Dos años después

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Key oyó su llave en la puerta y se sentó derecho en el sofá, su corazón comenzó a latir  más rápido, Minho estaba de vuelta un día antes de lo que le había dicho y por supuesto no había llamado; nunca lo llamaba cuando estaba fuera en un viaje, porque eso sería demasiado como reconocer una relación, precisamente cuando él insistía, incluso después de dos años, en mantener domicilios separados, él todavía tenía que irse a casa cada mañana para cambiarse de ropa antes de ir a trabajar.


Key no saltó para correr a sus brazos; eso, también, era algo que lo haría sentir incómodo, para este tiempo, conocía al hombre que amaba muy bien, él no podía aceptar nada que se asemejara al cariño, a pesar de que kibum no sabía por qué, era muy cuidadoso en nunca dar la apariencia de apresurarse a verlo; nunca lo llamaba con un nombre cariñoso, nunca le brindaba ninguna fugaz, casual caricia, nunca le susurraba palabras de amor incluso durante el mas intenso acto de amor, lo que le decía en la cama eran siempre palabras de necesidad sexual y excitación, su voz gutural con tensión, pero nunca era un sensual, entregado amante. Key amaba hacer el amor con él, no solo por la satisfacción que siempre le brindaba, sino porque bajo la apariencia de deseo físico era capaz de darle todo el amor que él no podía aceptar fuera de la cama.


Cuando estaban haciendo el amor él tenía una razón para tocarlo, besarlo, sostenerlo cerca, y durante aquellos momentos Minho no ponía restricción a sus propias caricias, durante las largas, oscuras noches él era insaciable, no solo por sexo sino por la cercanía de Key; él dormía cada noche en sus brazos, y si por alguna razón se apartaba de su lado durante la noche Minho despertaba y lo alzaba, colocándolo contra él una vez más, llegada la mañana, se replegaba dentro de su solitario caparazón, pero durante las noches era completamente suyo, a veces sentía que Minho necesitaba las noches tan intensamente como él, y por las mismas razones. Eran los únicos momentos en los que se permitía a sí mismo brindar y aceptar amor en alguna forma.


Así que se obligó a sí mismo a sentarse inmóvil y mantener el libro que había estado leyendo abierto sobre su regazo, no fue hasta que la puerta se abrió y oyó el porrazo de su maleta golpeando el suelo que se permitió levantar la mirada y sonreír, su corazón brincó ante la primera visión de él, igual a como lo había estado haciendo durante tres años y el dolor oprimió sus entrañas ante el pensamiento de nunca verlo otra vez, tenía una noche más con él, una oportunidad más, y entonces tendría que terminarlo.


Minho parecía cansado; había oscuras sombras bajo sus ojos  y las arrugas en las comisuras de su hermosa boca eran más profundas, aún así, no por primera vez, fue golpeado por cuán increíblemente apuesto era, con su piel olivácea, oscuros cabellos y el puro, color chocolate de sus ojos; él  nunca le había mencionado a sus padres, y ahora se preguntó sobre ellos, sobre la combinación de genes que habían producido tal llamativo colorido, pero esa era otra cosa que no podía preguntar.


Minho se quitó la chaqueta del traje y la colgó pulcramente en el armario y mientras estaba haciendo eso, Key cruzó hasta el pequeño bar y le sirvió dos dedos de escocés, puro, Minho tomó la bebida  con un suspiro de apreciación, y la sorbió mientras empezaba a aflojar el nudo de su corbata. Key dio un paso atrás, no queriendo invadirlo, pero sus ojos se demoraron en su ancho, musculoso pecho, y su cuerpo empezó a acelerarse en aquella conocida forma.


"¿Fue bien el viaje?" le preguntó. Los negocios eran siempre un tema seguro.


DecisionesWhere stories live. Discover now