☽ | Chapter 86.

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SE BUSCAN AQUELARRES HONESTOS PARA FORMAR ALIANZAS

Lo único que se escapó de mis labios en ese preciso instante fue un leve gemido de sorpresa. Aún recordaba con dolorosa claridad el momento dentro del coche, regresando de mi visita con el abogado de la familia Herz, cuando había estallado entre nosotros una discusión y Derek había afirmado categóricamente que no querría tener hijos con nadie.

¿Cómo debía tomarme entonces esa... lo que fuera que hubiera sido eso?

Incluso Derek debió darse cuenta de ello, pues sus mejillas se tiñeron de platearon levemente mientras yo seguía buscando un significado a sus últimas palabras. Intentando descubrir qué había querido decir. ¿Que se le había encendido, con demasiado retraso, el reloj biológico?

Tomé distancia entre nosotros, con los oídos pitándome a causa de las sorprendentes palabras de Derek sobre lo que había sucedido en su imaginación. Sobre la idea de que hubiera «un bebé rubicundo y de ojos azules paseando por los jardines de la mansión.»

-Dijiste que no querías tener hijos –le recordé, quizá con demasiada dureza-. También me aseguraste que no era posible que las vampiras concibieran...

No quise continuar, añadiendo que me había mentido flagrantemente y que Jana había sido la prueba fehaciente de ello. Por eso mismo me detuve en esa parte de mi alegato, intentando alejar de mi cabeza la imagen que Derek había descrito.

Derek bajó la mirada, retrocediendo sobre el colchón e intentando buscar el camino de poder sortear el agujero que había creado con sus palabras.

-Lo sé –fue lo único que dijo.

Quise que añadiera algo más sobre de dónde había salido esa idea, ese deseo de verme a mí cargando con un niño cuya descripción atendía perfectamente a una imagen de una copia casi idéntica de Derek. Sin embargo, el vampiro se quedó obstinadamente en silencio, rumiando para sí mismo.

Tras unos instantes callados, Derek recuperó parte del orgullo perdido al haber hecho semejante confesión y alzó la mirada de nuevo. Había vuelto a ponerse su máscara, la que no permitía que nadie pudiera adivinar qué se le estaba pasando por la cabeza en esos instantes.

-Entiendo que haya sido duro para ti dejar con los Herz al bebé, pero creo que Lyle lo hará bien –dijo, sorprendiéndome por segunda vez en lo que llevábamos en la mansión Vanczák-. Son su familia, Galatea. Y, aunque tenga muchos prejuicios al respecto de ellos, sé que son sumamente sobreprotectores con los suyos... con todos vosotros –se corrigió a sí mismo, añadiéndome a mí al lote.

Tragué saliva, sin saber qué responder ante aquel alarde de sinceridad por parte del vampiro. Aún estaba entumecida por todo lo que había sucedido desde que habíamos abandonado la mansión, y por el extraño cambio de actitud que estaba mostrando Derek desde que había despertado tras haber sido contaminada con plata.

-Deberías descansar, Galatea –me recomendó, poniéndose en pie-. Me temo que, en lo que resta de tiempo antes del ataque de Calígula y Eneas, vamos a tener que trabajar muy duro.

Lo miré en silencio, preguntándome qué nos depararía el futuro en aquellos días que se nos había concedido para poder prepararnos para plantar nuestra ofensiva frente a la amenaza que se cernía en el horizonte; el vampiro desvió la mirada para contemplar mi viejo y reducido dormitorio con una expresión pensativa, como si estuviera haciendo memoria de algo.

-Cuando estuviste enferma, fui hasta la suite que ocupabas, descubriendo que se encontraba vacía –comenzó, sin tan siquiera mirarme.

Dejó la otra parte de lo que insinuaba en el aire, dándome la oportunidad a mí de continuar y darle una respuesta sobre ello. Me reincorporé sobre la cama, humedeciéndome los labios para demostrarle a Derek que su línea de pensamiento estaba yendo por la dirección equivocada; me había hecho una promesa personal sobre no ocultarle nada a Derek, sobre la sinceridad que debería haber usado desde que volvimos a encontrarnos.

MidnightWhere stories live. Discover now