Capítulo 40

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<<Tus propios actos salvaran tu vida, cuando menos los creas.>>

                       —The Dors
                  
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Mammón es conocido cómo "Hijo Del Demonio" muchos pergaminos situados a comienzos de la edad media y remotos en el siglo V, se insinúa que este característico demonio es legitimo hijo de Lucifer. Se cuenta que Lucero cuando lo creó utilizó sus propias manos para ello, y lo mantuvo bajo su ceno oculto por un tiempo indeterminado, pues así como Dios creó al primer hijo ángel "La Estrella de la Mañana", el diablo también quiso tener lo mismo, solo que proveniente y  hecho de su misma sangre.

Se dice que Mammón cuando ponga un pie en el mundo sera el final para este. Todo acabara, sin embargo, hay que señalar  que este príncipe el día que llegue a la tierra del hombre sera por decisión propia y no por orden de Lucifer. Sera para desafiar la autoridad y tomar como amo su lugar en el infierno, él querrá gobernar ser más poderoso que su progenitor e incluso más que Dios.

Ahora el mismísimo Mammón tenia apresado a Michael de tal manera que si no fuera demonio ya habría muerto.

—Tus desobediencias han condenado tu vida.— miles de gritos se escucharon provenientes de su voz grave, eran lamentos, susurros de las almas que el príncipe castigo por mano propia.— permitiré que digas unas ultimas palabras solo por haber brindado buenos servicios antes de que te convirtieras en desertor.

Michael entro en desesperación, un nudo en su garganta se formo. Cada vez que tomaba resistencia, se perjudicaba.  Utilizaba en cada oportunidad su fuego infernal y también sus alas para por fin liberarse pero la suerte no parecía estar de su lado. Todo parecía volverse en contra de él, las cicatrices por donde cada ala provenía lo quemaban, su espalda latía del ardor.

Mammón sonrió, y con su cola lo obligo a humillarse ante él. Levantó su mano y toco su nuca delicadamente, ya se había decidido el final que daría al demonio que lo consideraba un vil traidor e inferior a su raza. Una muerte perfecta y acorde a sus faltas se acentuaban a una buena decapitación.

Samanta no salia del shock, sus ojos se cristalizaban, y las lágrimas no tardaban en hacerse presentes. En estos momentos era una criatura débil y sin fuerzas; en un intento de evitar aquella masacre callo de bruces, arrodillada al frío suelo.

—¡Por favor!— suplicó, ganando por completa la atención del príncipe sanguinario — Michael no cometió, ni quebranto las reglas. Fui yo quien las rompió y se jactó de ellas, yo desafíe la autoridad. Pero por favor, piedad señor juzgador.

Agacho la cabeza para hacerle creer que le demostraba un gran respeto ¡Vaya mentira! solo lo hacia con el propósito de no ver aquellos huecos que tenia como ojos negros inyectados en sangre que podían atravesar y averiguar los secretos de cualquier alma. Escondió sus manos, estas sudaban y se movían inquietas por el pánico que recorría cada fibra de su cuerpo.

—¡Oh! ¿A quien tenemos aquí? —soltó con una risita divertida.— Tú la favorita de mi fiel padre.

No hizo caso a sus palabras y se fijo en el estado de Michael. Este miraba al suelo, perdido en algún rincón de su cabeza. Debía pensar rápido como escapar de Mammón.

—Admito que tienes esa rara belleza que atrajo a cualquiera, incluso a Lucifer y a ese estúpido arcángel —Los ojos de Samanta se abrieron de la sorpresa.— ¿Creíste que no me enteraría? —Volvió a reír, pero esta vez la examino de pies a cabeza con un mojin de diversión.

Volvió a ignorar sus provocaciones. Sus intenciones eran claras, enfurecerla y tomarla con la guardia baja.

—¿Lucifer lo sabe?— de pronto sintió la garganta seca.

La Reina Del Infierno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora