Capitulo 9

6.1K 387 20
                                    

A duras penas había podido conciliar el sueño, que difícil dormir en un sitio distinto, donde por la noche el calor también era insoportable pese a estar rodeada de diversos árboles

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.


A duras penas había podido conciliar el sueño, que difícil dormir en un sitio distinto, donde por la noche el calor también era insoportable pese a estar rodeada de diversos árboles. Lo bueno de todo que el aire acondicionado pudo sosegarla, más sin embargo, al momento de apagar las luces, la abrumadora oscuridad asustaba. En tres ocasiones se puso en pie y prendió la lámpara a un costado de la cama, esa que se hallaba sobre el buró. Caminó de un lado a otro inhalando y exhalando el aire de sus pulmones, en cuanto se sintió cansada, regresó a la cama.

- Buenos días, señora -irrumpieron en la habitación de improviso. Era Martina, el ama de llaves, que fue directo a las cortinas para correrlas y dejar entrar... ¿La oscuridad?, ¿aun no había amanecido?

- ¿Días? -exclamó sorprendida sin pararse de la cama, así envuelta con la sábana hasta el cuello. Martina sostuvo entre sus manos el mando a distancia del aire acondicionado y lo apagó. Dulce frunció el ceño en desacuerdo, el calor era sofocante sin ese aparato encendido.

- Sí, señora. Son las cinco de la mañana y el señor Ricardo me encargo que viniera a despertarla, así que solo cumplo las órdenes de mi patrón. Venga vamos, levántese -eso lo emitió con voz de mando. Dulce no pudo contener el enfado.

- No lo haré -se opuso escondiendo el rostro debajo de la tela de las sabanas blancas. Durante algunos segundos, escucho solo silencio, creyó que Martina se había marchado y volvió a dormitarse-. Mejor salga de mi habitación y déjeme dormir, que ayer fue un día agotador -murmuro ya con los ojos cerrados.

- El señor Ricardo dijo que si no entendería por las buenas, lo haría por las malas -De nuevo la voz de Martina, en cuanto descubrió el rostro para alegarle, sintió un líquido frío empapándola.

- ¡¿Qué le pasa?! ¿Acaso esta loca? -expresó irguiéndose como resorte de la cama. Su vestimenta, más bien ese vestido blanco que había usado el día anterior y tuvo que ocupar para dormir, estaba mojado por completo de la parte superior. Al igual tenía el cabello húmedo y ni que decir del frío incomodo que empezó a sentir-. ¿Cómo se atreve?

- Ya le dije que recibí ordenes, y al negarse, no tuve otra opción que mojarla. Ya se acostumbrara, si es que no se adapta pronto a levantarse temprano -refuto Martina. ¿Pero que rayos le pasaba a esa mujer?, ¿No existían los diálogos en ese lugar?, si al menos le hubiese dado tiempo de espabilarse bien.

- ¿Dice que se lo ordeno mi esposo? -El ama de llaves asintió-. Bueno, pues ahora mismo iré a levantarlo igual, para que vea lo que sentí -añadió molesta. De verdad que lo estaba, torcía los labios y fruncía el ceño. Mantenía los brazos cruzados y la espalda encorvada.

- Ni se tome la molestia -exclamo Martina, con el balde ya vacío sostenido por el mango entre sus manos-. Su esposo salió a la planta de producción desde hace como media hora -Elevó una ceja sorprendida. Vaya que Ricardo si era comprometido en lo que hacía, por algo se ganó en su momento la confianza de su padre. Por esa entrega y dedicación en el trabajo.

Dulzura Destruida ©Where stories live. Discover now