II. Es imposible no enamorarse de ella.

693 51 5
                                    


—Entonces, jóvenes, ¿tienen duda alguna sobre el principio de Pascal?...— La voz monótona y somnífera de la profesora de física fue lo suficientemente bajita como para que Emma estuviese acostada en su mesa, al borde de quedarse profundamente dormida o seguir luchando por intentar levantar la cabeza y prestar atención a la clase.

La profesora se dio cuenta de ello, agarró su libro pesado y lo dejó caer sobre el escritorio, de tal manera que un ruido escandaloso sonó por toda el aula y despertó furiosamente a la pelinegra, quien se enderezó dando un fino grito de miedo.

—¡Ladybug!— Gritaba para después cubrirse la boca. Giró su mirada hacia su compañera de mesa y también mejor amiga, Shantall, quien la miraba con el rostro en desaprobación

—¡Señorita Agreste! ¡La próxima vez que quiera pedirme permiso para entrar a la clase aunque haya llegado tres minutos tarde, me haré la dormida! ¡Considérese con un punto menos en la calificación final!—

Emma al estar tan somnolienta tardó un poco en capturar de lo que hablaba la mujer mayor, antes de que su mejor amiga le diera una mirada de muerte a lo que Emma sólo rodó sus orbes esmeraldas y siguió intentando dormir. Igual ya le había afectado la calificación.

Por su suerte, hubo un ruido horrendo que sacó a toda la escuela a las calles.

Sí, otro akuma estaba atacando.

Emma corrió todo lo que pudo hasta el baño de chicas.

—¡Plagg, las garras!—

Chat Noir corría locamente de tejado en tejado, intentando distraer a un hombre que lanzaba vidrios por doquier.

Hasta que llegó ella.

Chat Noir se quedó parada en un tejado, admirando las piernas largas, la figura femenina notablemente delgada que brincaba de un lado a otro lado esquivando los vidrios hasta llegar a un espejo roto que colgaba de la espalda del akumatizado.

—¡Oh! ¿Eres tú Chat Noir?— Parpadeó Ladybug, girándose a ver a su compañera de peleas.

—¡Ah! Sí, soy yo.— Chat Noir brincaba y se impulsaba con su bara de metal hasta llegar a donde se habría encontrado el akuma, usando el cataclismo para romper de donde se sujetaba y de lo demás, se encargó ladybug.

—¡Ufff! Ese trabajo fue pesado— comentaba la rubia en traje rojo quien se reí dulcemente, como una niña nerviosa al entrar a la tienda de juguetes. —No nos hemos presentado aún. Soy...—

—Ladybug, sí, eres Ladybug— Chat Noir se arrodillaba, para tomar la mano y besarle el dorso de la misma a la blonda doncella.

—... E-el placer es mío, Chat Noir... me dijo mi kwami que estaríamos juntos... ¡Di-digo, juntas! No creí que la nueva Chat noir fuera a ser mujer...—

—¿Tienes algún inconveniente con eso, Ladybug?— La gata se levantaba, acariciándole el suave cabello plateado, haciendo que el rostro visible de Ladybug se confundiera con el color de su traje.

—¡Claro que no! De hecho... me sorprende, para bien...— Ladybug se puso apenas en puntillas, admirando los ojos verdes tras el antifaz de gato que tenía la portadora del miráculo de destrucción.

Hubo un momento de silencio, donde ambas se perdieron viendo los ojos contrarios. Chat Noir se perdió en el cielo atrapado en los ojos de Ladybug y Ladybug se enredó entre las esmeraldas brillantes de su compañera de batallas.

Bip. Bip. Bip.

—Lort...— Comentaba Ladybug, separándose con fuerza y con el rostro rojo. —¡Te-tengo que irme o me transformaré pronto! ¡Nos veremos luego, Chat Noir!— y así como lo dijo, se desapareció.

...............................................................................................................................................................

—Ya llegué a casa...— Dijo Emma desganada, entrando a su hogar completamente oscuro.

—¡Emma Agreste-Dupain! ¿Donde estabas?— Oh, si, la voz del padre heróico resonó por las escaleras hasta que casi de manera mágica apareció frente a su hija mayor. —¡Tienes mucho que explicarme, jovencita!—

—En realidad, papá... hay cosas que me gustaría preguntarte a ti...— Susurró la pelinegra apenas, mientras se quitaba la gorra y se deshacía la cola de caballo.

—¿Ah?— El rubio desconcertado parpadeó con miedo, tomando a su hija de sus hombros y caminando a su lado. —¿Qué pasa...?—

—¿Recuerdas que cuando eramos niños, nos contabas historias de Ladybug y Chat Noir?...—

—Sí, claro...— Melancolía absoluta invadió en ese momento el corazón del mayor

—Pues... quiero que me cuentes más. Todo. Detalles.—

Adrien sólo pudo suspirar.

Flores { Emma Agreste x Charlotta Blohm }Where stories live. Discover now