Capítulo 27

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<<El mal siempre busca que caigas al posó de la tentación>>

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-¡Debes parar con este berrinche! Tú mas que nadie sabe que el cielo tiene reglas y leyes.

Miguel escuchaba los reclamos de Dios. A estas alturas poco le interesaba lo que pudiera su padre pensar de él.

-Debería respetar mis sentimientos, no cuestionarlos- negó con indignación Miguel.

-Mi hijo, sabes perfectamente que cualquier ángel sin importar del rango sea debe respetar estas dos leyes importantes. No enamorase de una mortal, ni elegir como compañera/o a un demonio. - cuestionó con indignación.

-No necesitó que usted me las repita. Yo mismo estuve allí cuando se implementaron- dijo Miguel.

Se estaba arrepintiendo de haberlo venido a buscar para pedir concejo. Sabía perfectamente que Dios no comprendería sus razones y mas tratándose de ella....

-Es que no comprendo que es lo que pasa por tu cabeza...- negó con enojo el creador- me gustaría recibir una explicación.

-¿Y esa explicación ayudaría a que aceptaras a lo que te pidiera?

-¿Piensas abandonar a los mortales, solo por ella?

-Siempre protegí con mi espada a los humanos y no hace falta agregar que los acompañaría hasta el final. Todavía necesitan ser guiados.

Dios no respondió se quedo en silencio, esperando que continuara Miguel con sus palabras.

-Solamente quería saber que es lo que piensa usted de esto...

-No lo aprueba. Me faltas a mi y a los votos que juraste lealtad cuando te convertiste en mi mas fiel seguidor.... Piensa bien lo que harás...solo recuerda que una vez que tomes una decisión fija no habrá marcha atrás.. 

Miguel se palmeo la cara, había sido verdaderamente insensato en haber ir ido haberlo.
Ahora se encontraba entre el filo de la espada y la pared.
Desplegó sus alas y se desplazo por los cielos.
No podía sacar de su mente la expresión de Samanta cuando les dijo aquellas palabras en el bosque. Le dolía y lo ponía feliz a su vez, tal vez después de todo a ella le interesaba él.

Escucho el sonido profundo de una trompeta, no había que ser inteligente para darse cuenta de que eran los antiguos.

-Samanta....- susurro antes volar con deprisa hacia el bosque de los nesfilim.

Un escalofrío invadió su cuerpo al ver como un grupo de diez demonios destruían y quemaban las primeras bases.
En una rápido movimiento bajo hacia ellos. Envolviéndose con su armadura dorada y desenvainando su espada para luchar.

Algunos nesfilim yacían tirados en el suelo gravemente heridos. Se coloco frente a los pocos que parecía quedar con vida. Para encarar a los demonios.

-¡Os ordeno que se marchen! No tienen nada que hacer aquí- con el escudo en su mano izquierda se protegió, el rostro por cualquier agresión que los demonios tiraran hacía él- Yo general de los ejércitos de Dios ordeno que su superior se presente hacia mi.

Los demonios se quedaron atentos mirándolo sin ninguna facción en particular que delatara su animo.

Una cálida risa se escuchó proveniente de atrás de los servidores de Lucifer.
Después de hacerse a un costado para darle el pase. Apareció Salvator con su ensanchada sonrisa, y un espléndido traje de azul oscuro. Siempre vistiendo elegante.

-Vinimos a darle un lección aquellos que traicionen al gran Lucifer. Parece que estas criaturas paganas han olvidado cuando el anticristo perdono sus vidas.

Salvator sonrió al tiempo de que su bolsillo izquierdo sacaba una rosa blanca y la olía.

-Aveces cuando estas asqueado de tanto oler carne chamuscada en el fuego del infierno. Estas simples rosas son mas valiosas que cualquier riqueza- volvió a embriagarse con el perfume de aquella rosa en sus manos.

Miguel bajo su escudo, pero no su espada. Los demonios nunca son confiables y menos cuando se baja la guardia.

-Miguel...mi amo tan solo quiere que tú creador de esfume y admita que Lucifer siempre fue el prodigo hijo que tendría el valor de quebrantar sus reglas y principios.

Salvator camino un pocos pasos hasta Miguel.

-¿Acaso no estas cansando de recibir órdenes de él? ¿No quieres tener la oportunidad de tener una vida propia y dejar sobre todo de servirle aquellos humanos por que el cual tú padre prefirió antes que nosotros?.

-Jamas ni en un millón de años abandonaría al trono por una tremenda insensatez como esa- negó Miguel de inmediato. Apuntando a Salvator con su espada. No se dejaría tentar por el mal.

-¿Ni siquiera por Samanta?- pregunto con inocencia Salvator.

Al ver como la expresión de Miguel se endurecía. Sonrió con triunfo por haber dado en el punto exacto.

-Piensa Miguel...

Y antes de que siquiera pudiera responder Salvator despareció juntos a sus servidores dejándolo con una duda y tentación que jamas sintió su corazón.

-¿Miguel?- la voz de unos de los antiguos salio a su encuentro.

-¿Y Samanta?- preguntó de inmediato.

-Descuida, Erik se la llevó. Él en este momento la esta protegiendo.

Miguel se trago sus celos repentinos para a sentir. Solamente ese aprendiz la estaba protegiendo, aunque después de los cercanos que se habían vuelto, no sabia que pensar.

-¿A donde se fueron?- bajo la mirada, para que el antiguo no percibiera su malestar.

-Los mandamos a Leyna. Ella los protegerá.

-Esta bien, debemos trasladar a los heridos y recorrerlos con prisa. Dudo que vuelvan atacar las bases, pero por precaución deberíamos marcharnos- informó Miguel- necesitaremos ayuda.

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La Reina Del Infierno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora