28. ¡Shawn! ✓

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Un tono, dos tonos, tres tonos...

—¡Hija! ¿Cómo estás?

—Hola papá... Bien, estoy bien... ¿Tú?

—Yo bien también.

—Umm... Me alegro.

—¿Estás bien?

—Sí, sí... Solo es que... bueno...

—¿Cuándo vuelves?

—Yo... se supone que hoy pero...

—¿Pero qué?

—He discutido con Jace y ahora no tengo forma de volver a casa—mejor soltarlo del tirón...

—¿¡QUÉ!?

—Es que... me he largado de la habitación... He puesto el GPS y he ido a la estación de autobuses, pero como soy menor no me dejan comprar un billete de autobús... Supongo que sabrás lo desesperada que estoy ya que bueno, he recurrido a ti.

—...—suspira.

—¿No puedes hacer nada...?

—En 10 minutos te mandaré el billete de autobús a tu correo electrónico... Tan solo necesito que se lo enseñes al conductor... Aah y también la autorización que te mandaré adjunta para que puedas viajar sola.

—Vale, genial. ¡Gracias!

—Avísame cuando estés en el autobús. Ten cuidado—dice y cuelga.

Necesito encontrar un puto enchufe para poder cargar el móvil. Me queda sólo un 9% de batería...

Recorro las salas de la estación de autobuses pero nada, ni rastro de un enchufe. Entro al baño para lavarme la cara y despejarme un poco y PUM, la solución a todos mis problemas. Un enchufe se encuentra en una esquina. Pongo a cargar el móvil y espero a que el correo electrónico llegue.

Pocos minutos después lo recibo. Abro el mensaje y miro la hora a la que sale el autobús.
A las 4 de la tarde. JODER. ¡Todavía faltan 3 horas! Menuda mierda...

Me quedo media hora más sentada en el suelo del baño, sin hacer absolutamente nada... Vuelvo a mirar el móvil y veo que ya tiene un 32% de batería. Geniaaal.

Quito el cargador y lo guardo en mi mochila. A continuación meto el móvil en el bolsillo y salgo del baño en busca de algún sitio donde pueda comer algo.

Poco después encuentro una especie de bar-restaurante-cafetería. Una vez dentro veo que a la derecha hay una especie de buffet. Cojo un sándwich, un panini, una botella de agua y lo pago todo.

Me siento en una mesa y como tranquilamente, después vuelvo al baño y pongo a cargar el móvil para así tener batería en el viaje.

Cuando tengo un 65% lo desenchufo y salgo fuera, me siento en un banco y espero hasta las tres y media.

Miro la hora por enésima vez y me levanto de golpe. Ya son las cuatro menos veinte, tengo que darme prisa en buscar el autobús.

Cuando lo encuentro tan solo faltan 10 minutos para las 4. Le enseño todo lo necesario al conductor y me dice que está todo en orden. Puedo pasar cuando quiera.

—¿Puedo ir al baño ahora? Tardo un momento—pregunto antes de subir al autobús.

—Sí, pero date prisa. En 10 minutos salimos.

Voy al baño y en menos de cinco minutos estoy de vuelta en el autobús. Subo y busco mi asiento...

¡Bien! Me toca ventanilla.

Me siento y pocos segundos después un chico joven se me queda mirando...

Umm, no tendrá más de 18 años... o quizás 19.

—Hola—me saluda y deja su mochila en el suelo.

—Hola.

Se sienta y no sé porqué, empiezo a ponerme nerviosa...

Me acomodo y le miro. WOW, TIENE MUCHOS TATUAJES...

Es moreno, tiene los ojos... verdes,  es alto y fuerte... bastante fuerte... Ohh y tiene un piercing en el labio y otro en la nariz, vamos lo que viene a ser... JODIDAMENTE GUAPO.

Me sonríe y creo que estoy a punto de babear, dos perfectos hoyuelos se forman a cada lado de sus mejillas y de repente tengo ganas de poner mi dedo sobre ellos.

—¿Tú nombre es...?—pregunta.

—Kate, ¿el tuyo?

—Shawn.

AMO SU NOMBRE.

—Bueno Kate, parece que nos va a tocar ir juntos en este viaje...

—Sí, eso parece...—ME SIENTO TONTA—¿Cuántos años tienes?

—19 ¿Tú?

—16... Bueno, en tres meses cumplo 17.

—Aah—dice y deja de mirarme.

—¿Pasa algo?

—No, nada.

GENIAL, ME CONSIDERA UNA NIÑA.

El conductor arranca y el autobús empieza a moverse.

Una hora después noto una mirada sobre mí, una muy intensa mirada...

—Podrías dejar de observarme ¿no crees?

—Quizás no quiero dejar de hacerlo.

—Quizás estás molestándome.

—Quizás me gusta hacerlo.

—Quizás no quiero que lo hagas.

¡SI QUIERO QUE LO HAGA!

—Quizás me da igual que no quieras que lo haga.

—Bueno, vale.

Minutos después sigue mirándome.

—¿Qué haces?—pego un brinco en mi asiento, mierda... estaba demasiado cerca.

—Leer...—contesto nerviosa.

—¿Te gusta leer?

—Sí.

—A mí también.

ESO NO ME LO ESPERABA.

—¿Aah si?

—Sí.

—Umm... ¿Y qué te gusta leer?

—Novelas.

—Umm... ¿Tu favorita cuál es?

—Cumbres borrascosas.

¿Qué?

—Yo también la he leído...

—Genial... ¿Y qué estás leyendo ahora?

—Un libro.

—¿Cuál?

—Uno.

—¿De qué va?

—De una chica y un chico.

—¿Es de amor?

—Sí.

—Umm...

De repente me quita el móvil y comienza a leer.

Me casaré contigo si me eliges a mí. Me ha sorprendido. La verdad es que me ha dejado de piedra. Parecía muy tranquilo, con un tono de voz neutro, como si estuviera anunciando lo que íbamos a cenar.

—DEVUÉLVEMELO.

Aunque empiezo a conocerlo bien: sé que comienza a desesperarse. El alcohol y la desesperación por evitar que me mude a Seattle son las únicas razones por las que me ha pedido la mano...

Consigo quitárselo de la mano y lo bloqueo rápidamente.

—¡¿Por qué has hecho eso?!

—SHHHHH—se quejan varias personas.

—Eres un imbécil—susurro y le saco el dedo del medio.

Es simple, le amoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora