Capítulo 3: Mi Nuevo Compañero

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Jamás me había sentido tan disgustada en una situación, y mucho menos que esa situación sea del trabajo. Mi rostro se reflejaba en el espejo que estaba frente a mi, intentaba cada vez cambiar mi cara de enfado, pero era prácticamente imposible... Es increíble que esto me esté pasando a mi, y justo cuando estoy en la mejor estancia de mi trabajo. Pero no me importa, ya que mi dichoso "compañero", dejará de serlo en muy poco tiempo, y yo misma me encargaré de que así sea.

(...)

Ya estaba totalmente preparada para poder conocer al ingrato. Tenía puesto un traje que me cubría perfectamente de pies a cabeza, a excepción de mis brazos y mis pies, estaba utilizando unas botas que no tenían mucho tacon y que justo me llegaban hasta las rodillas.

Me dirijo hasta la sala central de la Agencia. Todo aquel que me veía caminando, se apartaba velozmente de mi camino. De seguro fue que cada vez que me miraban la cara, se les hacía una vaga idea en la cabeza de que no me encontraba de humor, y créanme... no soy linda cuando me encuentro fuera de mis casillas.

Llegué en menos de 5 minutos a la entrada en donde me estaban esperando. Estaba en frente de mi, una puerta bien reforzada de titaneo, y al lado de ella estaba un guardia, que con solo una mirada me decía que no podía entrar en aquel lugar.

— Fuera de mi camino —Mi voz sonaba detalladamente cruel y sin sentimiento alguno.

— ¿Así?, y dime, ¿con que autorización yo tengo que dejarte cruzar esa puerta?— Articulo a la vez que se me acercaba.

Esto era el colmo. Primero el engendro que ahora será mi acompañante de misión me saca de quicio, y eso que sin conocerlo aún, y ahora, este patético que se hace llamar " guardia " ¿me fastidia? ¿Que sigue después?, ¿bajará mi promedio de 9.5 en la Universidad?, o aún peor, ¿dejaré de ser orgullosa y seré amiga de Máx descerebrado Cranston?

Esto sí ya me está haciendo perder mi paciencia a tal grado que ya es demasiado.

Empeñando mi puño derecho, le dije.

— ¿Ves este puño?, esto es mi autorización de entrada, y si no me dejas pasar, haré que mi puño personalmente se estrelle en tu repugnante cara, aparte de que hará de que te echen de esta agencia.

No tenía planeado usar la violencia ni la amenaza a tal grado, pero si él enserio quiere que me desespere hasta ya no poder más, pues así será.

Vi su rostro palidecer cada vez más y más, hasta sólo quedar blando cómo la leche, le quedo bien claro que no estaba jugando. Un poco torpe, me abrió la puerta dejándome el pasó para mi. Con una sonrisa falsa y con un caminado no usual en mi, me adentro en la sala.

Adentro, ya se encontraban la directora Smith y mi jefe. Ellos se encontraban mirándome fijamente. Cualquiera que los viera ya estarían temblando como una gelatina que apenas puede moverse de su lugar, pero hay un problema, yo no soy cualquier, así que sólo esa fría observación que salían de los globos oculares de sus caras, solo me causaban gracia.

A paso decidido, me acerqué a ellos hasta estar a una distancia prudente de su presencia.

— Que bueno que llegas Agente, y justo a tiempo déjame decirte. Por favor toma asiento.

Justo como me indicó la directora Smith, me senté en el sillón que esta al frente de ellos.

— Antes de que conozcas a tu compañero, tenemos que decirte una condiciones que tienes que tener en cuenta al trabajar con él —me anunció mi Jefe.

¡Genial!, ahora no sólo tengo que soportarlo a "él ", sino que también tengo que cumplir unas "condiciones".

— La primera, ninguno de los dos pueden saber sus verdaderas identidades — informó él.

—¿Por qué?, conozco las identidades de todos los Agentes de este establecimiento. ¿Por qué él es la excepción?

De verdad me confundía esto, ¿cuál era el problema?

— Por cuestión nacional, es mejor que los Agentes de la AIJ y los de la IAS no se conozcan, o por lo menos sus rostros — mencionó la Directora — Así que ten estas gafas.

Me entregó en mis manos una gafas común y corriente de color negro.

— No es necesario, tengo unas igual a estas, puedo usar las que tengo. Además, unas simples gafas no ocultaran todo mi rostro — Intente regresar le los lentes que me había entregado, pero la Directora no los acepto de vuelta. Por consiguiente agrego.

— Tienes razón, pero estas fueron modificadas, causando que quien las uses sea imposible de reconocer ante cualquier otra persona. Tienen la capacidad de confundir el cerebro haciendo que seas otra persona distinta ante los ojos de cualquier ser humano.

Quede sorprendida, esto sí ya era tecnología avanzada. Sin esperar cinco segundo me las puse en mi cara, se sentía como unas gafas normales, pero bueno, que más da.

— Muy bien, ¿que otras condiciones hay?

— La segunda, es que sólo pueden trabajar juntos cuando estén en su labor, de resto, nada de misiones a escondidas de la organización — Me informó el hombre.

— Eso sería todo, ahora, te presentaré a mi Agente estrella.

La directora se para de su lugar, abre una puerta e hizo pasar a un muchacho más o menos de mi edad, o al menos eso me parecía. Usaba también un traje de misión, al igual que unas gafas como las mías, mientras utilizaba una gorra. Me imagino que sus gafas tienen la misma función que las mías.

— Él es el Agente Mayer, espero que se puedan comprender muy bien —  Expresa la Directora Smith.

No dice nada, sólo me quedé ahí mirándolo fijamente. Él tampoco dijo nada, lo cual me alegro.

Lo único que hizo fue mirándome de pies a cabeza, como si estuviera inspeccionándome al 100 por ciento.

Mi jefe se paró de su asiento y dijo.

— Los dejaremos solos para que socialicen un poco.

Junto con la directora, abandonaron el cuarto dejándome con mi compañero.

— Creo que no me he presentado como se debe. Mucho gusto, soy el Agente Mayer.

Estiró su mano esperando que yo la aceptará, la cual no hice.

—Si, ¿que tal?, soy la Agente Graves.

Él, un poco incómodo, bajo su mano al darse cuenta que yo no quería estrecharla.

— Bueno, Agente Graves, veo que no tienes muy buenos modales.

— ¡Ay!, pues lo siento, pero no tengo la necesidad de mostrar mis modales contigo.

Mi respuesta parece que lo confundió un poco y dijo.

— Pero, ¿qué te pasa? — Pregunta al parecer sorprendido.

Ahogue una carcajada corta antes de responder.

—¿Preguntas que me pasa? Te diré que me pasa. De no ser por ti, yo estaría sola en esta misión.

— ¿Eso esto?, ¿a eso se debe tu disgusto? ¡Guau! pues, no te ofendas pero, me parece que actúas algo infantil — Manifiesta.

Esa fue la gota que derramó el vaso de mi paciencia. Sin delicadeza, lo agarré del cuello de la camisa, y muy amenazante mente le dije.

— Escúchame bien Mayer, porque no lo repetiré dos veces. En esta Agencia no cabemos los dos. Yo soy la mejor espía que ha tenido esta Agencia, y tal vez hasta del mundo, y no dejaré que por ser mi compañero, me vas a hacer rebajar, ¿entendido?

Y así bruscamente como lo tomé de sus prendas, así bruscamente lo solté. Y sin dejarlo responder, me fui de ese lugar lo más rápido que pude.

No Soy Normal... Soy Una EspíaWhere stories live. Discover now