34 | Una bonita despedida

87.7K 9.9K 4.8K
                                    

34 | Una bonita despedida


Incluso Devon, que estuvo gritando a todo volumen durante esos cinco minutos que Olivia tardó en sacarlo a rastras de la casa de Julie y meterlo en el coche de Chris, cayó rendido nada posar el trasero sobre uno de los asientos del vehículo. Estaba tan cansado, que ni siquiera puso pegas cuando Nash se acomodó a mi lado, junto a la ventana. Y tampoco cuando Olivia, al ver que no cabía en el coche, decidió esperar a que Mike viniese a recogerla para que no fuésemos demasiado apretados.

Aunque, en realidad, yo sabía que mi amiga tenía otras intenciones. Algo había estado pasando entre Devon y ella esas últimas semanas; algo bastante importante y, pese a que no sabía el qué, esperaba que fuese suficiente para que se animase a contarle a Mike la verdad. Si estaba saliendo con mi hermano, él merecía saberlo. Y, si no, también.

Lo que Olivia llevaba haciendo esos últimos meses había estado mal. Ya era hora de que pusiese las medidas necesarias para solucionarlo, aunque eso significase romper el pequeño corazoncito de ese rubio con complejo de niño pequeño que no hacía más que sonreír y bromear.

Aparte de ese pensamiento —que consiguió hacerme sentir mal—, el resto del trayecto estuvo bastante bien. Fue un recorrido silencioso, durante el que no se oyeron más que algunos murmullos que intercambiaban Chris y Scott en la parte delantera del coche.

Nash iba sentado a mi lado, mirando por la ventana. Me pasé buena parte del camino dibujándole círculos en la palma de la mano con mi dedo índice. Al principio, parecía intimidado ante este contacto; como si el hecho de estar compartiendo espacio conmigo consiguiese incomodarle. No obstante, al final acabó relajándose tanto, que cuando por fin llegó la hora de bajarse del vehículo, tuve que darle un suave empujón para traerlo de vuelta a la realidad.

Necesitaba que me dejase bajar del coche. La primera parada había sido mi casa.

Gracias a Dios, él tardó poco en reaccionar. Aunque los nervios acabaron traicionándole, pues en el momento en el que iba a abandonar el auto, no calculó bien las distancias y acabó dándose un buen golpe contra el techo del coche. El ruido ni siquiera alertó a Devon, que salió rápidamente y echó a andar hacia la puerta de casa, pero sí que consiguió preocuparme a mí.

Por suerte, inmediatamente comprobé que solo había sido un despiste. Nash se volvió, aguantando las ganas de reír, y me dio la mano para ayudarme a bajar del vehículo.

En cuanto tuve los dos pies sobre el asfalto, esperé pacientemente a que cerrase la puerta del coche. Él lo hizo con cuidado, tratando de no hacer demasiado ruido, y se volvió hacia mí. Mientras tanto, yo procuraba alisarme el vestido, por si acaso se había arrugado, aunque a estas alturas no iba a servirme de mucho.

Y, después, ambos nos quedamos en silencio.

Silencio.

Un incómodo, terriblemente tenso y horrible silencio.

Si le dábamos un repaso rápido a la noche, podríamos describirla con una sola palabra: increíble. Si bien es cierto que al principio había sido bastante deprimente, pero no podía quejarme de su desarrollo. Y mucho menos de su final. Había empezado estando sola y aburrida, y acabado echándole miles de cosas en cara a Jayden y reconciliándome con Nash.

Llevaba años diciéndole a todo el mundo que los momentos malos, al igual que los buenos, acaban. Que nada es para siempre, y por fin había tenido la oportunidad de vivirlo en mi propia piel. Había acabado. Lo había solucionado todo. O, bueno, Nash lo había hecho. Y yo no podía estar más agradecida con él por eso.

Pero... Ahora, ¿qué?

Tragué saliva. Llevábamos ya un buen rato callados, mirándonos fijamente. Y era consciente de que tenía que despedirme ya, y que ser rápida, y que Devon y Dylan se enfadarían mucho conmigo si tardaba demasiado —sobre todo el segundo—, pero no sabía cómo hacerlo. Ese era el problema. No tenía ni idea de qué hacer.

Un amigo gratis | EN LIBRERÍASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora