Capítulo Primero

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Detestaba los hospitales, le traían malos recuerdos, sus tacones de aguja repiqueteaban con su caminar seductor que llamaba la atención de más de uno y su falda ceñida a sus muslos terminaba a escasos centímetros por encima de su rodilla, que revelaba un par de piernas que a todos los hombres hizo voltear. Las puertas de entrada del hospital se abrieron a su paso por el sensor, y ella se quitó las gafas oscuras y las colocó sobre su cabeza, su melena castaña se agitó por la ráfaga de viento que anunció su entrada. El portero del hospital se quedó boquiabierto y ella pasó a su lado sin percatarse de la impresión que podía causar, sus manos cuidadosamente arregladas, el tintineo de sus pulseras, todo en ella anunciaba dinero y seducción, marcó el botón de llamada del ascensor; a medida que esperaba, un grupo de personas se aglomeró a esperar la llegada del elevador, ella taconeaba desesperada, el descenso del aparato parecía eterno, los hombres en espera la miraban con deseo y admiración, las mujeres con cierto deje de envidia, todos sentimientos ajenos a su consciencia.

Deslizó sus ojos verdes al monitor que anunciaba ya llegaba. Las puertas se abrieron y varias personas salieron, sin percatarse de mucho ella entró al ascensor donde fue empujada por el conglomerado, todos parecían querer entrar en ese espacio tan reducido, de pronto se vio estampada al pecho del único viajante que no había bajado del ascensor, ella posó una de sus manos en su pecho para sostenerse, y pidió disculpas al tiempo que su mirada era dirigida al hombre cuyo pecho ahora era su sostén. El impacto fue tremendo, sus ojos se cruzaron con la del hombre y el la miró con expresión divertida. Ella frunció el ceño mas por tratar de descifrar las sensación que pasaban por su cuerpo, que por alguna molestia. Carraspeó para recomponerse pero trató de desviar la mirada, el sonrió travieso y ella trató de ignorarlo. Él no dejaba de mirarla y le ponía los nervios de punta, algo que para ella resultaba extraño y desconcertante. El ascensor pareció quejarse del exceso de peso, porque hizo un sonido extraño y de repente se detuvo bruscamente. Ella se tambaleó y se apretó con más fuerza, cosa que divirtió aun más al hombre. Ella respiró hondo y trato de voltearse pero era imposible.

- Maldición... - Murmuró en voz baja, pero él fue capaz de oírla.

- Estoy seguro que serán sólo unos minutos.. - Ella frunció el ceño aun más, la voz gruesa había causado que su piel se erizara inevitablemente. Era como un susurro imponente que anunciaba calma, y su sonrisa llegaba a sus ojos verdes. Ella trató de detallarlo, su cabello era negro y sus ojos marcaban unas ojeras y unas lineas de expresión en sus ojos cuando sonreía, llevaba una bata blanca, así que ella hizo la deducción que sera un médico. Quitó la mirada y sus ojos manifestaron fastidio. Su celular empezó a sonar y ella gruñó. La posición en la que estaban le hacia imposible tomarlo de su bolsa. El hombre no le quitaba la mirada de encima y ella comenzaba a molestarse.

- Quisiera dejar de mirarme ? - Dijo ella casi gruñendo

- A dónde voy a mirar si usted ocupa todo mi campo visual? - Dijo el sonriendo y mostrando su dentadura blanca y perfecta.

Ella trato de empujarse para liberar mas espacio y el gruñó de dolor fingido. Ella se disculpó de nuevo y se sonrojó por la vergüenza. Nunca se sonrojaba y allí estaba como una adolescente.

- Además la vista es muy interesante - las palabras fueron dichas con ese tono seductor que antes había erizado su piel, y ahora logró revolver su estómago. Ella tragó con dificultad y se preguntó por qué rayos se comportaba de esa estúpida manera. El celular del desconocido sonó y el enarcó una ceja, y ladeó la cabeza como si considerara tomar una decisión, el teléfono siguió sonando y el entrecerró los ojos, y se echó hacia adelante, ella se quedó paralizada al sentir como el se pegaba a ella y quedaba a escasos centímetros, con solo voltear un poco podría besarle.

- Disculpa - Dijo el en un susurro que le hizo contener la respiración, se enderezó de nuevo colocándose el teléfono al oído con dificultad y habló sin dejar de mirarla con intensidad- Diga... Voy en camino... No... No lo sé... Estoy en el ascensor... Se ha trabado...Diles que tengo pacientes que ver... Todos estamos bien.. Realmente bien - Dijo enfatizando y mirándola con ojos iluminados - Esta bien. Gracias!

El se acercó de nuevo para guardar su teléfono, esa posición que hacía que su perfume inundara todos sus sentidos, definitivamente se estaba volviendo loca. El permaneció más tiempo del que necesitaba para guardar en su bolsillo su teléfono. Y su aliento rozó su cuello, el ascensor ahora se movió, y ella se relajó al saber que pronto saldrían, las puertas se abrieron y el aprovechó antes que salieran todos y se vieran separados.

- Ha sido un placer servirte de apoyo - Y sin más, sus manos la apretaron contra el, y posó sus labios sobre su cuello, ella jadeo y se quedó de piedra, su corazón latió con rapidez y el se separó para mirarla a los ojos con esa sonrisa lobuna. Ella se separó con dificultad, trastabillando y sin pensarlo dos veces lo abofeteó, saliendo con rapidez del ascensor. El se quedó unos segundos y salió también del ascensor con una inevitable sonrisa.



Habitación de Hospital

Ella tomaba la mano anciana con fuerza, sus lágrimas se derramaron en silencio. Trago con dificultad, la opresión que sentía en el pecho se parecía tanto a la ultima vez que estuvo en ese hospital, tomando de la mano a su madre que agonizaba, ahora la vida la ponía de nuevo en la dolorosa situación de ver a una de las personas que mas amaba, recostado en una cama de hospital.

- Resiste... - Dijo en un susurro suave a la vez que su mano acariciaba el cabello lleno de canas de su padre. La puerta se abrió y ella volteó, un rostro idéntico al de ella, pero tan distinto, se posó sobre ella, y se vieron enfrentadas de nuevo, hacia tanto tiempo que no la veía, su corazón recibió el impacto de volver a verla y sintió como las heridas pasadas aun seguían allí, y que aunque dolían menos, no era inmune a su presencia.

- Como está?

- De verdad te preocupa, Victoria? - Dijo con voz dura, dejando de mirarla.

- No estaría aquí si no fuera así, Cristina.

- Llegas 24 horas desde que te dejé el mensaje.

- No tengo que darte explicaciones pero no estaba en México. Vas a decirme que ha dicho el médico? - Dijo casi con fastidio

- Un infarto otra vez. - Victoria se acercó y se colocó del otro lado de la cama de su padre, la ultima vez que lo había visto, el mes pasado, cuando habían discutido de nuevo por su hermana gemela.

- Va a recuperarse?

- Le harán un cateterismo...

- Puedes ser un poco mas especifica? - Dijo Victoria con los puños apretados.

- Pregúntale al médico... - Victoria bufo y volteó los ojos. El anciano gimió y ambas mujeres se quedaron alertas y le tomaron las manos. El abrió los ojos y dirigió su mirada al lado derecho, donde Cristina lo miraba con lágrimas en los ojos y una sonrisa triste. - Hola papito...

- Cris... Mi niña - Victoria le apretó la mano y el volteó a la izquierda al sentir el apretón. Al verla sus ojos se iluminaron. - Vicky... Estas aquí!

- Hola papá... - Dijo y tragó con dificultad. Su padre sonrió y las miró a ambas alternadamente

- Mis princesas... Pensé que no volvería a verlas juntas...

- No hables papá - Dijo Cristina con voz queda.

- Nunca debieron separarse...

- Papá..! - quiso intervenir Victoria

- Prométanme que no se separaran nunca más - Dijo el anciano con lágrimas en los ojos. - Háganle esa promesa a su viejo padre, ya que no lo hicieron con su madre. - ambas mujeres se tensaron al oír nombrar a su madre.

- Iré a llamar al medico - Victoria se iba a mover pero su padre apresó su mano.

- Ya es hora de que se perdonen - Ambas se miraron con ojos centelleante de furia.

- Mejor no hablemos del pasado.. - Dijo Cristina entre dientes

- Moriré.. Y mi ultimo deseo es saber que mis hijas se tendrán la una a la otra.

- Deja de manipularnos... Tu no te vas a morir - Dijo Victoria soltándose de su agarre.

- Siempre has sido una mandona - acotó sonriendo- Recuerdo cuando eran unas niñas, eran las mejores amigas... - Su voz se cortó

- Termina con eso papa... Iré por el medico. - Cristina se fue, sin mirar a su hermana. Necesitaba salir de la habitación, necesitaba dejar de respirar el mismo aire que Victoria. Porque le quitaba el oxigeno. Los ojos se le llenaron de lágrimas. Era cierto, habían sido inseparables, hasta que Victoria había arruinado todo. Hasta que había roto su corazón sin contemplación, sin mostrar la menor muestra de arrepentimiento, sin medir las consecuencias, ni como cambiaría todo para ella.

<Flashback>

Cristina estaba radiante de emoción, acababa de casarse con el hombre que amaba, ya era la señora Rivas, un deseo que anhelaba desde que lo conoció y que comenzó a materializarse cuando hacía un mes el se había decidido a pedirle la mano, todo surgió con rapidez, el había alegado que la amaba desde hacia mucho, pero estaba luchando con ese sentimiento esperando que ella cumpliera los 18 años. Hacia 1 mes exacto, el día de su cumpleaños numero 18 el anunció ante su familia, que deseaba casarse con ella. Y ella aceptó, sabiendo que su corazón lo amaba desde que lo conoció. Ahora estaba esperando irse a su noche de bodas, temblaba de nervios por lo nuevo de la situación, hubiese querido que Victoria estuviese allí para consolarla, pero llevaba semanas con una actitud hostil, que le crispaba los nervios, así que decidió mantenerla al margen. Mientras se miraba al espejo, pensaba que sería definitivo, se iría de casa y después de 18 años y 10 meses se vería separada de su gemela.

Salió a buscarla, no podía irse de luna de miel sin arreglar su relación con ella, se tomaría un tiempo solo para ella, antes de partir a su nueva vida, quería asegurarse que ella iba a estar bien, y asegurarle que esto no cambiaría la unión que tenían. Caminó buscándola en la fiesta, entro de nuevo a la casa y abrió la puerta del estudio. Lo que vio la dejó pálida y sin respiración. Victoria y Alonso se separaban al sentir la entrada de un intruso, estaban besándose, el tenia el los labios llenos del carmín de su hermana, y Victoria tenia los labios hinchados por los besos que su marido le había prodigado.

- Cristina... Escucha.... No es lo que parece - Alonso se acercó a ella y la tomo de los hombros, pero Cristina no dejaba de ver a su hermana. Quien la observaba con expresión tensa. - Esto no...

- Que significa esto? - Dijo en un susurro

- No significa nada... Nada mi amor... - Alonso miró a Victoria con odio y ella le respondió alzando la barbilla. Miró a su hermana de nuevo y sus ojos centellearon de furia.

- Estábamos besándonos eso es todo..

- Que rayos te pasa? - Dijo Cristina acercándose a su hermana , enfrentándola. La abofeteó y Victoria se tomó la mejilla y la miró con furia. - Alonso es mi marido.

- Cristina... - Alonso la tomo de los hombros - No vale la pena discutir. Olvidemos esto!

- No.. No voy a olvidarlo. - Cristina no dejó de mirar a su hermana y le dijo con voz ácida. - No quiero volver a verte.

- Perfecto... Por mi perfecto - Dijo Victoria con expresión orgullosa. Salió de la habitación, pero antes de hacerlo miró a su hermana y le sonrió con suficiencia. - Espero tengas un feliz matrimonio... Hermana.

<Fin del Flashback>

Ese fue el principio de desastre. A partir de allí las cosas empeoraron, algo en su corazón se rompió al evidenciar la primera traición de su hermana, lo que finalmente destruyó su relación, fue saber que Victoria estaba embarazada... De su marido.




Consultorio

Heriberto estaba sumido en sus pensamientos, miraba por la ventana con las manos dentro de los bolsillos de su bata de médico. La mujer del elevador ocupaba su mente, una sonrisa se dibujó en su rostro al recordar como la había sentido temblar, estremecerse de deseo al sentir sus labios sobre su cuello, lo abofeteó y debía admitir que se lo merecía, pero que demonios... Una mujer así valía todas las bofetadas de este mundo.

Otro pensamiento surgió en su mente al al percibir los detalles, la forma como iba a arreglada, la actitud impaciente, exudaba éxito y el estaba seguro que esa mujer no estaba acostumbrada a fracasar, otra mujer igual de exitosa acudió a sus recuerdos, para cambiar su expresión a una fría y hostil. Leonela había acabado con su matrimonio, había preferido la carrera profesional y exitosa del mundo de la moda, a hacer una familia junto a el que la había amado con locura. Respiró hondo y pensó que no valía la pena recordarla y tampoco valía la pena pensar en una mujer que no volvería a ver.

La puerta sonó y el salió de su ensoñación...

- Adelante...

- Heriberto, como estas?

- Bien y tu? - Heriberto se acercó a su colega y le dio un cariñoso abrazo. La doctora respiró hondo y sus ojos se llenaron de lágrimas.

- Pudiste leer el historial del paciente Juan Carlos Maldonado? - Le preguntó

- Si, claro! Ayer recibí el historial, gracias por enviarlo. Lamento lo sucedido.

- Gracias.

- De más está decirte que puedes contar conmigo.

- Gracias... Ha sido muy duro estar lejos y no poder hacer mucho por ella. Me iré esta tarde, mis hermanas han preparado el funeral.

- Tomate el tiempo que necesites.

- No quiero abusar...

- Era tu madre... No estas abusando de mi. Yo atenderé tus pacientes. - La medico asintió y una lágrima se derramó en su mejilla.

- Gracias. - Respiró hondo para recomponerse - Quieres acompañarme a hacer una ronda.

- Como quieras..

- Si quieres hablamos primero con los familiares para explicarles la situación. Y que te conozcan. - Heriberto asintió y juntos emprendieron el camino hacia la habitación de Juan Carlos Maldonado. En el pasillo de la sala de espera estaba ella... El sonrió y ella lo miró sin expresión, la Doctora Alvarado se paró frente a ella y la saludó dándole la mano.

- Hola Cristina como estás?

- Bien. Como está doctora?

- Bien, gracias. Este es el doctor Heriberto Rios Bernal. Es el cardiólogo del que te hablé. El me sustituirá por el tiempo que estaré fuera, se encargará del caso de tu padre.

- Mucho gusto Dr. Ríos. - Le extendió Cristina la mano y el la tomó. La retuvo mas tiempo del necesario.

- El placer es mio - Dijo el con los ojos iluminados. Y percibió un ligero temblor en ella, sonrió sin poder evitarlo. Y ella frunció el ceño, tal como lo había hecho en el ascensor. Sin embargo recordó como lo había mirado con furia al salir del ascensor y ahora lo miraba con extrañeza. El teléfono de la doctora Alvarado sonó y pidió disculpas al ver la pantalla y tomar la llamada. - Como está?

- Cansada - Dijo Cristina con una sonrisa triste. - La doctora le habló del caso de mi padre?

- Leí el caso, y la opinión de la doctora Alvarado, sin embargo me gusta formarme mi propia opinión. Así que iré a ver a su padre. - Cristina asintió y respiró hondo.

- Lamento lo del ascensor... - Ella frunció el ceño - Fue un atrevimiento de mi parte... Pero debo ser sincero, fue un impulso que no pude contener.

- Doctor Ríos... - El levantó la mano para evitar que ella siguiera,la miró avergonzado.

- El que seas hermosa no me daba derecho a propasarme! Mil disculpas. Y quiero que sepas que soy un buen medico y no quiero que pienses que...

- Doctor... Deténgase! - Ella le sonrió sin poder evitarlo, el parloteaba una disculpa tras otra y ella no entendía. - No se de que me hablas.

El miró su sonrisa y pensó, es la mujer mas hermosa que he visto en mi vida. Su corazón latió fuertemente y el como cardiólogo fue consciente de todos los cambios circulatorios que esa mujer ponía en marcha en su cuerpo. Ella sonrió aun mas al verlo sonrojarse, Dios mio... Hacia tanto que no se sonrojaba con una mujer, "Heriberto.. Hace mucho que no sales con una mujer" pensó.

El se acercó a ella y le dijo en voz baja.

- No me arrepiento de haberlo hecho, no es de eso de lo que me disculpo, sino de hacerte pasar por un mal momento. Y ahora me siento como un adolescente que es pillado en una travesura. - Ella sonrió aun mas sin poder evitarlo, tenia la sonrisa mas seductora que había visto.

- Así que un adolescente pillado en una travesura.. - Ella coqueteaba con el. Y por Dios que el lo estaba disfrutando. - Pero puedo saber que fue eso tan grave que me hiciste que no recuerdo?

El frunció el ceño, pensando que quizás tanto tiempo sin mujer, había desmejorado su capacidad de seducción. Se acercó aun mas a ella, sin dejar de mirar en dirección a la doctora Alvarado que seguía de espaldas hablando por teléfono. Le susurró y le miró intensamente.

- Si tengo que recordártelo, es porque hice algo mal. - Ella se quedó muy quieta al sentir como su cuerpo se ponía tenso por la cercanía de ese hombre, Cristina pensó, yo no soy así, no suelo coquetear con hombres, pero este en particular resulta toda una novedad.

El sonido de unos tacones hizo que Cristina desviara su mirada, y se encontró con su hermana gemela, su rostro debió mostrar un cambio de expresión abrupto, porque el doctor frunció el ceño y volteó a ver quien había llegado. El abrió los ojos con asombro, y las miró a ambas. Entendió ahora que la mujer que acababa de llegar lo miraba con expresión enfurecida, que había confundido a las mujeres, tragó con dificultad porque ahora estaba en un lío del que no sabia como saldría.


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