Capítulo Trigésimo Noveno

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Heriberto sintió un temblor recorrer su columna... Había disparado. Observó a su padre caer al suelo de rodillas con estrépito, los hombres de Iginio Ferrer entraron a la habitación y comenzó una lucha entre cuatro hombres contra los hermanos. Heriberto olvidó su determinación de no ser violento, era la única manera de lograr sacar con vida a Victoria de allí. 

Dionisio peleaba con la destreza de años de entrenamiento y eliminó a dos de manera rápida. Heriberto luchaba con dificultad, así que su hermano intervino para ayudarlo. Cristina tenia la mirada fija en Dionisio, cada movimiento que hacía, sus labios temblaban y sentía su corazón latir con rapidez, una angustia creciente se instaló en su pecho, se volvió a ver a su hermana y frunció el ceño. Victoria gimió y tosió. 

- ¿Victoria? - Su hermana tosió de nuevo, esta vez expulsando sangre en el acto, Cristina abrió los ojos y sollozó.. - Victoria... Qué... Dios - susurró entre lágrimas al ver a su hermana encogerse de dolor y toser de nuevo, una bala la había herido, Cristina gritó. - Dionisio. - El interpelado volteó con ojos furiosos al escuchar el grito de la mujer que se le había metido en el alma. Su descuido fue el causante de que fuese apuñalado por la espalda. Cristina abrió los labios y ahogó un grito, sus ojos se abrieron aterrorizados. - Noooo.

Heriberto noqueó a su contrincante y se lanzó sobre el atacante de su hermano, lo hizo con tal fuerza que lo estampó contra una pared, dejándolo inconsciente al instante. Respiró con dificultad y se acercó a su hermano en el suelo. 

- Dejame... - Le pidió Dionisio - Sueltalas... Vamos maldita sea. - Heriberto obedeció y se levantó con rapidez, y se dispuso a acercarse a Victoria, se detuvo y su piel palideció. 

- Victoria... - Cristina sollozó y Heriberto se acercó a su mujer rápidamente, le soltó las correas que la ataban, la tomó en brazos y la acostó en el suelo. Con la rapidez que había aprendido con los años, le quitó la blusa, revisó la entrada de la bala, apretó los labios al verla pálida y sudorosa, tosía, y respiraba con dificultad a la vez que gemia de dolor, sintió sus manos temblar y se pasó las manos por la cabeza. Buscó en su pantalón su celular y marcó el número de emergencias. - Bueno... Doctor Heriberto Rios Bernal. Cardiologo del Hospital Central. Mujer de 35 años, herida de bala, hemotórax. Toma nota de la dirección. - Cristina sollozó y quiso gritar al no poder escapar, observaba el rostro pálido de su hermana, el movimiento del cuerpo de Dionisio la alertó. El se arrastró lo mejor que pudo y llegó hasta ella. 

- Cristina... - La soltó de las correas y cayó de nuevo. Ella se lanzó sobre él. 

- No te mueras.... -pidió desesperada. - ¿Heriberto..? - El médico la miró con ojos llenos de dolor. 

- Esta bien - Dijo al teléfono - Ya vienen para acá dos ambulancias. 

- Cristina.... Toma mi teléfono - Dijo Dionisio. ella obedeció temblorosa. - Marca a Bruno y ponme el teléfono al oído. - Ella lo hizo y Bruno contestó enseguida - Entra... Estoy herido. 

- Dionisio... - Dijo ella al verlo recostar su cabeza al suelo. - No puedes morirte. - El sonrió ante su súplica. La miró con ojos cansados. 

- Lamento que esto sucediera. - ella sacudió la cabeza y lloró. Miró a su hermana y gimió de dolor - Ve con ella. 

Heriberto tragó con dificultad y presionó la blusa de Victoria sobre la herida. Se acercó a su oído y le habló con voz baja y suave. 

- Te amo Victoria.. No dejaré que mueras - Ella cerró los ojos con fuerza y los abrió, quizás en respuesta a su promesa, no podía emitir palabras, apenas trataba se ahoga, tosió de nuevo y Heriberto se pasó la mano por la cara con angustia y al hacerlo su rostro se manchó de la sangre de la mujer que amaba. Cristina se acercó a su gemela. 

"Tu Eres Mi Elección"Where stories live. Discover now