Poemas.

Oda a la primavera

Canta una suave melodía y escucha el canto de los pájaros. Se sienta bajo el más inmenso cielo jamás visto y se vuelve etéreo con el estupor del silencio.

Brillan las flores de la primavera y no quiere deshacerse en pétalos que poco a poco se irán cayendo hasta ser arrastradas a la próxima parada. Quiere viajar, explorar, descubrir un mundo nuevo sin tener que salir de su ondeante burbuja y le dedica suaves canciones a la primavera.

Se siente cálida cuando el Sol se esconde y no duda en ocultarse bajo uno de sus infinitos rayos de luz que alumbrarían hasta el más triste alma.

Sueña que viaja muy lejos de aquí y se atreve a sobrevolar las nubes y contempla desde muy muy alto que el universo no es más que una serie de historias inconclusas con el único fin de poder ser acabadas por algún extranjero con la esperanza de que todo esto se acabe.

Pero vuelve, y se tumba, respira profundamente intentando indagar en la mente de aquellas personas que no logran entenderla y se entretiene mientras su imaginación corre más rápida que ella, antes de que la alcance.

Perderse en un instante eterno no le parece tan mala idea y se deja llevar por sus impulsos y es ahí donde descubre que nada más salir de este paisaje, ya no existe.

Y quién sabe si alguna vez ha existido si nunca nadie la ha visto.

Se relaja y canta por última vez.

Duerme.