18 | Feliz cumpleaños

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#Nashel

18 | Feliz cumpleaños

Una semana después de mi cumpleaños, me encontraba tirada en el sofá, haciendo lo mismo que durante el resto de las vacaciones: absolutamente nada.

Al principio de las navidades, mamá estuvo intentando convencerme de que ahora que tenía casi medio mes para relajarme y olvidarme de todos mis problemas, debía aprovecharlo y dedicarme exclusivamente a mí misma y a las tareas de la casa. Después de mucha insistencia por su parte, acabé aceptando, por lo que decidí dejar mi móvil apagado durante la mayor parte de las vacaciones.

Solo lo encendía por las noches, cuando me escondía bajo las sábanas de mi cama, para hablar con Olivia y preguntarle acerca de su estancia en Francia. Según ella, una de las principales ventajas de tener familia en el extranjero era que todos los años, sin excepción, viajaba con sus padres para visitar a sus abuelos, que vivían en una pequeña casa a las afueras de París.

Yo no podía envidiarla más. Hacía años desde la última vez que salí del país durante las navidades. Desde que se fue papá, las cosas habían ido de mal en peor; no podíamos permitirnos viajar en una situación así. De modo que solía pasarme casi todos los días de vacaciones yendo al cine con Scott y hablando por Skype con mi mejor amiga.

Uno de esos días, más concretamente el dos de Enero, mientras charlaba con Olivia a través de mensajes de texto, recibí una llamada. Al ver el nombre de su remitente, una sonrisa gigantesca se me formó en el rostro. Había estado deseando saber algo de él durante estas últimas semanas, debido a que no nos habíamos visto desde que acabaron las clases.

Nash.

Lo primero que hizo cuando descolgué el teléfono fue gritarme «feliz cumpleaños» en un volumen tan alto que tuve que apartarme el aparato de la oreja para no quedarme sorda. Se lo agradecí entre risas, y estuvimos hablando sobre estupideces durante el resto de la tarde.

Desde ese día, Nash estuvo llamándome todas las noches a la misma hora. Aunque yo era la que más hablaba durante nuestras conversaciones, me encantaba darle la palabra y escuchar anécdotas sobre su estancia en casa de sus abuelos, que al parecer estaba situada en un pequeño pueblo perdido de la mano de Dios al que apenas llegaba la cobertura. Me enteré de que tenía seis primos por parte de madre y ocho por parte de padre, y que todos vendrían para celebrar el cumpleaños de su hermana Sidney en Febrero.

Charlar con él sobre este tema de conversación siempre conseguía deprimirme. Mamá era hija única y, desde lo ocurrido con mi padre, ni mis hermanos ni yo teníamos relación con su familia, de modo que estábamos solos. Aun así, nunca quise decirle nada al respecto. Prefería escucharle bromear acerca de cualquier otra cosa antes que amargarle con mis problemas.

La única persona a la que no me importaba contarle mis desgracias era Olivia, pero no pude verla en persona durante un par de semanas. Devon tampoco, y eso parecía estar volviéndolo loco. Así que cuando le conté esa mañana, veinticuatro horas antes de que empezasen las clases, que iba a venir a casa para ponerse al día conmigo, se alteró más que nunca y se encerró en el baño del piso de arriba para prepararse.

Lo único que hizo Dylan al respecto fue echarse a reír y acercarse al sofá para darme un beso en la frente antes de marcharse con su novia Megan.

—¡Eleonor! —gritó mi hermano desde la segunda planta—. ¡¿Tienes idea de cómo se dice «princesa» en francés?!

Por culpa del sonido constante de la ducha, llevar una conversación en un volumen moderado nos resultaba bastante complicado.

—¡Con que le digas «hola» estará bien!

Un amigo gratis | EN LIBRERÍASWhere stories live. Discover now