Capítulo III: Paciencia

1.4K 147 29
                                    

Llegué con los nervios de punta. Aún no creía estar ahí. Con un trípode y una cámara a mitad de la noche. Esperando a tomar unas fotos y en mi interior, a que un hombre no saliera y me mate. Esperando a que este no sea mi último día en la tierra.

La calle era oscura y malditamente silenciosa, eran las doce de la noche, prácticamente estaba entregando mi vida en bandeja de plata. Y lo sabía, lo peor era que lo sabía y no me importaba.

Había un par de lámparas en la calle, una al final y ninguna a través de ella. Parecía que hubieran cortado la electricidad, volteé a todos lados, sintiendo el pulso acelerarse, suspiré, caminando dentro de la calle.

Tomé la cámara, ajusté el iso y la exposición antes de tomar la foto. Tomé apenas unas diez. Caminé hasta la mitad de la calle, había mucho frío y el suéter no lograba cubrir todo. Me cubrí un poco mejor y puse el trípode en el suelo de nuevo, con la cámara ya montada, apreté el botón para tomar la foto, mi ojo derecho estaba justo sobre el mirador, todo se puso negro durante dos segundos, esperando a que el obturador capte la mayor cantidad de luz, y cuando la vista se abrió de nuevo hacia mí, ví un hombre parado a veinte metros de mí, justo en frente de la cámara.

El hombre comenzó a caminar en mi dirección, cada vez que se acercaba más aceleraba el paso y mis piernas no respondían. En cuanto se aproximó lo suficiente mis piernas por fin respondieron y comencé a correr, no voy a decir la tontería de "como si mi vida dependiera de ello" porque mi vida en serio dependía de ello.

Mis piernas eran un enredo, mientras que mis manos trataban de no tirar al suelo un equipo de dos mil dólares, yo estaba hecho un asco, entre el miedo y la euforia. Todo se me mezclaba. Caí sobre el suelo cuando tropecé con algo, y entonces, un cuerpo calló sobre mí, traté de quitarlo con la fuerza que tenía de encima, y simplemente no podía, era imposible. Traté de golpearlo, sin gritar, sin pedir ayuda, no había nadie al menos quinientos metros a la redonda. Nadie pasa por estas calles a estas horas.

Sus brazos dejaron mis manos justo a cada lado de mi cabeza mientras yo me rendí. Este hombre tenía al menos el doble de fuerza que yo.

Volteé a verlo, sus ojos azules me miraron a través de la noche. Eran unos ojos bellísimos. Y no había un rastro de saciedad en ellos. Era todo profundo, inimaginable. Cuando lo ví, con su máscara negra, cubriendo toda su cara, me percaté de algo que me hizo temblar. No había miedo, no había nada. No tenía miedo, no me sentía aterrado ¿Por qué? Ni yo lo supe. Mi aliento comenzaba a salir de mi boca, haciendo un hilo de vapor en el aire. Sus manos suavizaron su agarre, tanto que si lo quisiera, podía haber salido corriendo en ese instante, pero no lo hice. No corrí y no entiendo el porqué.

—¿Cuál es tu nombre? —me preguntó en un susurro. Yo lo miré de nuevo, expectante. Su voz era suave, y delgada, a pesar de ser un susurro.

—¿Sueles hacer eso siempre? —susurré cerrando mis ojos. Los suyos se posaron en mí, expectantes a que continuara —¿Perguntarle a tus víctimas el nombre? —él me miró manteniendo su mirada fría. Pero no dijo nada, sólo me miró durante unos segundos. —Harry.

—No. —murmuró, ignorando lo último que dije. —Eres el primero. —dijo, su agarre se desvaneció en el aire y se levantó, comenzando a caminar hacia el fondo de la calle. Me quedé en el suelo, mirando su cuerpo comenzar a desvanecerse por la niebla durante unos segundos, en shock, completamente en shock, estudiando en mi cabeza lo que acababa de suceder.

—Joder. —murmuré, cayendo en cuenta de lo que acababa de pasar, había estado en las manos de un asesino, pudo matarme, pudo torturarme y yo estaría en estos momentos completamente hecho trizas sobre el suelo. Y confíe en él. Confíe en un asesino, sólo por sus ojos bonitos.

El asesino de la calle 406 [Larry Stylinson] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora