Capitulo 10

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Durante todo el camino, se mantuvo pensando en lo sucedido hasta hace algunas horas en la hacienda, donde las lágrimas de Dulce lograron conmocionarlo para que accediera a buscar una opción que la sosegara. Dentro de sus planes no estaba contemplado el que ella hablara con sus padres antes de lo estipulado, eso solo era cumplirle un capricho que no debería obtener. Sin embargo, ya que inconscientemente fue lo primero que se le ocurrió decir, se veía forzado a cumplir su palabra.

Por todo lo anterior, de algún modo intentaría que la familia de Dulce, no se enteraran en donde se encontraban. Si Álvaro, por una infortunada razón llegara a conocer su paradero, de inmediato relacionaría los hechos. Era un riesgo que Ricardo por nada del mundo pretendía correr, por eso también, había que continuar mostrándose paciente ante Dulce, y no caer por lo pronto en su desconfianza.

Con respecto a ella; por lo que se notaba disfrutaba mucho dormir durante los viajes en auto, porque esta vez al igual que el día anterior, mantenía los ojos cerrados y estaba acurrucada al asiento con el rostro de lado. Justo cuando él le dirigió la mirada, despegando por unos segundos la vista del camino, pudo contemplar que la chica involuntariamente se llevó una mano sobre el regazo y el vestido se levantó un poco dejando más al descubierto sus bronceadas piernas.

Ricardo no paso por alto ese punto y desafiando a su instinto le echó un ligero vistazo. Dios, era tan sensual. Su hermoso cabello trenzado le caía sobre su hombro cubriéndole una parte de su pecho casi al descubierto y es que al parecer el vestido no le entallaba del todo en la parte superior y cómo iba profunda, ni cuenta se había dado de ese detalle.

El hombre sacudió la cabeza e intentó liberar sus pensamientos, ¿Cuánto tiempo más se resistiría a tenerla en su cama?, tal vez no afectaría el que cumpliera sus derechos de marido, al final de cuentas el matrimonio era legal y que más daba si después tuvieran que separarse. Ya encontraría la manera de hacerlo. No, eso no sería lo indicado. Tal vez complicaría todo, aunque...

- ¿Ya llegamos? -la escuchó resoplar y se sintió más tranquilo de saberla despierta. Así no, no podría continuar con todo, no sabiendo que ella le provocaba tantos desajustes internos. Necesitaba sacarse esas ideas de la cabeza y dejar a un lado sus emociones masculinas que eran capaces de traicionarlo.

- Sí, estamos entrando justo ahora -señalo con el mentón la avenida por la cual transitaban. Dulce lanzó un largo suspiro y observó por todos lados donde pasaban, tal y si fuera una pequeña niña emocionada de ver nuevamente un entorno más familiar, que solo árboles. Apenas había transcurrido un día en la hacienda y su desesperación por cambiar de ambiente era notoria. Estaba intranquila allá, era un hecho que el llevarla lejos de la ciudad, fue muy atinado. Pensar eso, le devolvía a Ricardo los ánimos de continuar con su trampa.

- Que bien, entonces... ¿Le hablaré primero a mis padres y luego pasaremos a comprar algo de ropa, te parece? -inquirió sonriente. Su cambio de talante era notorio, ya no se veía apesadumbrada por lo ocurrido, aunque dudaba mucho de que ya lo hubiera olvidado.

- Dulce, antes de que le llames a tus padres... necesito que hablemos y dejemos unas cosas en claro -Encontró donde parquear el auto, apagó el motor y se dispuso a continuar mientras Dulce fruncía el ceño quizás imaginando que habrían objeciones para que ella no hablara con su familia.

- ¿De qué se trata Ricardo?, ¿Acaso ya pensaste bien y no te parece que hable con ellos? -espetó con el rostro serio y negando.

- No, no es a eso a lo que me refiero. Tú sabes que te dije que vendríamos a esta ciudad a que le hablaras a tu familia y eso haremos, hablas con ellos, hacemos rápido las compras y regresamos a La Alborada -dijo haciendo alusión a la hacienda, la cual era conocida en la región por aquella particularidad. El nombre era otro sello, que su fallecido abuelo impuso antes de irse-. No demoraremos mucho tiempo, porque tengo que hacer algunas cosas que deje pendientes en la planta de producción.

Dulzura Destruida ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora