07 | Meteduras de pata

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07 | Meteduras de pata


—Lizzie, Devon y Dylan —conté en voz alta—. Lizzie es la más pequeña, y los otros dos son gemelos.

—Vaya, no quiero imaginarme cómo será tu casa por las mañanas.

Sin poder evitarlo, le sonreí. Pude distinguir en su rostro una mueca de confusión, como si la presencia de ese gesto en mi cara consiguiese sorprenderle, pero después volví a ponerme seria, lo que causó que los hombros se le destensaran, y fingió regañar a Dash en voz baja para no tener que mirarme.

Era un chico muy raro.

—¿Mi casa por las mañanas? Deberías vernos. Parecemos una panda de zombis necesitados de una buena ducha. —No mentía—. Además, Lizzie recién levantada da miedo. La pobre tiene un pelo muy extraño y cuando se despierta parece un león. Un león hambriento. Como intentes robarle algo de comida, es capaz de arrancarte la cabeza.

Nash esbozó una sonrisa, o eso me pareció ver. 

—¿Cuántos años tiene?

—Nueve, dentro de poco cumplirá los diez.

—Es más pequeña que Sidney —comentó para sí mismo.

—Ajá.

Silencio incómodo, vaya sorpresa. Aunque, siendo sincera, tenía motivos de sobra para sentirme orgullosa: llevábamos más de diez minutos andando y no habíamos dejado de hablar en ningún momento. Era todo un logro.

Como no quería que eso se acabase ya, me preparé para sacar un nuevo tema de conversación.

—Y... ¿quién te recomendó UAG?

En realidad ya lo sabía, Olivia me lo dijo el mismo día que conocí a Nash, pero era una buena forma de animarle a platicar.

—Mike. —Asentí con la cabeza ante su respuesta, dándole a entender recordaba que me había hablado de él en alguna ocasión—. Mi mejor amigo.

—¿Va a nuestro instituto?

—No, ya está en la universidad. Es un año mayor que nosotros. Un día vino a recogerme, vio el cartel y me ha estado presionando desde entonces para que me apuntara. Es un idiota, seguro que lo hizo por la chica que sale en él. —Se rascó la barbilla con nerviosismo—. Que por cierto, ¿es Olivia, no?

Me removí incómoda.

—Sí.

—¿Y por qué ella y no tú? —preguntó de pronto—. Es decir, eres la fundadora. Deberías ser tú la imagen de la organización. O eso creo, no sé.

—Yo le dije que lo hiciera. Siempre he pensado que Olivia tiene ese «algo» capaz de atraer a las multitudes.

—Ella los atrae y tú haces que se queden —murmuró para sí mismo. Segundos después, alzó la voz hasta que esta adquirió un volumen normal—. ¿Sabes una cosa? No estoy de acuerdo contigo. Si yo fuera tú, pondría mi cara en todos los carteles del universo. Eres preciosa y, si ella tiene ese «algo» que hace que la gente se fije en la pancarta, tú tienes el don de hacer que se animen a formar parte de tu asociación. Es raro. Transmites confianza y...

Por poco me ahogo con mi propia lengua al escucharlo. Seguramente Nash lo notó, porque se interrumpió a sí mismo antes de que le diese tiempo a terminar la frase:

—...y debería callarme porque creo que estoy hablando sin pensar. Por favor, olvídalo.

—Vale. —Hice esfuerzos por esbozar una sonrisa. Quería restarle importancia al asunto—. Pero no tienes razón.

Un amigo gratis | EN LIBRERÍASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora