3. Hogar dulce hogar

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Para cuando Bobby regresó a su casa ya era de madrugada. Sammy se había quedado dormido al poco tiempo de conducción, lo cual le preocupo ¿qué tanto sueño había conseguido el chico durante esos días? Había bolsas bajo sus ojos, arruinando sus pequeñas facciones.

No se sorprendió encontrar todo apagado, tampoco esperaba que lo fueran a esperar despiertos. Estando ya en su hogar decidió bajar al niño y mañana se encargaría de las maletas, Bobby trató de llevarlo con todo el cuidado posible como si del vidrio más frágil se tratase. Subió por las escaleras y lo depositó en la cama de uno de los cuartos de invitados. Se podía decir que ese era el cuarto de los chicos ya que siempre se quedaban allí y tenía algunas cosas de ellos.

Él mismo se dirigió a su habitación, estaba exhausto casi diez horas seguidas de conducción era su límite.

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Bobby siempre era una persona madrugadora y se sorprendió cuando miró el reloj de mesa y divisó las diez de la mañana.

Diablos, debí estar realmente cansado. Pensó mientras se frotaba la cara, tratando de eliminar cualquier rastro de sueño.

De pronto el olor de café inundó sus fosas nasales, devolviéndole la vida para así poder bajar y obtener su merecida taza de café, pero no sin antes pasar por la habitación de Sammy para revisar como estaba el niño o si ya se había despertado. Al abrir la puerta miró hacia la cama y la vista que recibió le calentó el corazón de sobremanera, Sam estaba enrollado en las sábanas y lo único que se lograba ver era una mata de pelo castaño. Aquella imagen le hizo gracia ya que el niño parecía un burrito.

Al parecer Bobby había estado gran rato parado allí, tratando de grabar ese momento en su memoria, los necesitará para cuando esté viejo y los chicos ya no estén a su alrededor.

—Tío Bobby ¿qué haces? —habló Sam entre bostezos mientras se restregaba los ojos con sus pequeños puños.

Dios bendito, ese chico es malditamente tierno y que me maten si alguna vez digo esto en voz alta.

—Solo venía a ver si ya habías despertado y como es así, vamos a desayunar —Bobby podía apostar que el niño necesitaba un buen desayuno.

Sin poder evitarlo el estómago del niño gruñó sonoramente ante la sola mención de comida —Humm kay —dijo Sammy algo avergonzado.

—Entonces ¿qué estas esperando? Vamos —Bobby trató de fingir que no escuchó el estómago de Sam, sin duda el chico hace tiempo que no tiene una comida decente y eso rompe su corazón. Necesitaba saber con urgencia qué pasó con John y Dean.

Bajaron las escaleras y fueron directamente a la cocina. Sam unos pasos detrás de Bobby.

—Bueno, mira lo que trajo el gato, Jim —comentó Joshua sin levantar la mirada del periódico, por lo cual no notó al pequeño individuo que acompañaba a Bobby.

—Cállate idiota —gruñó el chatarrero mientras se servía su merecida taza.

—¿Tienes un gato? —Ante la mención de aquel desconocido, Sam no pudo evitar emocionarse. A él le gustaba todo tipo de animales.

Dos pares de ojos desviaron sus miradas hacia la procedencia de aquella voz.
Por su parte Bobby trató de no reírse de las caras de asombro de sus amigos. Dos rudos cazadores acostumbrados a matar Wendigos, convivir con cambiaformas y mirar de frente a los más temibles fantasmas, y no pueden soportar la sola idea de ver a un niño en medio de la cocina.

—¿Quién diablos es este niño? —habló Joshua después de salir de su estupor.

—¿Y tú quién eres? —Sam le plantó cara, tratando de no dejarse intimidar. Definitivamente Dean estaría orgulloso de él.

—Joshua —Esta vez fue el Pastor Jim quien lo reprendió.

—Ellos son Joshua y el Pastor Jim —dijo Bobby señalando a cada uno de sus amigos— Y él es Sammy.

—Mucho gusto, Sam —dijo Jim mientras extendía su mano para saludar al niño.

—Igualmente señor.

—Bueno, ya que hemos hecho las presentaciones vamos a comer ¿quieres algo en particular? —dijo Bobby mientras dirigía su mirada a Sammy, el cual ya estaba ubicado en una de las sillas al lado de Jim.

—Lucky charms —gritó Sammy alegremente.

—Lo siento chaval. No he vuelto a comprar desde la última vez que estuvieron aquí —Bobby no pudo no sentirse culpable al ver la desilusión en la cara del niño— Hagamos algo ¿vale? Más tarde podemos ir al pueblo y comprar dos cajas, y tú puedes elegir el almuerzo.

Bobby no pudo evitar sentirse casi como un héroe al ver el brillo en los ojos de Sammy.

—¿En serio?

—Claro chaval, tú eliges.

—Ya sé, tú receta del chili. Es deliciosa.

—No se diga más, hoy almorzaremos chili.

Joshua se quedó con cara de alucinado ante la propuesta de aquel niño, ya podía sentir su flora intestinal muriendo lentamente.

Mientras Bobby preparaba el desayuno, Sam se dispuso a analizar detenidamente a los amigos de su tío. Después de un rato de una observación cine por ciento incómoda por parte de Jim y Joshua, Sammy decidió salir de sus dudas.

—¿Tu cazas? —Pregunto Sammy al Pastor Jim.

—Mmm...no, me gusta la pesca pero la caza no la apruebo.

—No, no habló de esa caza, habló de los monstruos —Sammy habló casi susurrando, puede que su padre no estuviera aquí pero casi nunca lo dejaban preguntar sobre esas cosas. Él se había enterado porque una noche había tomado sin permiso el diario de su padre.

—No sé de qué hablas Sam —Jim no veía muy apropiado ponerse a hablar sobre monstruos y más aún con un niño.

—Sammy es hijo de un cazador, John Winchester es su padre —Bobby sabía que no necesitaba más presentaciones ya que toda la comunidad conocía al infame y desquiciado cazador.

Esta vez fue el turno de Joshua para sorprenderse ante aquella revelación ¿qué hacia aquel niño allí o de dónde había salido?
Todo buen cazador conocía a John Winchester y su cruzada para encontrar a un demonio de ojos amarillos.

—Dejémonos de tanta charla y vamos a comer que se enfría la comida —dijo el chatarrero mientras servía cada plato.

—¿Tío Bobby, dónde está el gato?
Joshua empezó a reírse mientras Bobby le disparaba una mirada de advertencia.

Será un día muy largo. Pensó Bobby con gran pesar.

Carry on you are not aloneWhere stories live. Discover now