27. Nada, nada

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No lo sabía porque Nash era de esas personas a las que necesitaba preguntarles todo para que hablaran; sus datos personales no salían de manera espontánea, debías buscarlos.

Había varias cosas que no sabía de él, como por ejemplo, que no iba a la escuela, que no usaba los geles de baño que estaban en la repisa inferior de su habitación y que el cajón que meses atrás le había interesado estaba lleno de la lencería que usaba en las fotografías porno que colgaban de la pared. Tuvo que aprenderlo todo por su cuenta, fue un metiche.

Oh... bueno, el objetivo principal de ese párrafo era el mensaje que había obtenido por parte de Matthew, ya mencionaremos las cosas curiosas que hurgó en la habitación de Nash después.

Ese:

"Nash cumple años el viernes, ¿sabías?"

"¿Por qué nadie me avisa sobre las cosas importantes que ocurren en esta casa? ¿Creen que soy el sirviente o algo?"

"Lo eres lol, pero eso no importa. Supe que no te había dicho porque odia cumplir años... pero no se queja al recibir regalos jaja."

Siguió algo así de Matt mandándole fotos de su perro y él tomándole una foto al hematoma en su ojo porque creía que iba a morir ya que no dejaba de amoratarse.

"Son los vasos sanguíneos, hombre, necesitan tiempo para reconstruirse"

"Leí en internet que tengo cáncer ocular"

"Si no te mueres en dos días, podemos afirmar que son tonterías."

Ya había pasado la aburrida cena navideña. Allison recibió su pista de carreras a control remoto que tanto deseaba. Él llenó su armario de calcetines nuevos porque todo el mundo le dio eso, eran tantos que tal vez podía iniciar un emporio. No se quejó demasiado.

Allison estaba contenta con su historia de Ally y Manchas vs Ciudad Alcantarilla, parecía completamente satisfecha con el comic de ciencia ficción. Obvio no le había pagado los cincuenta centavos que eran parte del trato, pero no iba a morirse por eso.

También estuvo trabajando en el regalo de Nash cuando nadie podía verlo. Bueno, todo estaba bien, porque no dejaba de recibir sus mensajes cada cinco minutos y fotografías cada tres. Parecía que estaba algo emocionado y nervioso de convivir con su familia.

Ese día, le llamó llorando a las cinco de la tarde. Cuando contestó la llamada, todo lo que escuchó fue un:

—Cameron —lloriqueó. En serio lo hizo, era difícil encontrar su voz en medio del llanto—. Ya no los soporto, quiero ir a casa.

—Tranquilízate —dijo dulcemente. Estaba armando la pista con Ally, era una cosa enorme, pero tenía que establecer vínculos afectivos con todos, así que podía dividir su tiempo—. ¿Qué pasó?

—No dejan de hablarme, parece que no puedo estar solo ningún momento del día, me estresan.

—Solo extrañan estar contigo, amor —explicó—. No te han visto en mucho tiempo.

—Pero es excesivo, siento que mi cabeza va a explotar. Me escondí en el closet para no hablarles, probablemente deben estar buscándome.

—Falta poco para que regreses a casa, solo mentalízate en todo ese tiempo que tardarás hasta volver a verlos.

—Ya quiero iiiiirme —gimió—. Daría lo que fuera por ver una película contigo mientras comemos helado de vainilla.

—Mañana haremos eso —prometió.

—¿Debo salir del closet e ir a buscarlos? Están teniendo una parrillada en el patio.

—¿Ya te sientes mentalmente bien?

SilenceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora