7. Desapariciones y fotografías

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Capítulo dedicado a @karqp99 porque se lo prometí  *emoji de gato lanzando un beso*

A veces Nash desaparecía por días enteros. No sabía si se marchaba a algún lado o algo, pero podía asegurar su ausencia, porque todo se ponía vacío, no silencioso (así era siempre). Tan vacío que el aire te advertía sobre la soledad en la pequeña casa de colores claros.

Intentó ignorarlo la primera vez. Simplemente siguió con su tarea de matemáticas, mitigando la desaparición de los sonidos del televisor con algo de Eminem.

No habría episodio esa noche, tuvo que salir un par de veces a comprobarlo. Al final se quedó hasta tarde saltando de aplicación en aplicación, porque nada entretenía más que finalizar el día con las candentes fotos de Kylie Jenner en snapchat. Aunque prefería estar viendo algún programa con Nash, le daba igual qué vieran ya que disfrutaba de su silenciosa compañía.

Dejó pasar el primer día y mitad del segundo.

Estaba comiendo con Matt en ese pequeño transcurso de tiempo que tenía entre la salida del trabajo y la hora de la escuela nocturna, ya que había hecho un cambio importante en su vida porque necesitaba más dinero. Una vez le comentó que su mamá estaba enferma y él decidió sacar adelante a su familia, enviándole dinero a su madre y par de hermanas para que éstas fueran a la escuela y su progenitora pudiese comprar medicinas, ya que había dejado de trabajar a causa de la enfermedad. Ahora asistía a una escuela nocturna gratuita, siendo que antes se estaba financiando unos cursos tres veces a la semana.

Comían una lata de raviolis en salsa de carne que tenía el indescriptible sabor de la comida húmeda para perro, pero estaban acompañándola con una cerveza y eso hacía que el sabor se perdiera por completo (Si te pasabas una limadura de uñas por las papilas gustativas, sabían cómo raviolis de un verdadero restaurante italiano).

No se quejó porque ese era el mismo tipo de comidas que llevaba consumiendo desde su intento de independización, recibiendo una indemnización de sus padres, por supuesto, ya que estaba en riesgo de morir de salmonella a causa de una lata caducada si no prestaba atención.

—¿Cuándo llega Nash? —preguntó después de un rato.

—¿Cómo que cuándo llega Nash? —Matt despegó la vista de la televisión para prestarle atención, alejando su interés de las noticias nacionales, aunque no se perdería de nada bueno, porque informaban del robo hacia un banco a mano armada, o sea: situaciones comunes, no era tan emocionante ni trágico como un genocida de homosexuales o el hecho de que un idiota ganara la candidatura de un país con acceso a armas nucleares y el mejor contenido bélico a nivel mundial. Aburrido.

—Sí, no está. No lo he visto en dos días enteros —dijo con voz inocente, manteniendo esa enorme curiosidad hacia su paradero bajo una faceta despreocupada.

Tal vez sí debió preocuparse, porque el muchacho soltó un suspiro, colocó su plato en la mesa central de roble y caminó hacia la habitación de Nash, murmurando un: No puedo creer que esté ocurriendo de nuevo.

Le siguió con la mirada, sin ser sigiloso.

Matt intentó abrir la puerta, pero no lo logró; después comenzó a tocarla repetidas veces, tantas que el sonido se asemejaba a los tiroteos retransmitidos en la televisión.

—Nash, demonios, ¿quieres salir de una vez? Prometiste no volver a hacer esto —bufó, realmente irritado.

No obtuvo respuesta por parte de su otro compañero de apartamento, así que siguió presionando, tocando más veces.

SilenceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora