Capitulo I (Reescrito)

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¿Cómo describiría a un adolescente? La verdad es que creo que son indecisos, torpes y hormonales; dependientes de cualquier tipo de atención, son... ¡PATÉTICOS!

Pero siempre hay excepciones. Cómo Heylie Rousse Larson, ella simplemente me enloquece. Y la verdad es que no sé la razón, a su modo ella es PERFECTA; ella lo tiene todo: es muy bella, carismática, su cuerpo puede acentuar cada detalle, cada rasgo físico tan sutil, tan sencilla, pero lo que más me puede enloquecer es su infelicidad.


Su situación no es difícil de explicar, en realidad es divertido, infancia manchada, padres inútiles, todo lo que se podría esperar de un desastre en potencia; adoptada por una pareja gentil y calida de algún modo llegó a ser feliz pero eso estaba por cambiar.

Siete años atrás de nuestro presente yo, bueno, digamos que estaba ocupada desatando el caos en Stone City, solo mi fortachon y yo acompaña dos por una preciosa dama de diesiseis años, de hermosa piel pálida y cabello castaño con unos pequeños rebeldes de color rojizo, puedo sentir su calor a través vez de mi chico especial, mientras la toca. —¿Eres tú?— pregunta mi muchacho titubeando, puedo detectar un tono inseguro en su voz, sus manos llenas de sangre y lágrimas de nuestra invitada —Soy yo mi amor, soy mamá, házlo querido— murmuro en su mente, el pobre diablo mira a todos lados, buscando esa voz que se hace llamar su madre, si tan solo supiera que esa perra lo ignora por completo. —¡Házlo!— grito eufórica —pero—  el duda —pero ¿Ella estará bien madre?— maldito débil, creí que el sería el indicado, debí saber que su abandono le traería compasión por sus víctimas, ver lo solas e indefensas que están, justo como lo encontré a el en ese mugroso orfanato, —estara bien cariño, irá con su mami, como tú conmigo— suavizo mi tono, cálido y tierno como toda una madre. Cuando por fin estaba decidido a clavar esa fría balisong en el suave cuello de la chica pude sentir un precioso grito, un llamado de una mujer demaciado desesperada por lo que ocurría en su vida, ni siquiera me quedé a mirar a la mocosa morir, —regresaré pronto cariño, mátala y estaré orgullosa—  concluí, solo quería llegar a ese llamado, aún que al parecer no fui la única invitada.

—Detective Larson, se le solicita en la escena de un crimen— todo ésto, teníamos que reunirnos de nuevo ¿eh Thom? Viejo amigo mío, ¿ahora que tendrás para mí?—calle Olive número 2-7-2-0 , posible homicidio— sonrío, nada me complace más que una muerte, pues ahí en donde mi longeva amiga se lleva a las personas yo me impregno en el dolor y la tristeza de sus seres queridos.


Sonaron las sirenas del Ford Crown Victoria que manejaba el detective, y si se preguntan cómo es que lo sé, bueno, digamos que me he aventurado en bastantes crímenes algunos terminaron en desgracia, otros solo siguen latentes, pero controlados, clínicas especializadas para ese tipo de gente.

—¿Que tenemos George?— cuestiona aquel con el que viajaba hace un momento, para nada ha cambiado desde que lo conocí; con los mismos pésimos gustos en su vestimenta, lo más típico de un detective: gabardina negra, pantalones de un tono gris oxford, la más trillada camisa blanca adornada con una corbata sin gracia y completamente lisa, ¡agh!, aburrido. Admito que esos ojos pardos bajo las cejas gruesas en su rostro siguen tan llenos de furia como la primera vez que lo ví, me tiro de una carcajada cuando recuerdo ese primer encuentro en donde se postro ante mi.

Esto es extraño, el silencio en mí se hizo presente aún que no fue por mucho  tiempo—niña siete años llamo a emergencias— respondió el oficial junto a Thomas, lo puedo sentir de nuevo, pero ésto es diferente, es como si fuese hecho para mi, todo a la perfección —la telefonista nos informo de un caso de abuso doméstico— por favor, nada que en un pasado no hubiese obtenido mi atención, en éste momento solo piensa en esa pequeña persona que recurre a mi. —¿Dónde está la madre?— cuestiona Thomas pero algo parece no darle buena espina, el gesto en la cara del oficial George denota angustia, no creo que sean buenas noticias.
—¿Qué pasa con el bastardo de la patrulla?— oh, ¿es en serio? habladurías, dudas, todo esto es tan soso y aburrido que creo que iré con esa pequeña de ojos color miel, su tez clara y su ondulado y largo cabello negro como ésta fría noche,—hola pequeña— saludé con cortesía en su mente —¿quien eres?— dijo indagando —soy una amiga, veo que estás afligida— la aborde de inmediato, era cuestión de tiempo antes de que la paramédico regresara —quiero a mi mami, se la llevaron en la ambulancia— su tono me cautiva demaciado, es tan inocente, y yo amo corromper la inocencia del ser humano. —¿Con quién hablas linda?—  interrogó la paramédico —con nadie— respondió la niña encojiendose de hombros.

—Todo está bien pequeña ya puedes bajar tu brazo— a lo lejos observé al detective acercándose mientras se retiraba la pesada gabardina, rápidamente la coloco en la pequeña sbriganfila con ternura —¿puedo señorita?— preguntó —por supuesto detective, ya examine a la pequeña no hay rastro de abuso físico o lesiones graves, solo está un poco asustada— el hombre asintió y en un gesto de amabilidad le sugirió a la chica retirarse, dejando así un breve momento de silencio total entre la niña y él —¿Cómo te llamas princesa?— ella no respondió, su fría mirada se clavó en la del detective, con nada más que su reflejo en los ojos de aquella infante el prosiguió, —Hey, creo que tengo algo en mi oído, no escuché tu nombre,¿Qué te parece si me ayudas a sacarlo?—  dijo en un intento por sacar a la luz su nombre, el viejo truco de magia en el oído, hasta para un policía es patético, rayos este tipo de cosas dulces me irritan, demaciado diría yo, pero parece funcionar, pues esa mocosa termino por caer. —¿Puedes decirme que es?— dudó por un instante si responder o no — Es, es, ¿ Qué es esto señor?—  acompañado de esa pregunta vino una pequeña sonrisa pícara llena de confusión —Esto, pequeña, es una bala de mi arma, a veces olvidó donde las pongo, así que creo que ahora escuchó bien amm— dando pie a quebeñla responda la duda  que todos aquí tenemos en su última intento el hombre acierta —Heiley Rousse, pero mi mami me llama Roussie— vaya nombre, suena digno de Broadway, linda Heylie.


—Muy bien Roussie ¿Te gusta en chocolate?— chocolate, una de las sustancias más alérgenas en el mundo, y al parecer deliciosa también, pues Rosse no tardó en responder —Si, mucho— dijo ella con una voz tan suave, llena de tranquilidad, cuando fueron interrumpidos por George —Thomas Asuntos Infantiles vendrá por la pequeña, acaban de informarme que la madre no sobrevivió, la ambulancia llego tarde al hospital—  el rostro aterrorizado de Heylie no tiene comparación, soltó una lágrima la cual se resbaló lentamente sobre su pómulo, los dos agentes la miraron con lástima, empiezo a sentirme fuerte, renovada, ella es justo lo que necesitaba. —Señor-— musitó con cautela —¿mi mami irá al espacio?— un silencio frío se hizo notar en medio de esa pregunta, fue como si en ese momento nadie más que Thomas pudiese entender el significado de "espacio" en la pregunta de Heylie, —claro pequeña, tiene una misión espacial, será una estrella más que mirar en el cielo— una tierespuesta, diferente a todos esos intentos de consuelo tan trillados —¿Puedo ir con ella?— y fue ahí, fue ese momento, mi sed había vuelto, ella me engancho como un pez en el anzuelo, con siete años ella deseaba la muerte, la ansiaba, y yo, yo no sé lo haría tan fácil.


Cuando Llegue Por Ti.Where stories live. Discover now