Only fools rush in

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El repiqueteo de los dedos de Luke Hemmings en el mostrador, hacía eco en el hall del Hotel. Nadie iba a vacacionar a Australia en invierno, nadie con sentido común, al menos. En el verano se llenaba de personas que pretendían ser surfistas profesionales, pero en el invierno todo era tan tranquilo que Luke consideraba la idea de correr hasta la playa y ahogarse, solo por hacer algo interesante. Lo único que acompañaba el ruido que el rubio hacía no solo con sus dedos sino también con su pie izquierdo, era la aguja del reloj que marcaba los segundos.

Tan concentrado estaba en su miseria, que casi no escuchó que la puerta del Hotel se abría, dejando pasar por ella una familia pequeña y adinerada. Luke había aprendido a no afectarse cuando recordaba sus vacaciones de invierno (inundadas de frío y "no, Luke, tampoco podemos comprar soda hoy"), sin embargo habían determinadas familias huéspedes del hotel que lo hacían sentir como un vagabundo. Ésta era una de ellas.

Se habían puesto innecesariamente en una fila perfectamente calculada, el hombre que caminaba delante ni siquiera dejaba ver quién caminaba detrás. Internamente, Luke rodó los ojos. Cuando llegaron al mostrador, el hombre se paró frente a Luke, desdé atrás salió una mujer que se paró a su derecha y a su izquierda se paró... Me lleva, pensó Luke. A su izquierda se paró un chico joven como Luke. Y eso era lo único que tenía en común con Luke, porque el chico era hermoso, tenía dinero y seguramente iba a pasar unas mejores vacaciones que él. Procuró no mirarlo demasiado cuando se dirigía al hombre de en medio.

—Buenas tardes.

—Buenas tardes—contestó el hombre. Llevaba un traje azul sin corbata, Luke en envidió esa suerte ya que su corbata estaba por cortarle la respiración. Más o menos—. Reservamos una habitación a nombre de Clifford.

Luke asintió y buscó en la computadora, como el día estaba tan vacío, no le llevó nada de tiempo encontrar su nombre.

—Clifford, habitación 101—anunció Luke.

Iba a hablar otra vez, pero una voz fuerte y un poco ronca lo interrumpió.

—¿Habitación 101? ¡Papá, me prometiste una para mi solo!

A Luke no le sorprendió ver que quién se quejaba era el chico lindo, generalmente era así. Todos los hijos de gente rica parecían tener una inagotable capacidad de ser insoportables. En el día a día de Luke, sus comportamientos le eran irrelevantes, en cambio sintió algo de pena esa vez al darse cuenta de que el chico lindo era simplemente otro niño mimado del montón.

Estaban discutiendo los tres a la vez del otro lado del mostrador, mientras Luke observaba la escena con aburrimiento. Otra cosa típica en ese tipo de huéspedes era su inagotable capacidad de discutir. Lanzó una mirada a George, el botones, que se encontraba parado a un lado del mostrador, un poco escondido por el pasillo que salía de éste. George giró los ojos hacia él y Luke le lanzó una sonrisa.

—Disculpe—se oyó la voz del señor Clifford.

Luke volvió a mirarlo con un poco de nerviosismo.

—¿Si?

—¿Puede darme otra habitación?

Revisando sin sentido en la computadora (ya que el hotel estaba prácticamente vacío), eligió una habitación un poco apartada de la otra, porque al fin y al cabo Luke era un joven más y entendía al chico lindo aunque fuera caprichoso.

—Habitación 124, ¿está de acuerdo?

—Si, muchas gracias.

George se acercó hasta los huéspedes y los ayudó a cargar las valijas con destreza. El señor y la señora Clifford siguieron detrás de George hablando entre ellos, mientras que el chico lindo esperó unos segundos para girar los ojos en sus órbitas hacia Luke mientras señalaba a sus padres, claramente haciéndolo cómplice de su disgusto. Luke se limitó a darle una sonrisa torcida.

Muke SeriesWhere stories live. Discover now