Hace 5 años conocí a mi amiga

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Hace 5 años conocí a mi amiga.

Cuando la conocí, ella me dijo que era pobre, que no tenía nada que ofrecerme. Ella me contó que había tenido 2 casas, que había aprendido japonés y había practicado taekwondo. Cuando fui a su 2º casa (porque la anterior la habían vendido por problemas de dinero) me quedé realmente fascinada. Su casa era enorme, pero ella la veía pequeña porque estaba acostumbrada a la anterior.

En su habitación había miles de libros, tantos que me fue imposible contarlos. Tenía un ordenador de esos buenos, de los que cuestan 1000€. Tenía también cientos de pinceles, acuarelas, colores, carboncillo, rotuladores y un sinfín de materiales que solía usar para pintar.

Ella había ido a mi ciudad favorita varias veces y había recorrido sus calles incansables veces. En su armario se encontraban un gran número de camisetas, pantalones y vestidos y en su baño, me perdía del todo el maquillaje que había.

Ella me dijo que era pobre a pesar de todo esto. Me dijo que eso no era más que cosas que había ido consiguiendo poco a poco, ahorrando dinero para gastárselo en esas cosas.

Lo que yo nunca le dije es que yo también era pobre.

En mi habitación no había más que libros infantiles, de esos que compras en el mercadillo a 2€ cada uno. En mi casa no existía más que un ordenador, y que no se solía usar por problemas con Internet.

Jamás fui una de esas personas que tenía el armario lleno de ropa. Es cierto que hubo una época donde mi armario estaba a rebosar y es que mis tías, mis primas y mi madre me daban la ropa que ya les quedaba pequeña.

Nunca usé maquillaje hasta mis 16 años. De hecho, no sabía ni para que se usaba. Recuerdo que en mi familia mi madre sí lo utilizaba, pero solo para eventos especiales como fiestas o cenas familiares.

Mentiría si dijera que he ido a Madrid. Mis padres y yo solo cogíamos el coche para lo justo y necesario, para ir a la compra y pocas cosas más.

Cuando ahorrábamos un poco de dinero, solíamos gastarnos en cosas importantes. Hubo un año en el que empecé a necesitar gafas y con el dinero ahorrado me las compraron.

Mi amiga me dijo que era pobre, pero en realidad era una pobreza del primer mundo. Yo era pobre, y sin embargo, jamás lo supe hasta que la conocí. Yo pensaba que todas las familias eran como la mía y que pasaban la misma situación todos los días. Yo, por aquel entonces, me consideraba una persona rica y casi alardeaba.

Pero jamás supe que la pobreza y la riqueza era algo tan subjetivo. Y nunca me quedó claro quien era más pobre: si yo que no tenía nada o ella por no valorar lo que tenía.

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