Capítulo VI: Oveja

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N/A: Esta parte se eliminó por un error de Wattpad. Es con lo que vivimos los escritores. Si están leyendo les pido amablemente que me regalen un voto.

Disfruten.

Los ojos me ardían al día siguiente. Había un sonido molesto recorriendo mi oído derecho, como si me hubieran golpeado justo en la oreja. No iba a quejarme, pero tampoco era agradable.

El ruido de los pasos de mis amigos me resonó en los oídos, uno más que el otro. Niall apareció de nuevo por la puerta, con un par de calcetines en la mano.

—Voy a tomar prestado un par, no me digas nada, voy tarde a un examen. —levanté las cejas.

—Claro. —murmuré, Niall tomó el par de mi cajón y se los puso justo frente a mí. —¿Te dormiste de nuevo?

—Touché. —murmuró, sus manos terminan de ajustar los zapatos que apenas pudo ponerse. —Nos vemos, Harry.

—Adiós. —murmuré.

Me di una ducha unos minutos después. Fui a la escuela un rato después, las manos me sudaban apenas un poco por todo lo que pasó ayer. Me molestaba demasiado la sensación. Como si alguien supiera lo que había pasado, como si fueran a delatarlo. Y no entiendo el porqué eso me interesaba.

—¡Styles! —volteé. Liam estaba caminando con paso rápido hacia mí, acomodé mejor mi mochila y terminé por detenerme. —¿Cómo estás?

—Bien. —murmuré. Los nervios me cruzaron por la garganta. Era demasiado estresante vivir con todo esto. Sólo lo sabía Niall, pero él no tenía una mínima idea de lo obsesionado que estaba con las respuestas que no tenía. —¿Pasó algo?

—Es algo de geometría. —dijo, con su ceño fruncido y mostrándome la laptop. —No logro hacer los cálculos para las medidas a escala. Me confundo.

—Mm, tengo clase ahora.

—Lo sé, lo sé. —murmuró. Olvidé decir que Liam va un semestre atrás de nosotros. —¿En el almuerzo? Tengo la clase en dos horas y estoy hecho un maldito desastre.

—Eh, sí. —volteé hacia la puerta del campus. —Se me está haciendo tarde.

—Ah, sí, lo siento. —me dijo. —Nos vemos.

Asentí. Caminé hasta el salón. Durante toda la clase no pude poner atención. Entregué la mitad de mi proyecto y la maestra sólo me dio una sonrisa muy satisfecha y dijo al salón, que necesitaba trabajos bien hechos, como el mío. No pude decir nada. Yo llevaba practicando desde que tengo uso de razón. Con las cámaras viejas que me encontraba en el sótano. Pero mis compañeros desarrollaron el gusto en la secundaria. O la mayoría de ellos.

Me quedé una hora en mi asiento perdiendo el tiempo. No supe siquiera de lo que habló la maestra. Cosas que quizá no eran tan importantes. Al menos no tenían nada que ver con un asesino serial que no me había podido matar ¿Por qué?

Sólo necesitaba la respuesta a esa sencilla pregunta.

En el almuerzo vi a Liam, no tenía la cabeza para pensar en números, ni en medidas o escalas. Los pensamientos me estaban matando, pero Liam parecía no notarlo en absoluto. Me moví cinco centímetros hacia la mesa y me recosté, cansado.

—Liam, no tengo cerebro para pensar ahora.

—¿Qué pasa? —dijo, lo miré de reojo. Ni de chiste iba a decirle. —¿Todo bien?

—No dormí muy bien anoche. —dije. Una pequeña mentira piadosa, que no se salía mucho de la realidad. —He tenido unos asuntos en la cabeza. Nada de qué preocuparse.

El asesino de la calle 406 [Larry Stylinson] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora