Capítulo 9: Los Puños Son Diversión

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Esto definitivamente no me lo imaginaba. Realmente me esperaba cualquier otro lugar menos esté.

Máx Cranston me ha llevado a una Academia de Artes Marciales. Repito, Academia. De Artes. Marciales. Donde hay puños, patadas y el dolor mientras los  lloriqueos de los débiles flotan en el ambiente.

En mi mente me esperaba que Cranston saliera como esos típicos chicos cliché que cualquier joven muchacha quisiera con toda su alma tener, la cual las llevan a un lugar tan predecible como el cine, el café o hasta a un parque de diversión cuando el susodicho al fin se digna a invitarla. Yo la verdad me alegraba que no me llevará a esos sitios. Vamos, es el siglo XXI, ya es bastante aburrido salir con esas cosas verdaderamente ridículas. Se supone que debemos de innovar, no repetir las mismas cursilerias qué ya quién sabe cuántas miles de personas han hecho ya.

El viaje fue bastante incómodo para mi, por el simple hecho que resultó que Máx Cranston manejaba una motocicleta último modelo. El tener que tocarlo todo el camino me puso de los nervios, por suerte el establecimiento no quedaba lejos de mi casa, así que sólo tuve que estar de esa forma con él aproximadamente diez minutos.

En la entrada había un gran cartel que decía "Abierto para todo el público. Vengan y gocen de la experiencia de cada tipo de Arte Marcial. Clases gratis sólo hoy".

Adentro se encontraba gente de todas las edades. Los maestros se encontraban enseñando Artes Marciales muy reconocidas en la sociedad. Había Karate, Tae Kwon Do, Jujitsu, Judo, Aikido, Kung fu, Capoeiria, Kendo, Tai Chi Chuan, Kick Boxing, Krav Maga, en fin, había muchas variedades. El lugar era tan grande y espacioso que podía asegura que enseñaban más de veinte tipos de Arte Marcial.

—Veo en tu rostro algo de asombro—Menciona él luego de haber entrado por las grandes puertas de la Academia—Adivinare, imaginabas que te llevaría a cualquier otro lugar menos aquí ¿no?.

—Creía que ibas a ser ese tipo de chico que nunca llevaría a una chica a un lugar donde hay sudor, dolor y amor por los puños y las patadas—Manifesté.

—Eso sólo aplica para las chicas ordinarias.

—¿Acaso debería sentirme halagada por ese comentario?—Interrogue.

—Sólo digo que no eres como las demás... Y eso me gusta.

Su mirada se encontró con la mía, sus ojos manifestaban contemplación; me estaba contemplando, y por lo que podía ver, también estaba fascinado.

Su fascinación me resultaba algo inquietante.

—Además, no me gusta ser predecible como esos chicos, sin mencionar que ambos sabemos que te agrada dar golpes—Agregó.

Entendí perfectamente la indirecta muy directa que me estaba dando. El vago recuerdo de mi proporcionándole un puñetazo me causaba gracia.

Nos dimos el privilegio de explorar un poco el lugar. Los maestros le explicaban lo básico a las personas novatas (que era prácticamente la mayoría de la gente). El salón principal de la entrada, sólo se practicaba  cuatro tipos de Arte Marcial: Karate, Tae Kwon Do, Kung Fu y jujitsu, ya que al parecer eran las más famosas y casi todo el mundo quería practicarlas. Las otras, se encontraba en salas individuales más adelante, y claro, el espacio era mucho más pequeño que el salón principal, pero extenso como para que practiquen aproximadamente unas veinte personas.

Solamente después de haber pasado cinco minutos, fue que me decidí  preguntarle.

—Exactamente, ¿cómo es que dar golpes me va a ayudar a desestresarme?.

—Una corazonada me dice que al estar en combate podrás despejar tu mente, y te sentirás más relajada.

—Ok, y ¿en que Arte Marcial probaras tu corazonada?.

No Soy Normal... Soy Una EspíaWhere stories live. Discover now