☽ | Chapter 66.

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AH, LA PASIÓN FRANCESA...

No respondí a las provocaciones de Anna. La vampira tenía el mismo modus operandi de intentar hacerme sentir mal, pero yo me había vuelto inmune a su veneno; la primera vez que comprobé la maldad que ocultaba Anna en su interior fue cuando Derek decidió recluirme en mi antiguo dormitorio, con un grillete al tobillo para impedir que pudiera herir a alguien. La aún prometida por aquel tiempo de Derek se presentó en mi habitación con la excusa de encontrarse bastante preocupada por mí; después decidió intentar jugar conmigo, utilizando a su amiga Ursula para intentar ponerme celosa respecto a Hunter.

Era evidente que tenía que cambiar sus métodos si quería hacerme daño realmente, puesto que nunca lo había conseguido.

Anastacia y Emilia fueron las primeras en separarse del grupo que se encontraba en el césped, dirigiéndose hacia el interior de la mansión; el resto regresaron a la mesa donde estábamos las que habíamos decidido no participar, sirviéndose un poco de té. La conversación empezó a fluir de nuevo, haciéndome olvidar del desencuentro que había tenido con Anna; la vampira no tardó en olvidarse de mí también, ya que una de las doncellas humanas se le acercó sigilosamente al oído para murmurarle que alguien quería hablar con ella por teléfono. Se levantó con elegancia y, sin tan siquiera despedirse de ninguna de nosotras, se marchó hacia la mansión.

Poco después, otra doncella irrumpió de nuevo en el jardín, acercándose directamente a mí. Mi espalda se puso rígida a cada paso que daba la humana, acrecentando la sensación de que iba a darme malas noticias; cuando se inclinó en mi dirección, emulando a la otra doncella, el vello se me puso de punta.

-Señorita Riley –me susurró, con un leve temblor en la voz-. El señor Vanczák quiere verla en su despacho.

De haber podido, las manos me hubieran empezado a sudar a mares, delatando lo mucho que me inquietaba que Derek hubiera enviado a alguien del servicio a buscarme; me consideraba culpable de estar trabajando a sus espaldas junto a sus dos mejores amigos, tratando de encontrar cualquier tipo de dato turbio que hubiera en la historia de Anastacia Ashford para poder deshacerme de ella.

Retiré mi silla con cuidado y me puse en pie. Me disculpé ante mis compañeras de mesa y abandoné los jardines, seguida de cerca por la doncella humana; el vestíbulo estaba lleno de su habitual actividad y tránsito, con vampiros y humanos yendo y viniendo por las habitaciones de la planta baja. Dirigí mis pasos hacia el pasillo que conducía al despacho de Derek y me detuve frente a su puerta; mi paranoia había vuelto a hacer acto de presencia, trayendo consigo un extraño cosquilleo en el estómago que nada tenía que ver con el deseo.

Llamé a la puerta y aguardé al otro lado, esperando a que Derek me diera permiso para pasar. El aire se me escapó de los pulmones cuando Anastacia apareció al otro lado, sonriendo y con sus ojos fijos en mi persona; su camiseta se encontraba caída por su hombro izquierdo, dejando al descubierto su pálida piel. No me gustó aquello y menos me gustó las feas imágenes que desfilaron por mi cabeza en las que esa viperina mujer intentaba seducir a mi novio.

Ni siquiera me molesté en fingir agrado al verla allí.

-¿Annie? –resonó la voz de Derek en el interior de la habitación.

Anastacia se relamió el labio inferior y se hizo a un lado, mostrándose como una complaciente secretaria.

-Es Galatea, Derek –trinó ella.

Casi la aparté de un empujón para entrar al despacho. Derek se encontraba al otro lado del escritorio, con algunos botones de su camisa desabrochados, mostrando más piel de la que estaba acostumbrado a que enseñara cuando estaba en compañía; procuré no dejarme llevar por mis malos pensamientos y esbocé una diminuta sonrisa que pretendía ser pacificadora.

MidnightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora