Capítulo XIX: Perderte

507 58 22
                                    

Aún seguíamos sobre la cama. Las sábanas nos cubrían a ambos mientras trataba de no llorar. Lo miré un momento y recosté mi cabeza sobre su pecho.

-No puedes irte. -susurré, las manos temblorosas debajo de las sábanas. -Por favor, no vuelvas a irte, Louis...

-No voy a irme, Harry. Nunca. Lo prometo.

-No lo soporto. -susurré. -No es... Simplemente cuando sé que no estarás ahí, que no te tengo, que no puedo llamarte, me desespera, Louis. -las lágrimas comenzaron a llenarme las mejillas. -Es como si... Te perdiera.

-No digas eso.

-Fueron horribles. -susurré, limpiando mis mejillas. -No bebía, no comía, pensaba en ti todo el maldito tiempo, Louis, y en que odiaba a mi padre demasiado. -lo miré -A veces te odio demasiado.

-Yo también me odio. -apenas y me reí.

-Soñé... Había alguien diciendo algo. -me miró enseguida. -Cómo que estaba bien, que no pasaba nada. Como si me tratara de calmar. Y luego... Estabas tú. -susurré. -Tu cabello era negro.

-¿Se me veía bien? -dijo, con una sonrisa pequeña, asentí mientras me acomodaba sobre su pecho.

-Dijiste que era necesario y que nos estábamos escondiendo.

-¿De quién?

-No lo sé. -susurré. -Luego... Estaba Desmond. Y... Te perdía. -susurré, las lágrimas me mojaban las mejillas. -Ya no estabas.

-No me voy a ir, Harry, no de nuevo.

No sé porqué, no pude creerle.

Gjdo

-Muévanse. -me reí enseguida. Niall y Zayn estaban comenzando a distraerse con lo que sea mientras Louis y yo caminábamos entre el bosque buscando donde acampar.

Había pasado tres semanas desde que me sacaron de ahí y estaba todo bien. A veces tenía pesadillas pero no era la gran cosa. Podía vivir con ello.

Decidimos salir los cuatro a distraernos entre la tranquilidad. Así que sólo se respiraba la paz aquí. No había nada de interrupciones.

Había intentado con todas mis fuerzas no darle indicios a mi padre de dónde estaba. Así que ese era el primer día que salía en tres semanas.

-Ya, Louis, deja de ser amargado. -Louis rió, pasando una de sus manos por la mía, la sangre me subió a las mejillas, bajé la vista, mirando al suelo unos segundos para luego voltear a verlo.

-No soy amargado. -Se defendió frunciendo el ceño. -Ya quiero llegar y no se apuran.

-Tu impaciencia me agobia. -murmuró Niall.

-Entonces no la saques a relucir.

--Yo creo que ya llegamos, ¿no? -dijo Zayn. Miré con atención el lugar. Estaba rodeado de los árboles, pero era un muy buen lugar para acampar. Louis bajó las dos mochilas de sus hombros y las dejó sobre el suelo.

-Ayúdame con las casas de acampar. -le dijo Louis a Zayn. Niall se acercó a mí con cuidado de no pisar nada raro.

-No sé qué está pasando, Harry. -dijo Niall pasando uno de sus brazos por la mochila.

-¿Por qué? -pregunté mientras sacaba agua de la hielera, Niall frunció los labios y dejó de mirarme.

-Siento como si algo fuese a pasar. Algo malo.

-¿A qué te refieres?

-Hay algo que me dice que debo disfrutar esto ¿sabes? Como si el día de mañana nada de esto lo volviera a ver.

-Entonces disfrútalo. -dije palmeando su espalda. -Niall, no creo que quieras saber lo que es perder a alguien. No pienses en eso. De verdad.

Él no me dijo nada, simplemente asintió y comenzó a sacar la comida.

Más tarde, sobre la noche, habíamos cenado y hablado un poco. Niall y Zayn se encerraron en su casa de campaña. Louis y yo hicimos lo mismo.

-Niall dijo que... Siente que va a pasar algo.

-¿Cómo?

-Louis, honestamente siento lo mismo. -confesé mirando mis pies. -Es como si mañana o un día todo desapareciera y ya nada volviera a ser igual.

Louis me miró, su cara estaba seria y suspiró, sintiendo el pésame de él sobre mis hombros.

-No pensarás dejarme ¿cierto? -él dejó de mirarme, no me dijo nada, simplemente miró hacia arriba y negó.

-No quiero que te hagan más daño por mi culpa. -mi ceño se frunció al escucharlo, el pecho me dolió durante un segundo y lo miré enseguida, quise decirle algo pero una lágrima le ganó a las palabras.

-No puedes pensar eso. -murmuré. -Porque no quiero que te alejes de nuevo. -Louis me miró. -No puedes pensar eso Louis.

-Lo hago por tu bien.

-No, no. -dije atrayendo su cuerpo con mis brazos por su cuello. -Si lo hicieras por mi bien no te alejarías. -Louis se tomó el tiempo de estudiar mi cara, luego, con uno de sus dedos comenzó a quitar las lágrimas de mis ojos.

-No quiero que algo malo te pase. -espetó. -Hace poco que te recuperé.

-Entonces no me vuelvas a perder. -supliqué mirándolo a los ojos. -Por favor.

Louis sonrió, acercándose a mí, besando mis labios. Yo dejé que las lágrimas hicieran su recorrido tan deseado y tomé con más firmeza su cuello.

(...)

-Le interrumpo, señor Styles. -dejo de ver mi libreta para mirar al señor canoso que tengo en frente. El hombre era mi psicólogo y hace ya un tiempo me había dicho que redactara mi historia para poder deshacerme de ella.

Al principio había negado, no me gustaba recordar ese tiempo, menos el final, pero ya había comenzado y mi historia estaba por terminar.

-¿Ese fue el día? -dice con simpleza, yo sonrío y niego.

-Fue el siguiente.

-Señor Styles, sabemos que usted pasó ese tiempo creyendo estar enamorado y cualquiera que le escuchara lo creería. -asiento sin darle tanto crédito, luego, añado:

-Yo estoy enamorado, señor.

-Le he repetido que ha creado el síndrome de Estocolmo.

-Si le creyese entonces estaría loco. -le replico. -A mí no me ha secuestrado. Yo me enamoré por mi cuenta.

-¿Cómo enamorarse de alguien que ha intentado matarlo?

-Él dio su vida por mí. -digo. -Él me salvó y lamento si entonces su terapia no ha dado los frutos deseados.

-Esto es un error. -concluye el doctor. -Puede seguir entonces.

Yo le sonrío, lo miro y regreso mi vista al libro. En realidad, no había nada escrito.

El libro se encontraba en blanco y yo me limitaba a tocar las hojas, como si pudiese con eso, regresar al día en el que estaba narrando. Lo recordaba todo tan bien, que no era necesario escribir mis sentimientos en una hoja.

Simplemente recordaba y comenzaba a narrar mi pasado.

Y a pesar de dos años, aún lo recordaba como si fuese ayer.

El asesino de la calle 406 [Larry Stylinson] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora