Capítulo Cuadragésimo Cuarto

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Hospital 

Victoria entró en el Hospital, caminó con toda la elegancia que le permitía su abdomen, le frustraba saber que ya no era la misma esbelta y delgada mujer de hacía unos meses atrás, aunque el aumento de peso en general no había sido excesivo; llevar tres bebés en su vientre definitivamente hacía que cualquiera perdiera la figura, frunció los labios cuando tuvo que detenerse un instante para respirar, avanzó hasta el ascensor cuando se sintió mejor y lo llamó apretando el botón; soltó un suspiro al pensar lo injusto que era que la mujer llevase la mayor carga durante el embarazo, pero una sonrisa asomó a su rostro al pensar en lo cerca que estaba de conocer al trío producto de su amor por Heriberto. Como si lo hubiese conjurado con el pensamiento, al abrirse las puertas él estaba recostado en uno de los rincones, sus ojos se abrieron con sorpresa y se tensó inmediatamente. Ella tuvo una especie de deja vú al verlo, recordó la primer vez que lo vio, y como su cuerpo tembló al sentirse cerca de él, nada comparado a lo que sentía ahora, sus emociones eran mucho mas fuertes que entonces. Las personas comenzaron a entrar y ella se vio arrastrada hasta el final, él frunció el ceño al ver como un hombre sin delicadeza alguna la tropezaba, estaba dispuesto a decirle unas cuantas cosas cuando ella le puso una mano en el pecho para tranquilizarlo. 

- Hola... - La voz suave de Victoria hizo que desviara su mirada de aquel desconsiderado hombre. 

- ¿Qué haces aquí? - El tono brusco de su voz sorprendió a Victoria. 

- Veo que te alegras de verme... - Heriberto soltó un suspiro. 

- El embarazo está muy adelantado... Debes descansar. 

- Necesitaba hablar contigo. - Dijo sonrojándose y a él le encantó. Estaba sufriendo por ella, había tenido un día terrible... Sus pensamientos giraban en torno a esa testaruda mujer que se había robado su alma en ese mismo ascensor. Verla era como un bálsamo a sus heridas, sus manos se dirigieron a su vientre y lo acarició con ternura. 

- ¿Cómo han estado? - Uno de sus hijos pateó con fuerza y Victoria gimió, el sonrió con sus ojos iluminados. 

- Inquietos... Ya ves. - Dijo ella soltando una risita. El la acercó tomándola por la nuca, y su mirada envió una suplica silenciosa, ella le dejó hacer. Entonces el la besó con dulzura, sus labios recorrieron los de ella, y su lengua se atrevió a danzar con la de ella. Ella gimió de nuevo y los presentes en el ascensor carraspearon, uno de ellos soltó un carcajada. El la soltó con reticencia, y la miró a los ojos. 

- ¿Dónde quieres hablar? 




Estudio de fotografía. 

Cristina no dijo nada, pero sus ojos se llenaron de lágrimas; dio un paso atrás y sacudió la cabeza, como si intentase ordenar sus pensamientos. Dionisio la observó con detalle y su pecho se oprimía a cada momento. 

- ¿No vas a decir nada? - Una risa sin alegría brotó de la garganta de Cristina 

- Me amas... ¡Que curiosa manera de amar! - Dionisio bajó el rostro y se arrepintió de todo el daño que le había causado. 

- Cristina... 

- Vienes aquí a decirme que me amas... Y esperas ¿qué?... ¿Que salte a tus brazos? - Sus ojos estaban enrojecidos de furia y por el esfuerzo de contener el llanto. 

- No... Pero...

- ¡Eres un...! No sabes lo que hubiese dado porque me dijeras eso el día que supiste que estaba embarazada. - Dionisio recordó cómo recibió la noticia de que seria padre... Ella amarrada a una silla y su vida en peligro de muerte. Su padre enloquecido con un arma en las manos... Decidido a hacerles pagar a él y Heriberto la perdida de su amor. 

"Tu Eres Mi Elección"Where stories live. Discover now