudriñó de pies a cabeza con el ceño fruncido antes de abrir la boca por primera vez desde que había entrado al edificio.

—Usted no me sirve. Comuníqueme con su supervisor —respondió mirando hacia otro lado.

Carter compartió una mirada significativa con Jeremy, que se había quedado en el fondo y cuchicheaba con Portia.

"Mi supervisor tiene más de sesenta años y aunque conserve la mente de un genio, no tiene ni el tiempo ni las ganas de tratar con gente que se cree más importante de lo que en verdad es" quiso decir Carter. Sin embargo, logró contenerse y en lugar de eso terminó diciendo:

La Consultora del FBIWhere stories live. Discover now