Capítulo XXXIV

387 29 3
                                    

Había pasado un mes desde que se encontraba en Estados unidos, a un lejos de él, las imágenes del tiempo que pasábamos juntos volvían a hacerme presa fácil ¡No era posible que después de haber tomado la decisión de venir a estudiar acá no lo allá olvidado! Mi sufrimiento llegaba a tal grado de seguir recreandome en los recuerdos, un futuro en el que él y yo estuviéramos juntos.

Salí de mi cama, fui al baño y me moje la cara. Era suficiente si seguía así, No sólo psicológicamente sino físicamente terminaría acabado.

Los estudios poco a poco terminaron convirtiéndose en mi escape, los trabajos, proyectos y demás fueron mi mejor droga hasta que llegue a convertirme en el mejor de la prefectura, no era suficiente, su recuerdo llegaba como una pesadilla que inundaba mi mente cada noche....un sueño lujurioso del cual no podía acabar si no me tocaba a mi mismo.
Y así acababan, con la incesante necesidad de tocarme mientras llamaba constantemente su nombre, viéndolo a él pronunciando el mío, suave, gentilmente.
Había noches en las que no quería despertar y había algunas en las cuales no quería dormir, me invadía el presentimiento de que si cerraba los ojos lo vería a él junto a la persona que más temía, mi tío, mi familia, su amado, llorar esas noches se había convertido en mi mala costumbre, intentaba parar más no podía, las lágrimas cuando llegaban no se iban.
Hasta que recurrir a las pastillas para poder dormir y visitar ocasionalmente a los prostíbulos se había convertido en mi salvación.

Arreglé mi cabello hacia atrás mientras dejaba a algunos mechones rebeldes fuera y metía algunos condones en mi bolsillo, me dirigí a mi cuarto, el cual lucía deshabitado, sin vida, ese lugar se había convertido en un espacio al cual sólo llegaba a descansar, hacer tarea y ahogarme en un amargo sufrimiento, no quería ni pensar cuantas veces vio esta casa los momentos en los cuales tocaba el fondo del abismo, las lágrimas amargas y los gritos desesperados, la sutil oscuridad de esa habitación se había convertido en mi mejor amiga, no recordaba la última ves que había abierto esa ventana y deslumbrado el paisaje que se encontraba afuera a menudo me pregunta cual sería el paisaje que vería si alguna ves me decidía abrirla.

Solté un suspiro y me dirigí a la puerta. durante un tiempo camine sin rumbo hasta que llegué a un apartado donde sólo pasaban aquellas personas que iban en busca de un placer físico.

-Hola guapo ¿quieres pasar un buen rato?

Dirigí mi mirada a la persona que me hablaba, era una chica de cabello rubio y voluptuosa forma, tenía un vestido de lo más provocativo y un pinta labios de un rojo muy exagerado, apreté mis puños fuertemente, ¿cuanto tiempo había pasado? Cuanto tiempo había pasado, desde que sólo buscaba alguna relación física para no pasar mis noches en extrema soledad.

-¿y bien? -habló la chica coquetamente, mientras se pegaba a mi, dándome una vista más panorámica de su escote.

-...¿Cuanto cobras por toda la noche?

-Vaya~....creo que saque el premio gordo, eres muy apasionado ¿no es así?

-¿Cuanto?

- No es mucho cariño ¿no lo crees?

Hice una mueca fastidiado, la chica desde hace rato me estaba hartando, consideré un momento el irme con otra puta que se encontraba al otro lado de la calle, pero boté la idea de inmediato, se estaba haciendo de noche, acepte y nos dirigimos al hotel más cercano.

Al entrar al cuarto de hotel la chica empezó a despojarse de sus prendas mientras me miraba seductoramente y movía sus caderas, se acercó a mi e intentó besarme, puse mi mano en su boca.

-Sin besos.

-¡Eh! ¿porque?

-Lo siento cariño, pero no quiero ni imaginarme cuantas pollas has chupado con esa boca.

La MansiónWhere stories live. Discover now