Archivo no. 004

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—Vamos a proceder a colocarle el localizador donde acordamos, en la parte posterior del brazo izquierdo, cuatro centímetros debajo del hombro —dijo la doctora inclinándose sobre Isabella.

Ésta mantuvo una cara impasible mientras la otra mujer hacía su trabajo. Al ver que no era necesitado ahí, Carter salió unos momentos del laboratorio.

Llevaba todo el día de mal humor. Aún podía escuchar las instrucciones del director Kelley en su cabeza.

El día anterior

—Puede quedarse —dictaminó Patrick leyendo la nueva versión—, con una condición.

—¿Cuál? —respondió Carter.

—Tú serás el responsable de ella, no me fío de esa chica. Lo que significa que quiero que esté a tu lado en cada momento, y me reportes todas y cada una de sus acciones -finalizó Kelley mirándolo seriamente por arriba de sus lentes de montura metálica.

De haber sido unos años más joven, Carter se habría levantado de su asiento haciendo un escándalo. En lugar de eso, se mantuvo donde estaba y trató de reprimir su malestar.

—Patrick, no tengo el tiempo para hacer de niñera. Por favor, endílgasela a Emerson de Fraudes Bancarios o a...

—Ella te eligió a ti, y punto final -Kelley se recargó en su asiento y suavizó su expresión—. Velo como una ventaja, muchacho. Aprovecha todos los contactos que esa tal consultora pueda tener para atrapar a todos los criminales que puedas. Al fin y al cabo, sólo serán dos meses. Mientras tanto, yo procesaré su solicitud y pondré a otro agente a buscar a esa persona que desea encontrar.

—Dos meses en el infierno, quiere decir— murmuró Carter.

—¿Dijo algo, Agente Carter?

—Nada, señor.

•••

El sonido de la doctora quitándose los guantes de látex regresó a Carter a la realidad.

-Ya quedó. Marcus recibirá la información del localizador las veinticuatro horas, y él se las pasará a ustedes. Eso si aún le quedan neuronas para recordarlo —comentó con desdén.

—Gracias, Natalia —respondió Carter con gesto cansado.

Marcus era el encargado de todo lo relacionado con tecnología, y por lo tanto parte esencial del equipo principal de la brigada, conformado por Carter, Portia, Denzel y Natalia. El cuarteto lo había atrapado intentando filtrar al público unos archivos confidenciales del FBI en su blog personal, y gracias a la persuasión de Portia y la intimidación de los músculos de Denzel, habían logrado que cambiara de senda y trabajara con ellos. A pesar de ser unos meses mayor que la joven médica, por ser el que se había agregado al último aún era el blanco de todas las bromas del grupo.

Aparentando ser mucho menor de lo que en realidad era, la Dra. Natalia Derby era la segunda mejor forense del FBI. El primer lugar le pertenecía a su tío, Samuel Derby. Era un secreto a voces que él le había conseguido el trabajo, pero a Natalia no le importaba. En realidad, la mayoría del tiempo era difícil saber qué pasaba por la mente de la joven que había decidido pasar su vida abriendo cadáveres para ganarse el pan. Había nacido en Inglaterra, en un pequeño pueblo de nombre fácil de olvidar, y aún conservaba cierta flema británica. Llevaba el cabello rojizo por debajo de la oreja, y no pasaría el metro sesenta, que la enorme bata blanca acortaba aún más.

—No es nada. Debo regresar al laboratorio, nos vemos luego —se despidió Natalia haciendo un gesto con la mano—. Por cierto, no es tan mala persona como parece. Me agrada —comentó mientras pasaba a su lado.

Carter abrió la puerta del laboratorio lo suficiente para asomar la cara. Isabella se encontraba justo como la había dejado, pasando cuidadosamente sus pálidos dedos sobre la incisión que Natalia había suturado momentos antes.

—Tú. Sígueme —le indicó Carter con un movimiento de cabeza. Comenzó a caminar por el edificio sin girarse para ver si ella lo seguía. Sin embargo, rápidamente se dio cuenta de que así era gracias al sonido de sus tacones amortiguado por el alfombrado.

Pensó que intentaría hacerle conversación durante el trayecto, pero no sucedió, cosa que agradeció internamente. No era bueno con las pláticas banales, y no se le ocurría de qué podría hablar con esa mujer. Además así se evitaba tener que presentarla a otros agentes. Cualquiera que los viera pensaría que se trataba de algún testigo que iba a prestar declaración.

Tomaron el elevador y llegaron al tercer piso del edificio, donde se encontraba la sala H. Fue hasta que se encontraron frente a la puerta que se volvió hacia ella para permitirle pasar primero.

Isabella levantó una ceja irónica ante la inesperada muestra de galantería, y sin dudarlo entró a la sala.

—¿Se puede saber por qué el recorrido termina aquí, agente Caster? —preguntó cruzándose de brazos mientras miraba a su alrededor.

—Es hora de que conozcas a mi equipo —explicó dirigiéndola hacia el otro extremo de la sala, e ignorando deliberadamente el error en su nombre. La sala H se llamaba así por su forma: costaba de dos largas habitaciones verticales conectadas entre si por un estrecho pasillo, de tal modo que era posible para dos personas estar en extremos opuestos de la sala sin que una supiera de la existencia de la otra.

Al virar por el pasillo se encontraron con Denzel, Portia y Marcus sentados alrededor de una mesa de cristal charlando entre ellos.

-Ya conociste a Denzel, Natalia, y a mi compañera, Portia. Ese de ahí es Marcus, que nos ayuda con todo la relacionado con informática —Carter señaló al muchacho de desordenados rizos oscuros y barba incipiente sentado junto a Portia.

Éste se levantó de un saltó en cuanto los vio entrar y se acercó con una sonrisa.

—Mucho gusto. Marcus Gilman, encantado. He oído bastantes cosas de ti por parte de mis compañeros —anunció ofreciendo su mano a Isabella para estrechársela.

—En efecto, es un gusto Marcus, pero por favor no me toques —Isabella declinó suavemente el ofrecimiento, dejando a Marcus con la mano en el aire.

—Espero que tengas un buen motivo para hacerme trabajar tan temprano un sábado, Carter —dijo Portia.

—Ella tiene razón, señor —intervino Marcus—, tenía planeado lavar la ropa e ir a ver el juego de los Lakers después de...

—A nadie le interesan tus actividades, Marcus. Vinimos a prevenir una posible situación crítica y espero que así sea. Vamos a trabajar —aclaró Denzel dándole la palabra a Isabella.

La Consultora del FBIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora