Capítulo XI

4 2 0
                                    

Perdió mucha sangre, necesita sutura. Necesitamos dos litros de sangre tipo A positivo.
(...)

Sentía la necesidad de quedarme a ver a los enfermeros y doctores ocupándose de Heylie, la fría sala de operaciones era fascinante; instrumentos de acero inoxidable utilizados para salvar vidas, o en su defecto quitarlas, luces que podrían freirte los globos oculares si las miras por mucho tiempo y ese aroma a desolación que me encanta, era el paraíso. De algún modo me sentía un poco asustada, si de algún modo no cronometré a la perfección mis movimientos Heylie podría morir y yo tendría que buscar una nueva adolescente idiota y llena de problemas.

Quería que la sorpresa llegará a mí y no verlo en vivo, así que me traslado donde Sarah, a la sala de espera. Aquella mujer sostenia entre sus manos el pijama ensangrentado de su hija, con los ojos atiborrados de lágrimas trataba de contener el llanto abogado que quería salir de sus cuerdas bucales, un grito desesperado de una madre desesperada. Pero como buen canal de la ley solo podía guardar silencio como lo dictaban las normas de aquel hospital.

Situado en un pilar de la sala se encontraba un reloj, de aspecto aburrido y sin gracia, nada menos que una forma redonda de color blanco con las manecillas cromadas y números romanos, dentro de él un mecanismo nada fuera de lo común, que entre aquellas paredes  resonaba con un eco bastante lento para Sarah: tic, tac, toe, tic, tac, toe. La pobre se volvía loca, sin noticias de Hey Hey, quería tomar a la enfermera más anciana del lugar por los hombros y sacudirla hasta sacarle información, el pan de cada día de su esposo, pero era poco ortodoxo y si bien en aquel momento negro de su vida le importaba poco la educación, simplemente no podia darse el lujo de causar líos en ese momento. —¿Familiares de Heylie Rouss Larson?. — gritó una voz masculina —Soy la madre— masculló Sarah con un suspiro de alivio, uno que solo sentía al ganar los casos más difíciles de su carrera, solo que esto no era de ese campo.

Siempre puedes sentir cuando hay malas noticias en el ambiente, el solo mirar la expresión de Sarah me hizo la noche, aún que todavía no sé si para bien o para mal, pero no puedes sacar conclusiones de un rostro asombrado con las manos en la boca y los ojos hechos cascada, así que fui a ver a Heylie a donde la había dejado, pero ya no estaba presente, sólo existía una cama con sabanas llenas de sangre y de ningún modo podía sentirla. Era escalofriante.
Thomas, esta prácticamente llamándome. La incertidumbre de un padre que busca desesperadamente una explicación en la habitación de Roussie, una señal que pudiera decirle que fue lo que detonó una crisis de depresión en ella, vaya Thom, si tan solo supieras que yo nunca me voy. Siempre los hábitos de detective, pero no es más que un perro persiguiendo su cola, no encontrara nunca nada de mí, los rastros más difíciles de encontrar son los que no existen, mejor dicho, son aquellos que tus ojos no pueden mirar y tú, mi querido amigo, eres el menos indicado para buscar.

—¿Terminaste?— le susurro en la mente, no he tenido suficiente diversión por hoy, así que ¿Por qué no hacer miserable a Thom por un momento? De eso me alimento, de la miseria y la pena. —¡Debe de haber algo, un diario, una carta! ¡Con un carajo!— dice tomando su cabello hecho una furia, y entonces paró, por un momento, solo se detuvo, no hizo más que reír, tomó las llaves de su coche, se levantó de aquel piso desordenado y salió hecho un huracan. Sé hacía donde vas Thom, veamos que es lo que joderas el día de hoy...

Vous avez atteint le dernier des chapitres publiés.

⏰ Dernière mise à jour : Jul 28, 2018 ⏰

Ajoutez cette histoire à votre Bibliothèque pour être informé des nouveaux chapitres !

Cuando Llegue Por Ti.Où les histoires vivent. Découvrez maintenant