Capitulo 15

6.2K 345 5
                                    

Continuó avanzando el tiempo, Dulce mantenía una relación más amena con su esposo. Había vuelto a ser el mismo de antes, lo veía sonreír e incluso salían juntos a compartir tardes de cine o de café. En ocasiones simplemente se quedaban a disfrutar juntos una velada en casa, hora que se extendía hasta el amanecer, con ellos revoloteándose entre las sabanas.

Desde aquella noche que hicieron el amor por primera vez, Ricardo no volvió a dormir más en su habitación, ahora compartía la de su esposa. Todo era tan ameno y grato que incluso le había propuesto contratar a alguien que la ayudara en casa, según él, su estatus económico estaba cambiando. Así que emocionada, Dulce le propuso a Carmencita, su nana, que se fuera a vivir a la residencia que compartía con su esposo.

Entre todas aquellas promesas que le había hecho, estaba también esa en donde le aseguraba que para el próximo ciclo la inscribiría en un colegio donde pudiera terminar las materias que le faltaban para concluir la preparatoria. Ella estaba emocionada con todo aquello, en realidad no cabía de la felicidad. Su esposo era otro, más bien, volvía a ser el mismo del que se enamoró, pero mejor aún. La colmaba de dicha y no podía sentirse más perfecta. Su vida lo era, como nunca antes.

Dulce aseguraba que ese repentino cambio en Ricardo, se debía a ella, a su paciencia. A no descontrolarse pese a la convivencia que tuvieron en la hacienda. El amor lo superó todo, incluso el dolor, así lo juraba día con día. La joven se sentía sobre una nube, una superficie blanda y acogedora que la sostenía sobre su regazo, brindándole una calidez que jamás la abandonaría.

— Dulce, que fascinante que hayas aprendido repostería mi amor. Créeme que nunca imagine que lo hicieras —farfulló su madre mientras preparaban juntas un betún para el pastel de aniversario que presentarían por la noche. Está en específico era una celebración especial. El aniversario de bodas de sus padres.

— Gracias mamá, pues ya ves que sí. Después de todo, creo que encontré mi vocación en la cocina y no en la medicina como lo creí —sonrió Dulce guiñando un ojo al tiempo en que depositaba una tarta en el horno—. Bien, ahora solo resta esperar —miró el cristal del horno y giro la perilla ajustando los minutos.

— Dulce, tú sabes que soy tu madre y te quiero. Te he apoyado incondicionalmente en las decisiones que has tomado. Tampoco estoy en contra de Ricardo —musitó su madre quitándose los guantes de cocina. Dulce la observó contrariada con ese inesperado comentario—. Pero es que hay unos rumores, hija. Tu padre me ha contado algunas cosas que por la constructora le han informado. No sé qué tan verídicas sean, pero me preocupan.

— No entiendo, mamá. ¿Qué estás queriéndome decir con eso? —quiso saber intrigada Dulce. Su madre se pasó unos mechones de cabello detrás de las orejas con ambas manos, después tomó por el brazo a su hija, invitándola a sentarse sobre el comedor que tenían en la gran cocina.

— Tu sabes, que desde que volvieron. Ricardo tomó posición en la empresa, como socio y ocupó también el cargo de administrador que Benjamín llevaba. Tu esposo no es administrador, ni economista, sin embargo tu padre confió en él y lo empleo...

— Mamá, intenta ser más específica. Por qué no quiero escuchar lo que me estoy imaginando —expresó con una vocecita cargada de advertencia.

— Álvaro me ha estado contando, que su contador afirma que hay una desviación en los ingresos. Al parecer, se han hecho ventas de módulos de departamentos, que no han quedado establecidas en los ingresos de la empresa. Más bien, fluctuaciones... sospechosas —murmuró Janet con voz preocupada.

— No mamá, ustedes no pueden estar pensando que Ricardo esté siendo capaz de algo así. ¿Por qué habría de hacerlo?, es absurdo. Él no ganaría nada haciéndolo, es mi esposo. Sabe que con mi padre lo tiene todo, un empleo estable, una solvencia económica ideal. No, me niego a aceptar lo que dices —negó descompuesta, poniéndose en pie y tomando una postura en jarras.

Dulzura Destruida ©Where stories live. Discover now